Domenikos Theotokopoulus “EL GRECO”

A este pintor oriundo de la isla griega de Creta, en ese momento bajo el protectorado de Venecia sus contemporáneos  italianos le dan el nombre de El  Greco.  Proviene de una familia católica y seguramente de niño acudió a colegio de frailes, quizás franciscanos, pues vemos una singular predilección por San Francisco de Asís, ya que reproduce  su imagen infinidad de veces.

Es en España donde se encuentra, se realiza y su obra adquiere una dimensión y categoría no igualada por ninguno de sus contemporáneos. En este viaje el pasa primero por Roma y Venecia y descubre las extraordinarias pinturas de Rafael, Tintoretto, Veronés, y Tiziano, del cual fue ayudante,   o sea los grandes maestros  del  renacimiento manierista  del siglo XVI. Este conocimiento, hace que pueda concebir otra forma de plasmar sus ideas.

Tendríamos que adentrarnos en la España de esa época, para tratar de entender el influjo que ejerció en este pintor. Traía una gran recomendación, pues el cardenal Alejandro Farnesio habla de la llegada a Roma de “un giovane candiotto, discepolo de Tiziano”, que  se cree fue el Greco.   Llevaba dentro, desde que vio  la luz en Creta, como una semilla misteriosa, su mundo de hombres, de santos y de interpretaciones. Pero era necesario que fructificara. Y no lo había encontrado ni en Grecia ni en Italia.  G.Marañón  EL GRECO Y TOLEDO.

Un pintor de un fervor y misticismo extraordinario, que logra plasmar en sus telas esa espiritualidad  que lo convirtió sin duda en uno de los más grandes y originales pintores de todos los tiempos.

El Greco aprende del movimiento italiano como distorsionar las figuras; para lograr su propósito,  las alarga, retuerce los miembros, y logra unas miradas que miran hacia no sabemos dónde, pero llenas de una  emoción que no encontramos en ningún otro pintor.

Es en la hermosa ciudad de Toledo, donde se establece y pinta  el famoso Entierro del Conde de Orgaz, (Iglesia de Santo Tomé ) obra que todos conocemos y que sin duda ha impresionado a quienes han tenido la suerte de contemplarla.  Pintura que destella imaginación y maestría y que por sí sola justificaría la fama del maestro.

Este pintor singular nos sorprende por su modernidad, sus retratos son tan impecables que los podemos comparar con  los de su gran maestro Tiziano. Sin embargo la generación siguiente no pudo o no supo apreciarle, pues tanto sus formas como sus colores les parecían poco reales. Fue después de la segunda guerra mundial y el descubrimiento de una nueva forma de mirar y pintar que EL Greco ha sido redescubierto y comprendido y ahora nos maravillamos de la hidalguía, fervor y misticismo que se mezclan en esa humanidad.

La atmósfera  era,  pues, propicia a la floración de un temperamento místico como el del Greco. En ese mismo siglo Santa Teresa había escrito allí, en Toledo, parte de las Moradas y el final de las Fundaciones, y,  en efecto no se comprende ambiente más adecuado para la tensión creadora de la insigne mujer, en cierto modo paralela a la de  Theotókopuli.  G. Marañon

He citado de intento a Santa Teresa, como otros autores recientes, porque en efecto, hay una sorprendente coincidencia, ya he dicho que sin conocerse mutuamente, lo cual da un sentido transcendente a la coincidencia, entre el destino por amor a Dios de la Santa y el desatino de algunas de las pinturas del Greco, que son también embriaguez de divinidad.  G. Marañón.  El Greco y Toledo.

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