Madres subrogadas para alquilar sus vientres

1,5 21 Palabras. Tiempo de lectura 6:00 aproximadamente.

Subrogar es reemplazar. Se llaman madres subrogadas o madres de alquiler de su vientre, a las que lo prestan, mediante contrato mercantil y precio, para que les implanten los embriones de otras personas, producidos in vitro y que una vez fecundados los gesten para otros, durante los nueve meses de embarazo. Cuando nazca el niño, lo tienen que entregar a los que pagaron el contrato.

Después de traer al mundo al o a los hijos, los entreguen al o a los padres, que indique en el contrato. Es una compra-venta de niños, con el agravante de que para hacerlo, exigen unos grandes estándares de calidad, sin importar los riesgos que le supongan a la madre y al futuro hijo. Incluso algunos esposos, demandan a sus mujeres que se vendan como subrogantes, para conseguir dinero. Esto es una añadida aberración y monstruosidad.

Los tres grandes flagelos de la explotación y violación de los derechos humanos, principalmente de las mujeres más pobres, más desprotegidas, más ignorantes y más marginadas. Es una injusticia social insostenible, pues sustituyen la verdadera función de la auténtica madre.

La subrogación para alquilar su vientre mediante precio, para gestar niños en beneficio de otras personas, que suelen pagar más de $100.000 por niño nacido, aunque en algunos países sea legal.
La prostitución obligada.
El ceder la leche de sus pechos mediante precio, para alimentar a niños ajenos, quitándosela a los suyos. Conocido como oficio de “aña de cría”.
Las madres subrogadas, rompen intencionalmente, el primordial vínculo biológico materno, íntimo, entre madre e hijo, que se produce en el embarazo natural, al tener que entregar el hijo cuando nace.

La práctica de las madres subrogadas, debería estar prohibida, por muy alto que sea el estímulo económico, o aunque sea de forma altruista, ya que somete a la madre y al hijo, a muchos y muy graves riesgos.

Asumir el participar en un mercado ilegal, que trasforma a los niños en “commodities”, los cuales pueden ser gestados, para homosexuales o heterosexuales, que pagan con dinero o favores.
Asumir el tener que ser parte de una injusticia social insostenible, de la explotación de la mujer subrogada, que traspasa la dignidad de las personas, todos los derechos humanos y la ley natural.
Asumir la gran dificultad, para rastrear los orígenes de los progenitores de los embriones en gestación, produciendo hijos con falta de identidad. SAN (Síndrome de agujero negro).
Asumir la gran posibilidad de embarazos múltiples, originando un alto número de abortos, voluntarios o involuntarios.
Asumir la incompatibilidad de la dignidad humana, de la madre subrogada, con sus derechos como persona y madre.
Asumir la función biológica normal, del cuerpo de la mujer, en la letra de un contrato comercial, para aceptar ser un escalón más, en el crecimiento de la cadena del tráfico reproductivo humano, especializado en mujeres y niños no nacidos.
Asumir las enfermedades que lleven los embriones, y que pudieran ser trasmitidas a la madre subrogada.
Asumir que las madres subrogadas, son convertidas en cosas por el mercado, clasificadas para comprar, vender o alquilar, según las condiciones y características determinadas en los contratos propuestos, para los que tienen el dinero y el capricho de comprar ese servicio, normalmente, a mujeres necesitadas.
Asumir que se alquila el útero, para implantar por inseminación artificial o fecundación en vitro, embriones obtenidos de otras personas.
Asumir que se rompe la sagrada relación de madre con hijo, aunque este sea ajeno, pero ha estado nueve meses en el interior de ella.
La verdadera maternidad bien entendida, empieza por el amor al cónyuge y al hijo que va a nacer, por lo que no puede ni debe haber una maternidad, sin ese amor dedicado al cónyuge y padre biológico del futuro niño.

Un niño cuando nace tiene que tener un padre y una madre biológicos, para no ser uno de esos llamados “niños probeta”, hijos de la ciencia, hijos de catálogo comercial, hijos de alquiler de vientre, etc. Después va a ser muy difícil, explicar a esos niños los motivos de su procedencia y quien son sus verdaderos padres, si es que llegan a conocerse.

