Cuando la buena intención no basta

Los niños disfrutan mucho de los juegos, las bromas, las risas, del teatro guiñol, de los payasos, los juegos mecánicos, añádase también la tecnología a la que tienen acceso, videojuegos, cine en casa, redes sociales, en pocas palabras: entretenimiento garantizado.

Se piensa que el hecho de que los pequeños estén activos y entretenidos es bueno, que debemos despertar continuamente su interés en las cosas. El detalle empieza cuando queremos llevar ese activismo a la práctica religiosa: “la Misa no debe ser aburrida, los niños deben estar alegres, hay que hacer que conozcan a Dios de una manera dinámica”. Acto seguido se sustituye la homilía por el teatro guiñol, se aplaude por algún logro humano, como el aniversario de bodas de tales esposos, el cumpleaños de Luisito, por el santo patrono de la parroquia, se introducen cantos no católicos en la liturgia, étc.

No se puede tratar la Misa como tratamos las cosas mundanas, por buena que sea nuestra intención. La Misa no es una reunión social, la charla vecinal, el evento del barrio, la tertulia con los amigos, tampoco el escenario donde demostrar las cualidades de gimnasia o de vocalización en variados estilos mundanos.

La Misa es la repetición incruenta del sacrificio de Cristo en la Santa Cruz. La Misa es para salvarte no para entretenerte. (Favor de leer más de una vez).

De tenerlo claro acudiríamos con la debida disposición, nos abstendríamos de dar espectáculos mundanos o de acudir vestidos con tan poco decoro, de estar muy prestos a aplaudir apenas se tenga una oportunidad dada por el monitor o el sacerdote. Dirán que lo del teatro guiñol solo es temporal, para los pequeños, que no hay que ser exagerados. La cuestión es, que estos abusos litúrgicos no terminan jamás, tal es el caso de la Misa Coldplay celebrada en una universidad de México, donde hubo incluso un mandala budista, sí, leyó bien. Uno encuentra todo tipo de excusas a este abuso litúrgico cometido sin el mayor reparo a cielo abierto:

“La Misa tiene que evolucionar”, “esto es para que los jóvenes regresen, atraerlos y evitar que los templos se queden vacíos”, “hay que adecuar el evangelio a la actualidad”, “es que los jóvenes ya no desean participar en Misa por lo aburridas que son”…

La música usada en la liturgia debe estar especialmente hecha para la liturgia, el Magisterio de la Iglesia ha escrito al respecto. Y todo se justifica en aras de la evangelización para ajustarse al compás de los tiempos, ¡innovar o morir!. Si se trata la Misa como un partido político al cual deben adherirse el mayor número de adeptos, se obtiene justamente lo contrario. Si se rebaja la Misa a un espectáculo bien organizado, tarde o temprano ese modo de “evangelizar” se ve rebasado por los verdaderos espectáculos del mundo. La disposición y la buena intención ayudan, pero no es suficiente y dicho sea de paso, hemos agotado ese argumento bastante, hay que procurar la formación sólida en la fe católica, en liturgia y enseñar lo que ya no se enseña: La Misa es la repetición incruenta del sacrificio de Cristo en la Santa Cruz.

Cuando nos sintamos inclinados a defender tanto abuso litúrgico, recordemos las palabras del entonces Cardenal Joseph Ratzinger: “La liturgia no es un show, no es un espectáculo que necesite directores geniales y actores de talento. La liturgia no vive de sorpresas “simpáticas”, de ocurrencias “cautivadoras”, sino de repeticiones solemnes. No debe expresar la actualidad, el momento efímero, sino el misterio de lo Sagrado. Para el católico, la liturgia es el hogar común, la fuente misma de su identidad: también por esta razón debe estar ‘predeterminada’ y ser ‘imperturbable’, para que a través del rito se manifieste la Santidad de Dios. En lugar de esto, la rebelión contra la que se ha llamada ‘vieja rigidez rubricista’, a la que se acusa de ahogar la ‘creatividad’, ha sumergido la liturgia en la vorágine del ‘hazlo como quieras’, y así, poniéndola al nivel de nuestra mediocre estatura, no se ha hecho otra cosa que trivializarla”…

Y más tarde siendo Benedicto XVI: “Estoy convencido de que la crisis eclesial en la que nos encontramos hoy depende en gran parte del hundimiento de la liturgia. En el trato que le demos a la liturgia se decide el destino de la fe y de la Iglesia”

Menuda tarea tenemos, hora de empezar a formarnos sólidamente…

 

Alexa Tovar alexatovar2017@yahoo.com

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