Si has participado en alguna conversación familiar o social, hasta una batalla frontal en temas como la defensa de la vida en el vientre materno, aborto, la sexualidad, la castidad, el homosexualismo, la ideología de género, familia, algún tema de moral, es casi seguro que te han llamado “medieval”, “oscurantista”, “retrograda”.
Este “insulto” es común en boca del estulto, del masón, del ateo, del católico ignorante y en general del que odia todo orden, hordas vulgares de nuestros días que todo lo envenenan. En cualquiera de los casos anteriores, no combaten el “fanatismo religioso medieval” como afirman, sino que combaten todo aquello que es bello, bueno y verdadero, combaten la luz y la verdad de la cual es depositaria la Iglesia Católica.
La Edad Media tuvo las siguientes características entre muchas otras:
La evolución paulatina de ser un esclavo para ser un siervo y más tarde campesino libre, se debió principalmente a que el espíritu imperante era de orden católico. Cada vez era más difícil la compra-venta de esclavos cristianos, dado que la esclavitud no era acorde a la ética de una Europa convertida al catolicismo. Esto origino un cambio profundo: dignidad, todos y cada uno ocupaban un lugar en la sociedad. La fuerza que actuaba haciendo cohesión era, precisamente una religión común entre el señor y el siervo: el catolicismo.
La majestuosidad de la arquitectura en la Edad Media –como en ningún otro período- que es el Gótico, el cual sucedió al estilo románico, fue en el que se realizó la construcción de catedrales con bóvedas acanaladas, arcos apuntados y arbotantes que facilito el hacer catedrales cada vez más altas. Una de las muestras es la catedral de Saint Denis en Paris. Una generación iniciaba su construcción sabiendo que probablemente no la vería terminada, eso le correspondería a la siguiente. La catedral en general era una de las grandes preocupaciones de la sociedad medieval puesto que Dios, lo divino era el centro de todo, el orden perfecto: el orden católico.
En la Edad Media se dio la propagación de universidades que nacen al amparo de la Iglesia Católica, y tal fenómenos no ha sucedido en ninguna otra civilización. La universidad era entonces una institución abierta donde los estudiantes acudían a Bolonia o bien Paris, el objetivo era acercar a la verdad, a la luz, al conocimiento, a las ciencias y a la teología católica, en suma, instruir y acercar a Dios. La filosofía en la Edad Media vio nacer a Santo Tomás de Aquino, filósofo dominico y teólogo, doctor de la Iglesia, autor de la Suma Teológica, obra insigne de teología con 14 tomos, teniendo como fundamento las Sagradas Escrituras, la doctrina de los santos, la teología, explica la enseñanza católica en su totalidad. La importancia fue tal que el Concilio de Trento contaba con tres libros de consulta principal: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino.
El hábito de vilipendiar la Edad Media, de tacharla de oscurantista, de atacarla sin miramientos, es por lo que en ella hay de cristiandad. No ha habido época de mayor esplendor en la historia de la humanidad que la Edad Media. Y dicho sea de paso, el enemigo de la cristiandad atacó con el Renacimiento que no fue “la salvación” de la civilización sino un retroceso, la vuelta hacia el paganismo, el antropocentrismo, lo humano pasa por encima de lo divino.
Así que, cuando alguien trate de insultarte llamándote “medieval” o “habitante de la Edad Media”, sonríe ampliamente, siéntete orgulloso y mantén la frente en alto, te hacen un elogio, te dicen que perteneces a la época de mayor esplendor que la humanidad haya conocido y que los siglos venideros muy probablemente no volverán a ver jamás. Es verdad, ya no estamos en la Edad Media, pero es nuestro deber restaurarla, restaurar lo divino sobre lo humano, la verdad sobre la mentira, la luz sobre las tinieblas, el orden cristiano católico sobre el desorden masónico y ateo, poner a Dios sobre todas las cosas, solo así llegará el día en que podremos decir triunfalmente:
“Veni, vidi, Deus vincit”…
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