¿Normal o Natural?

Creencias son aquellas particulares de cada ser humano que reflexiona para sí y considera como parte de su existir. Sin embargo, no representan la verdad y no necesariamente tienen que estar respaldadas por la ciencia, es decir, son subjetivas, son ideologías que grupos van volviendo comunes hasta llegar a un punto en el que se confunden creencias con ciencia.

Según Elio Sgreccia, “el común denominador es el rechazo de la metafísica y la desconfianza consiguiente respecto del pensamiento de poder alcanzar una verdad universal, una norma válida para todos en el plano moral”, lo que a su vez nos describe creencias pragmáticas que “a través de este modelo se llega a la elaboración de varias fórmulas de «ética pública”, muy difundida en las países anglosajones, que acaba por ser una especie de subjetivismo de la mayoría”.

Supuestamente porque la “mayoría” cree algo, se toma como una verdad absoluta saltándose a la realidad científica como es en el caso de la homosexualidad. Siendo así, las creencias han llegado a tal punto que han hecho creer que el ser humano puede olvidarse de que es un “ser moral, capaz de amar, de actuar en función de una actualización de sus potencias y finalmente de definirse a sí mismo considerando siempre la naturaleza que le determina”.

Las creencias han logrado inmiscuirse de forma inadvertida que cuando se tocan temas tan sensibles como es el tema de los homosexuales, la gente generalmente tiende a confundirse y a mezclar ciencia con creencias, homofobia con naturaleza y normalidad. De hecho, ha llegado al grado de querer hacer sentir a quienes aún discernimos entre creencia y ciencia, que somos injustos, que juzgamos y no somos compasivos.

La sociedad moderna en que vivimos hace pensar que por consenso se deben de aceptar situaciones recurrentes como normales, aunque no sean naturales y/o que no sean ni buenas ni correctas. Una corriente liberal radical que astutamente ha logrado confundir a la humanidad haciéndola pensar que “esta libertad sin más freno que la propia autonomía condiciona que se considere moralmente aceptables conductas como el suicidio, el aborto”, la práctica homosexual y en algunas regiones del planeta, la misma pedofilia y demás conductas que no son propias de la moral natural ontológica de la persona humana, pero que gracias a la Inteligencia y Voluntad, pero sobre todo gracias a la Libertad, el hombre moderno ha tergiversado y logrado hacer creer que lo normal es natural.

Las heridas culturales que se sufren por los medios de comunicación, por el sistema educativo, por la industria del entretenimiento, el Internet y por la pornografía, han hecho de igual forma, según especialistas en psiquiatría como Richard Cohen, que sean influencias que conducen a la perturbación de la paz de la mente. Logrando hacer creer que la práctica homosexual es un modo de ser natural, normal e incluso innato. A lo que argumenta Cohen que “no es cierto” ya que “no hay evidencia científica que pruebe esta teoría”, que también los ideólogos buscan avalar con argumentos tales como el que “algunos animales son homosexuales” lo que tendría que justificar las conductas humanas.

No obstante, el mismo Psiquiatra Cohen nos dice que la anterior creencia “es una distorsión para aceptar los intentos desesperados de algunas personas que quieren legitimar una condición nacida de una quiebra emocional”.

El ser humano es un ser biopsicosocial, no es puramente biológico, sino que tiene una psique y una espiritualidad además de que está influenciado por la sociedad. No está determinado a ser tal o cual cosa, sino entonces ¿en dónde quedaría la libertad?

Las creencias hoy día se han confundido con la ciencia y han opacado la magnificencia del hombre que según palabras de Boecio (Roma, 480-Pavía, 524/525), la persona es “sustancia individual de naturaleza racional.”

Esa racionalidad la hemos adormecido y la hemos sustituido por la subjetividad, la comodidad y la tolerancia mal entendida, hemos convertido a la sociedad en un lugar en donde se tolera todo excepto a aquéllos que no lo toleran todo. Por ello es preciso que nos percatemos que la ciencia va más allá que creencias particulares, la objetividad se alcanza con la inteligencia y la voluntad, pero es cierto que la libertad es personal y cada quien hace uso de ella como le plazca.

Ciertamente es esa libertad la que nos ha permitido confundir la ideología con la verdad y ha llegado a dañar tanto a la humanidad que en la actualidad no se sabe a ciencia cierta qué es normal y que es natural.

Nos leemos la semana que entra para no quedarnos atrás y ver hacia delante.

 

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