¿Retrocederemos a los viejos tiempos en la educación?

¿Las cosas retroceden en el campo de la educación? ¿Acaso volvemos al pasado? Durante muchos años los gobiernos priistas nos acostumbraron a cambiar cada sexenio de política educativa sin ninguna explicación fundamentada. Durante esos años no se hicieron evaluaciones internas ni por parte de entidades internacionales, y cuando se llegaron a realizar los resultados se ocultaron como secreto de estado.

Ahora que volvemos a tener un gobierno del PRI en el Poder Ejecutivo se habla de cambiar nuestro modelo educativo, y la necesidad de ello se desprende evidentemente de los malos resultados que los estudiantes han obtenido en las pruebas nacionales, como ENLACE, y las internacionales, como PISA. Sin embargo, nuevamente se nos propone cambiar sin tener un diagnóstico del por qué del bajo rendimiento de nuestro sistema educativo. Se quiere hacer una consulta sobre el modelo educativo para cambiarlo, pero no nos han explicado cuál es ahora ese modelo educativo y cuáles son las razones de su fallido funcionamiento. ¿Se trata una vez más de juzgar por malo lo que hicieron gobiernos anteriores solamente por ser los anteriores o porque eran de otro partido?

Por otra parte, se ha anunciado la cancelación de la prueba ENLACE  desde este 2014, luego se corrigió el anuncio para aclarar que se sustituirá la prueba ENLACE con otra forma de evaluación, pero la cual ¡aún no se tiene! Nuevamente no se explica a la ciudadanía el por qué de esta decisión de una manera suficiente, y lo increíble es que para pretender frenar las opiniones adversas al anuncio del abandono de la prueba ENLACE,  que inmediatamente se produjeron desde diversos sectores, se rectificó el anuncio aclarando que dicha prueba será sustituida por otra evaluación. Lo lógico sería hacer las mejoras posibles a la prueba ENLACE y seguirla aplicando hasta que se tenga lista la nueva evaluación, pues con tal proceder se nos ha hecho pensar que de nuevo se quiere volver a los tiempos de la opacidad en la educación, se nos ha hecho sospechar que ante las protestas de parte del magisterio el gobierno ha preferido retroceder en el campo de la evaluación.

Con respecto a la consulta sobre el modelo educativo, otra historia repetida como una constante por nuestros gobiernos ha sido realizar consultas, con foros por todo el país, con mucho ruido y muchos gastos, para terminar haciendo, pocas nueces, lo que ya se tenía pensado y previsto por los gobernantes. Solamente hay que recordar lo que sucedió con la consulta para la reforma educativa que realizó el gobierno de Carlos Salinas cuando le encargó a Manuel Barttlet realizar tal misión como secretario de educación. Nada más que en ese caso el que se desesperó de que no se cumplieran sus órdenes fue el mismo presidente y terminó sacándolo de la jugada, y sin tomar en cuenta lo obtenido en la compulsa, le encargó a Ernesto Zedillo llevar a cabo la reforma que esperaba.

Los términos de la discusión sobre el modelo educativo no han sido bien definidos ¿Solamente se trata de pensar en la metodología, los recursos humanos,  materiales y tecnológicos que se emplean en la educación? ¿O se trata de reflexionar más profundamente sobre lo que es y el deber ser del hombre, la sociedad, la educación?

En un análisis muy amplio y profundo realizado por el Dr. Salvador Cerón en su libro “Un Modelo Educativo para México”, editorial Santillana, México 1998, él dice que hasta ahora no hemos tenido un modelo integrador que resuelva o integre armónicamente las diferentes facetas que deben componer a un buen modelo educativo: partir de la persona humana y organizarse en función y a favor de ella; tener un componente transmisor (eficacia de pertinencia y método), igualador (que elimine el rezago educativo), capacitador (vínculo con el aparato productivo) y forjador del futuro (capacidad de regresar constantemente sobre el hombre mismo para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, y a favor de la persona humana con el desarrollo de las humanidades y la ética).

Señala que con el modelo modernizador iniciado sobre todo por Ernesto Zedillo, se buscó fortalecer aspectos como el transmisor y el capacitador. Pero sin una filosofía definida de lo que es la persona humana, a fin de cuentas reducía la educación a aspectos meramente pragmáticos que la dejaban en un desequilibrio. ¿Esa indefinición persiste? Seguramente cuando recientemente supimos por voz del subsecretario de Educación Media Superior, Rodolfo Tuirán, que la problemática de deserción, violencia, adicciones, embarazos a temprana edad, etc., que se enfrenta con los alumnos de este nivel educativo se plantean soluciones muy relacionadas con la información, con un enfoque técnico, psicológico a lo mucho, pero no con una visión ética de la vida.

Necesitamos discutir y armonizar las exigencias de un modelo educativo que centrado en el desarrollo de la persona, responda también a las demandas sociales que necesariamente deben atenderse para que el educando pueda realizarse en su dimensión social, pero como actor, y no como instrumento. Esta debe ser el alma de nuestra educación, porque eso es lo que requiere la situación de nuestro país y el cambio trascendente al que está llamado. La respuesta a los problemas presentes y del futuro próximo, la creatividad para enfilar hacia un destino mejor y distinto no será obra de autómatas, será de personas de carácter, de valores, de responsabilidad, solidarias y de un gran espíritu emprendedor. Eso es pensar en otra educación muy distinta, y más inspiradora para todo aquél que se considere un auténtico profesional de la educación.

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