Las madres subrogadas suelen argumentar “mi cuerpo es únicamente mío y en él mando yo, por lo que puedo hacer con él, lo que me dé la gana”, como al alquilarlo para tener hijos de otros y obtener el dinero que pueda. Es el peligro de ver ellas como normal, lo que no deja de ser más que una grave inmoralidad y un abuso de la técnica sin ética.

Desde que en algunos países, se han legalizado los matrimonios entre homosexuales, que lógicamente no pueden tener hijos por los medios naturales, se han disparado los negocios con las madres subrogadas, localizadas principalmente, en países de bajos recursos.

“Con mi dinero, puedo hacer lo que quiera” dicen algunos, incluso para alquilar el vientre de otra persona, que me produzca mis propios hijos. Estas expresiones y hechos, no les importa que vayan en contra de su salud, contra la ley natural, con la ética más elemental y contra todo principio religioso, sean de la religión que sean.

Las madres subrogadas se enfrentan frecuentemente, a situaciones muy graves y muy difíciles de solucionar, como por ejemplo: Cuando él o los contratantes, no quieren recoger al niño, debido a que han cambiado de parecer, a que viene el niño con problemas físicos, a que se han enfadado y roto sus relaciones como pareja, a que no cumplen los pagos parciales, etc.

Incluso si se produce un múltiple embarazo, el contratador, puede exigir el aborto de uno de los embriones o quedarse solamente con uno de los gemelos que nazcan. Entonces dejan a las madres subrogadas, ante el grave problema de un aborto, o con un hijo en el vientre o recién nacido, que ellas no quieren y deben llevarlo a un orfanato.

Existe el grave trauma psíquico, que se ocasiona a la madre subrogada. Pues aunque en un principio, la mujer que alquila su vientre, está dispuesta a donar el niño tras el parto, durante el trascurso del embarazo, se establece una estrecha relación entre ella y el niño gestado, por lo que es frecuente que la madre subrogada, se arrepienta de haber firmado el contrato y desista de su primera intención, de entregar el recién nacido a los que firmaron el contrato de compra.

Algunos viven el drama de las madres subrogadas, con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta, del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo. Uno de los graves problemas actuales, es la falta de sensibilidad y modificación de la relación de los padres, con la acogida de una nueva vida. La transmisión de la vida es un don gratuito de Dios, violentar su concepción natural, es ir gravemente en contra del fundamental principio de respeto a la dignidad humana, tanto de la madre, como del hijo.

El deseo de paternidad, aun cuando susciten comprensión desde un punto de vista humano, tiene como límite infranqueable, la dignidad de las personas y la protección de sus derechos fundamentales. Ni la verdadera comprensión, puede dar la espalda a la verdad.

Hay muchos intermediarios en el gran negocio de la reproducción asistida, los cuales también son responsables, directa o indirectamente, de esta reprobable forma de explotación. El derecho a la integridad del cuerpo, no puede quedar sujeto a ningún tipo de contrato de alquiler.

La industria biotecnológica, aplicable a las madres subrogadas, quiere convertir al ser humano, en un simple recurso disponible y ha descuidado el hecho de que determinas técnicas, por muy legales que sean, influyen directamente al ser humano, en su vida y salud.

Esta industria oferta hijos, dependiendo el precio de sus características y condiciones físicas e intelectuales. Se diseñan a la medida de los precios, del que puede y quiere obtenerlos. Es como ir a un supermercado de hijos, comprar el que se quiere y después quitarle la etiqueta de origen.

No existe el derecho a tener un hijo, lo que existe desde siempre, es el derecho de los niños a tener padres y madres y a conocer sus orígenes. Pero hay leyes injustas, que no consideran los derechos de los hijos. Algunos padres no dicen nada a sus hijos gestados en madres subrogadas, por la vergüenza que les supone a ellos y a los hijos, sin tener en cuenta, las repercusiones que podrían tener, en temas relacionados con las enfermedades de sus desconocidos ancestros.

Detrás de estas prácticas, no sólo está el egoísmo disimulado de algunas personas, que conciben a un hijo, como un objeto de consumo, más que un sujeto de amor; como un capricho y no como un don. Pero no es eso lo único que se debe considerar, al momento de referirnos a este tema.

francisco@micumbre.com

Deja una respuesta