¿Herramienta o Arma?

Por *Juan Alberto Echeverry

La única manera de construir un hermoso hogar, de hacerlo florecer como un jardín bien regado para poderse gozarse en él, es utilizar las palabras como una herramienta y no como un arma que destruye. Hay tantas cosas malsanas en nuestro interior, que hacen que cada palabra se convierta en un arma letal, y no en una herramienta que edifica y embellece:

• ¿Acostumbraste tu boca a la burla que hiere?, puedes cambiarla por la palabra que disimula con amor.

• ¿Callas sólo para vengarte y que sepan que estás molesto(a)?, ahora puedes hacer silencio, sólo cuando lo que vas a decir no edifica a nadie, pero no para vengarte ni lastimar.

• ¿Te has acostumbrado a señalar sólo el error en los que te rodean?, puedes ahora exaltar las virtudes para motivar a mejorar cada día a los que amas. Te sorprenderá lo que lograrás.

• ¿Usas un tono de voz que enciende peleas?, puedes decidir apaciguar la pasión en tus palabras, y suavizar tu voz con humildad, para conseguir mejores resultados.

• ¿Estás acostumbrado(a) a decir groserías y maldiciones? Es preciso que aprendas a cambiar tu repertorio, y comiences sólo a bendecir y pronunciar palabras edificantes. Las palabras atraen bendición o maldición, el mal solo atrae más mal. Las palabras groseras y agresivas solo traen una atmósfera negativa, tensionante y oscura.

• ¿Has acostumbrado tu vida a contar sólo historias tristes, oscuras, fatales y negativas? Es preciso que busques siempre historias que motiven, donde resaltes el futuro con esperanza en tus palabras. Así sembrarás para ese futuro bendecido en tu hogar.

• Acostúmbrate a escuchar a los que te rodean. No los interrumpas cuando hablen. Todos tienen algo importante qué decir, o expresar sus sentimientos. No apagues con tus palabras o gritos su voz. Convierte tus palabras en herramientas y no en armas, tú puedes lograrlo si te lo propones.

Pro 16,24 Las palabras dulces son un panal de miel: endulzan el ánimo y dan nuevas fuerzas.

Pro 18:21 La vida y la muerte dependen de la lengua; los que hablan mucho sufrirán las consecuencias.

Ef 4,29 No digan malas palabras, sino solo palabras buenas y oportunas que edifiquen la comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen.

Sg 1,19 Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar y para enojarse.

*Facilitador católico Director de la FUNDACIÓN CATÓLICA IMMAH
Laico Católico Colombiano, escritor y predicador

Deja una respuesta