Admiración recíproca

Por *Juan Alberto Echeverry

Mat_8,10 Jesús se quedó admirado al oír esto, y dijo a los que le seguían: —Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe como este hombre.

Mar 9,15 Al ver a Jesús, todos corrieron a saludarlo llenos de admiración.

Todos necesitamos admirar a quienes conviven con nosotros, es parte de la naturaleza humana y es un ingrediente activo de la fe.

El esposo necesita admirar en algo a su esposa, la esposa al esposo, los padres a los hijos y los hijos a los padres. Es necesario admirar por el amor, por la sonrisa, por la servicio, por el físico, por la inteligencia, por la ternura, por la docilidad, por la obediencia, por la disciplina, por la constancia, por las destrezas, por la responsabilidad, por la humildad, por la fe, por el atuendo, etc.

Un ingrediente fundamental en toda relación humana es la admiración, y por ello, debemos trabajar en esforzarnos por mantener la admiración de los demás sin dejarla apagar, especialmente la de quienes nos rodean, pero preferiblemente, que sean cosas que perduren y no sólo lo material que pronto se acaba.

Cuando la admiración se pierde, entonces se cae en la monotonía, en la depreciación a todo nivel, y las personas llegan incluso a convertirse una carga difícil de llevar. Sería ideal que los que te rodean te admiren por una sumatoria de virtudes, y no sólo por el físico o la capacidad productiva. Eso construye relaciones profundas y duraderas. Te has preguntado ¿Por qué te admiran en tu hogar?, o mejor, ¿los que te rodean, qué admiran de ti?

*Facilitador católico Director de la FUNDACIÓN CATÓLICA IMMAH
Laico Católico Colombiano, escritor y predicador

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