11 de Febrero: Las apariciones de Nuestra Señora de Lourdes

El próximo 11 de febrero la Iglesia conmemora la Festividad de Nuestra Señora de Lourdes. Fue en el año 1858 cuando la Virgen María se apareció 18 veces a la niña Bernadette Soubirous en una gruta cercana al poblado de Lourdes, al sur de Francia.

Por medio de esta niña, la Virgen llamó, y continúa llamando, a todos los pecadores a la conversión, es decir, a retornar al encuentro con Dios. Del mismo modo, Ella insistió en que la humanidad tuviera un mayor espíritu de oración y caridad, principalmente con los más necesitados, como nos ha recomendado vivamente el Papa Francisco.

Particularmente la Virgen recomendó el rezo frecuente del Santo Rosario. Esa oración tan poderosa, eficaz y querida por los Papas en la que los fieles cristianos acudimos a la Madre de Dios y Madre nuestra como hijos pequeños y necesitados.

Fue el Papa León XIII quien aprobó esta festividad y San Pío X la extendió a toda la Iglesia. Bernadette fue canonizada por el Papa Pío XI en 1925.

Estas apariciones ocurrieron cuatro años después de haberse proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción. Dicho en otras palabras, la Iglesia confirmaba que la Santísima Virgen María había nacido sin pecado original para que fuera digna morada del Hijo de Dios Encarnado, Jesucristo.

Era lógico pensar que la Trinidad Beatísima cubriera de todas las gracias a la que sería Madre de Dios, comenzando por mantenerla pura e inmaculada desde el seno materno. Por ello la Iglesia no ha dudado en sostener que Santa María es la criatura más bella salida de las manos de Dios.

Años después de las apariciones, un artista pintó a la Virgen de Lourdes en un lienzo y al concluir su trabajo, se lo mostró a Bernadette y ella respondió de inmediato: “¡No, de ninguna manera. Ella no es así. La Virgen es bella, muchísimo más bella!”

Otra anécdota interesante es que cuando comenzaron esas apariciones, el Párroco quería asegurarse de que fuera realmente un hecho sobrenatural y no meras imaginaciones de una niña fantasiosa. Así que le pidió: -Bernadette, pregúntale a esa señora -que dices que se te aparece- cuál es su nombre.

La niña cumplió con su encargo y le preguntó a la Señora cómo se llamaba. Ella sonrió dulcemente y le dijo: -”Yo soy la Inmaculada Concepción”. Terminada la aparición, la pequeña corrió hasta la iglesia para contárselo cuanto antes al Párroco. Pero le preocupaba que el nombre se le olvidase. Así que fue repitiendo a lo largo del camino, desde la gruta hasta dónde se encontraba el sacerdote: “¡Yo soy la Inmaculada Concepción! ¡Yo soy la Inmaculada Concepción!…”

Finalmente se lo dijo al Párroco. Y éste le inquirió: “-¿Y tú sabes lo qué significan estas palabras?” Bernadette respondió con sencillez e ingenuidad: “No lo sé, Padre, es la primer vez que escucho esta frase. Desconozco su significado”. De esta manera, el Presbítero comprendió que se trataba de un hecho sobrenatural.

El 11 de febrero de 1994 tuve la fortuna de visitar el Santuario de Lourdes y me llamó poderosamente la atención la enorme cantidad de muletas, bastones, sillas de ruedas…colocadas en las paredes de la gruta que testimoniaban curaciones milagrosas. Pero, sin duda, más importante son las innumerables conversiones internas de personas que vivían muy alejadas de Dios, que se declaraban ateas o agnósticas y al entrar a aquella gruta y beber del agua que mana de la fuente fueron internamente removidas por el Señor, a través de la intercesión de su Madre, y volvieron a la fe, con renovada ilusión, como le ocurrió al Premio Nóbel de Medicina, Alexis Carrel.

Refiriéndose a esta fiesta, se preguntaba el Papa San Juan Pablo II, en febrero de 1980, por qué gentes tan diversas acuden a la gruta donde tuvieron lugar las apariciones, y respondía: “Porque saben que allí, como en Caná, ‘está la Madre de Jesús’: y donde Ella está no puede faltar su Hijo. Ésta es la certeza que mueve a las multitudes que cada año se vuelcan en Lourdes en busca de un alivio, de un consuelo, de una esperanza”.

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