Pocos libros resultan tan didácticos y esquemáticos como el que presentan estos autores con Maestría en Psicopedagogía acerca de la juventud actual (1). Le llaman “La Generación Milenio” a los que ahora son profesionistas y que nacieron con los vertiginosos avances de la era cibernética. Ellos presentan serios problemas en su comportamiento: son sobreprotegidos por sus padres; en su mayoría, aún viven con ellos; durante su infancia y adolescencia han recibido multitud de atenciones y regalos. Sin embargo, todo eso no lo valoran ni lo agradecen suficientemente; suelen vivir encerrados en sí mismos por la nueva tecnología, como: redes sociales, internet, en comunicación permanente a través de medios como el What’s Up y el uso frecuente de su celular. Es decir, son codependientes de sus padres, familiares y sus amistades y manifiestan sentirse con estrés con tantos asuntos de sus redes sociales que se sienten en la obligación de contestar. Se han educado más con el corazón y los sentimientos a través del cine y la televisión y exigen razonamientos lógicos ante cualquier petición. Además, es frecuente que tengan poco orden, sin códigos ni reglamentos.
Al contratarse en una empresa, el reto de sus directivos es formarles intensamente y capacitarlos en temas claves, por ejemplo: 1) explicarles con racionalidad las reglas y procedimientos; 2) detallarles el porqué de la cortesía, la urbanidad y el modo adecuado de dirigirse a sus jefes; 3) deben ser supervisados y retroalimentados en forma continua y rápida y sentirse afectivamente cercanos a la empresa, de lo contrario, fácilmente emigran a otro trabajo; 4) como les gusta expresar marcadamente su individualidad, es conveniente que su nombre aparezca claramente en su oficina, en su escritorio, en el estacionamiento, etc. porque necesitan de esa seguridad y les produce bienestar; 5) se les debe ayudar a fijar metas concretas a corto y mediano plazo, dándoles continuidad y siguiéndoles de cerca; 6) proyectar con ellos su rendimiento laboral pero de modo flexible (en sus horarios; en ocasiones, permitirles trabajar fuera de la oficina); 7) prepararlos para los fracasos y las críticas porque no están acostumbrados debido a su entorno familiar sobreprotector; 8) Brindarles con más frecuencia reconocimientos, estímulos e incentivos –no necesariamente económicos- porque es la forma en que han sido formados; 9) Animarles a que realicen trabajos de investigación y que lean libros usando la biblioteca o el ipad y revistas especializadas ya que no han desarrollado el hábito de la lectura y, por consiguiente, su concentración mental es baja para analizar temas abstractos y no dominan ni la ortografía ni la sintaxis, debido a que han recurrido más a la escueta información que proporciona Internet. 10) También es conveniente presentarles proyectos retadores en los que se puedan entusiasmar, de este modo, estarán mejor dispuestos a aprender cosas nuevas y buscarán una superación personal constante.
En suma, lo que concluyen estos autores es que esa brecha generacional, aparentemente infranqueable, sí tiene muchas y prácticas soluciones que giran alrededor de su capacitación intensa.
(1) Amaya Guerra, Jesús y Prado Maillard, Evelyn, Los hijos tiranos llegan a las empresas, Editorial Trillas, México, 2012, 112 páginas.
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