Las nuevas técnicas de poder

Por: Guillermo Pedro Manrique Pardo
Académico Jaliciense

Insistir en la queja contra quienes detentan el poder, es como querer regresar el torrente de un río.

En el devenir de los tiempos, las técnicas para el manejo del poder se han hecho mas efectivas. Ya no usan la fuerza de las armas sino las fuerza de la dialéctica y de los ordenamientos jurídicos.
Y estas eficiencias se han fincado en el perfecto desarrollo y aprovechamiento de los vicios humanos. El mas poderoso de estos vicios es la «Falsa FE».

Sin un ápice de cambio vivimos corregidos y aumentados los mismos problemas que enfrentaron nuestras sociedades de antaño.

Creer en que un grupo de personas, que se han autonombrado «buenas» nos van a hacer «el bien» de una manera desinteresada. Van a cuidar de nuestras pertenencias en consonancia con los ordenamientos «constitucionales». Van a crear empleos dignos, etc etc.

Sexenio a sexenio, trienio a trienio, comprobamos que después de haber triunfado en esa competencia por ofrecer «amor jurídico», «amor institucional», «misericordia partidista» solo tenemos un real deterioro de las condiciones sociales.

La condición de POBREZA, no responde únicamente a las carencias de bienestar económico, la pobreza es una condición «natural» de los que nos vemos azotados por las desavenencias creadas por los que desean someternos a una esclavitud consensada. La pobreza es una oportunidad para amar. Permitir que la miseria nos domine es un vergonzoso pecado.

La condición de pobreza nos obliga a reconocer que el camino no es luchar contra los profesionales del poder, sino reunirnos en una acción y oración comunitaria que incluya implorar la ayuda a Dios y ayudarnos en lo que nuestras posibilidades lo permitan.

En síntesis, necesitamos aceptar los dones que Dios nos ofrece de manera permanente y compartirlos en una comunión diaria.

¿Y cuales son los dones que Dios nos ofrece de manera permanente?

Los económicos que provienen de darnos lo suficiente para vivir como podemos comprobarlo a través de la historia de la salvación; en síntesis nuestro esfuerzo abonado por la providencia divina. Los espirituales provenientes precisamente del Espíritu Santo. Los morales que están escritos en el decólogo. Los sociológicos que fueron instituidos por Jesús en las bienaventuranzas.

Parece muy poco comparado con las frondosas promesas de los profesionales de la política, pero comparados en términos de paz son infinitamente superiores.

La evangelización por la que pugna el Papa Francisco, contiene una planeación eficaz para gozar de nuestra pobreza, en la comunidad de una Iglesia que hoy hay que reconstruir.

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