A 500 años de la Conquista

Lo puedes ver en los muros de varias calles, en las redes sociales de inconformes eternos con la madre patria y críticos de historia; en las conversaciones de un grueso de estudiantes a quienes se les ha lavado el cerebro en las escuelas de filosofía, antropología e historia; en las exposiciones de “arte” organizadas por en INBAL; y ahora en el Zócalo de la Ciudad de México: “500 años de resistencia indígena”. El gobierno de la ciudad conmemoró a los pueblos originarios con una representación del Templo Mayor y un alumbrado decorativo en Zócalo y en Paseo de la Reforma.

“¡Genocidio! ¡Maldito exterminio! ¡Nuestros ancestros!” gritan muchos, pero debe recordárseles que los españoles no llevaron a cabo ningún genocidio, no exterminaron indígenas (el término significa acabar con algo totalmente y eso jamás ocurrió aquí); desde luego durante la Conquista murieron indígenas y españoles. Nosotros somos el resultado de un mestizaje logrado a partir de la caída de Tenochtitlán. Pero los románticos del indigenismo se niegan a soltar su versión falsa de los acontecimientos ocurridos hace 500 años.

Mención aparte merece el cambio de nombres a calles, un acto que pretende borrar la historia que no se puede cambiar, un acto tan arrogante como absurdo, liderado por el gobierno de la Ciudad de México. Tal es el caso de la calle de Puente de Alvarado por “Calzada México Tenochtitlán”, el cambio a la estación del metro Zócalo por “Zócalo-Tenochtitlán”; la Plaza de la Noche Triste por “Plaza de la Noche Victoriosa”. Respecto a ésta última, basta saber que la victoria pequeña obtenida por los mexicas no es nuestra victoria; pero la victoria conseguida por la alianza de españoles e indígenas dando paso a la caída de Tenochtitlán dio lugar a ese mestizaje y a nuestro origen.

De entre todos aquellos que se arrogan el derecho de reclamar a la madre patria por un genocidio inexistente, el caso más vergonzoso no se lo lleva el presidente, los ateos, masones o anti hispanistas, sino aquellos católicos que contagiados de aversión a España, celebran a los pueblos originarios como cualquier rojillo comunista y holgazán. El católico ha de procurar adentrarse en la historia para evitar contaminarse e incluso avergonzarse de su pasado; debe tener presente que después de la Conquista, España no fundo Colonias sino Virreinatos, la diferencia entre uno y otro es abismal.

A saber que las Colonias son territorios sujetos al gobierno de otro país, tal es el caso de Inglaterra, que exterminaba a los indígenas y/o confinaba en reservas a fin de impedir el mestizaje. Los Virreinatos eran territorios con el mismo derecho que los europeos, había igualdad política y económica; España fundo universidades a lo largo de toda América. La mayor parte de la riqueza se quedaría en estos territorios exceptuando el quinto del rey. En suma: los Virreinatos fueron un sistema de gobierno totalmente diferente a las Colonias. Fue la expansión católica en completa oposición a la expansión protestante y masónica de naciones como Inglaterra.

Uno de los actos que se terminaron con la caída de Tenochtitlán fueron los sacrificios humanos y las prácticas caníbales donde se hacía la extracción de corazón y se desmembraba el cuerpo, cocinándolo. Sacrificaban guerreros capturados en las guerras floridas. Existe el caso particular de la caravana que iba de Veracruz a Tenochtitlán compuesta de 550 españoles, indígenas, mestizos y mulatos que fueron capturados por aztecas y llevados al pueblo de Zultépec donde serían sacrificados a lo largo de varios meses (se hallaban mujeres embarazadas y niños), ninguno quedo vivo. Más tarde Hernán Cortés mandaría arrasar el pueblo.

Pero lo más importante de todo fue la evangelización de estos territorios. Al llegar Hernán Cortés a Tenochtitlán y ver los sacrificios humanos llevados a cabo en el altar del Templo Mayor, haría derribar su ídolo haciéndolo pedazos y mandaría colocar la imagen de la Virgen de los Remedios en su lugar, mostrándoles a quién debían invocar en adelante. Tal hecho significaba que nuestra Madre Celestial vencía una vez más a dioses paganos y practicas satánicas: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya”.

No, esto no es superstición o absurdo fanatismo religioso. Si bien la Conquista fue muy dura en todos los sentidos, mas allá del choque entre dos culturas se trato de la lucha del bien contra el mal porque desde aquel día, millones de almas serían arrebatadas a satanás. Alabar a los pueblos originarios no solo es “alabar a guerreros valerosos” como lo quieren hacer ver muchos resentidos (sin sentido), sino abrazar –lo quiera o no- todo el paganismo satánico que impregnó a la cultura indígena. Cuando se odia la Conquista e intenta modificar la visión de la historia es porque en el fondo se odia y se ataca todo lo que en ella hay de cristiano.

Celebre por todo lo alto la Conquista de Tenochtitlán porque a partir de ahí fue posible el mestizaje y usted y yo estamos aquí gracias a ello; celebre la llegada de España, celebre la alianza de españoles con los tlaxcaltecas y demás tribus, celebre la evangelización de América. Grábese en la memoria que somos la mezcla de ambas razas, nosotros no éramos Colonia sino Virreinato, nosotros no éramos de España, nosotros éramos España; nosotros no le pertenecemos al paganismo satánico, nosotros le pertenecemos a Dios…

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