Alexis Carrel recibió el Premio Nóbel de Medicina en 1912. En julio de 1903 visitó el Santuario Mariano de Lourdes, al sur de Francia. En su libro Viaje a Lourdes comenta que la razón de su viaje, en un principio, era por motivos meramente científicos. Carrel era un hombre ateo y no creía posible ningún hecho sobrenatrual. Narra que había abandonado su fe cristiana en la universidad imbuido por la corriente Positivista del filósofo y sociólogo francés, Augusto Comte (1798-1857), entonces en boga.
Estaba firmemente persuadido que las curaciones extraordinarias en Lourdes, atribuidas a la Virgen María, eran meras sugestiones colectivas.
Durante el viaje en tren de París a Lourdes, conoció a la joven Marie Ferrand, quien padecía de una gravísima peritonitis tuberculosa. En ese entonces no se habían descubierto los antibióticos y esta enfermedad habitualmente era mortal. El estado médico de la joven Marie, según relata el Dr. Carrel, era sumamente delicado, al punto que temió que pudiera fallecer durante el trayecto hasta el Santuario.
Los padres de Marie habían muerto de tuberculosis, así como sus hermanos. Ella llevaba bastante tiempo con esa misma enfermedad y su origen era orgánico. De esto se percataba con claridad el Dr. Alexis Carrel.
Finalmente llegaron a Lourdes y Marie seguía aún con vida. Unos familiares ayudaron a la joven hasta introducirla en la gruta de Massabielle, donde se encuentra la imagen de la Virgen María y junto una fuente que mana abundante agua.
Por curiosidad científica, el Dr. Carrel siguió de cerca a Marie y notó que en cuanto entró a la gruta, cambio de aspecto y a mostrar una notable mejoría. Carrel imaginaba estar alucinado: “-Creo que me volveré loco”-pensó para sus adentros al contemplar el semblante tan saludable de la enferma.
Y el Premio Nóbel le preguntó: -¿Cómo se encuentra? Y Marie le contestó con entusiasmo y sonriente: -¡Muy bien! Aunque todavía me faltan fuerzas…, pero siento que estoy curada.
El Dr. Carrel había sido testigo presencial de cómo hasta hacía poco tiempo, aquella muchacha se encontraba en agonía; ahora estaba completamente curada.
Le hicieron varios análisis médicos a la enferma y el sorprendente resultado fue que no tenía ningún padecimiento.
En forma simultánea, Alexis Carrel se había curado de su escepticismo y sus dudas de fe. De rodillas, ante la Virgen de Lourdes, comenzó a rezar lleno de emoción y agradecimiento.
Con este impactante suceso, su visión de Dios y de la religión habían cambiado radicalmente en su vida.
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