Algunas reflexiones sobre la visita del Papa Francisco a Chile y Perú

Manuel Ocampo Ponce

Universidad Panamericana, Guadalajara.

Intensos días de la visita del Papa a Chile y Perú. Países con contextos políticos y religiosos difíciles por el bajo porcentaje de católicos cuyas tasas están por debajo del 50% y por las dificultades de un mundo secularizado y hasta apóstata que se ha ido generalizando en occidente las últimas décadas. En ese contexto el Papa Francisco, ha acudido como peregrino de la alegría del Evangelio a llevar un mensaje de esperanza, de fe y de paz sin descuidar la caridad y la misericordia sobre todo con los más pobres.

Dentro de los motivos que se pueden atribuir a la baja de católicos en la región, se pueden mencionar, además de la secularización y la vida consumista y materialista con sistemas políticos y educativos que van en contra de los valores del Evangelio, la falta de formación de los bautizados para poder comprender el misterio de la Iglesia peregrina en la Tierra y que es santa, porque su fundador es el mismo Cristo y está asistida por el Espíritu Santo, pero compuesta por pecadores, que peregrinan en este mundo en el que el católico está en camino de santidad.

Otro de los motivos en que diferentes medios insisten, son los constantes escándalos producidos por las fallas de los católicos, sean laicos o ministros, aunadas a los sistemas políticos, económicos y educativos anticristianos, que han sido la causa de la disminución en el número de personas que se manifiestan católicas. Pero hay que ser conscientes de que muchos católicos, aun cuando recibieron la fe, el hecho de no tener los elementos y la formación necesaria para madurar esa fe y comprender el sentido sobrenatural de la Iglesia que está por encima de cualquier escándalo. Ha provocado que su fe se vea afectada. Y es que cuando la fe no se fundamenta adecuadamente, y no se cimienta sobre elementos sólidos, es fácil que se deteriore frente a cualquier ventisca.

No obstante, el Papa se presenta como mensajero de paz para reavivar la fe, que, aunque es un don que sólo Dios puede dar y que se recibe por medio del bautismo o por una gracia actual, la gracia de estado del pontífice y su buena disposición de reavivar la fe, son elementos importantes en la acción del Espíritu Santo sobre los bautizados y los llamados a reavivar su fe y llamados a la conversión. No podemos dejar de mencionar que, durante su pontificado, aunque el Papa Francisco ha sido muy contundente en no dejar impunes las agresiones de algunos fieles sobre todo ministros, a las víctimas de atropellos contra sus derechos humanos, no ha dejado de promover la necesidad de una formación en la Iglesia que recupere la importancia del perdón, la misericordia, la reconciliación y la vida de conversión como elementos fundamentales del cristianismo.

Por último, quisiera añadir, que para un análisis realmente objetivo de este contexto. Así como es importante reconocer las fallas de los bautizados de la Iglesia peregrina en camino de conversión y movernos hacia la promoción de una vida justa, también es preciso enfatizar que no todos los escándalos tienen un fundamento en la realidad, y que muchos de ellos son propiciados por personas que, aun cuando pueda parecer que tienen buena disposición, sus declaraciones difamatorias, injuriosas y en algunos casos hasta calumniosas, no siempre van con la intención de lograr la justicia y de favorecer y ayudar realmente a las víctimas y a los agresores, ni de evitar nuevas víctimas, sino a aprovechar el escándalo para agravar los problemas, destruir la labor evangelizadora de la Iglesia e incluso realizar la justicia por su propia mano por medio de actos de venganza, que destruyen la fe y la vida cristiana.

Esta es la razón por la que la Iglesia, que custodia la Verdad de Cristo y que has sido siempre promotora del verdadero bien del hombre y de sus derechos humanos, ha constituido un llamado constante a la conversión que consiste en el perdón y en la restitución del pecador para que vaya dando pasos por el camino de la santidad en lugar del camino de la marginación y la condenación. Porque es consciente de que Dios se vale de los más débiles y de los más pequeños para en su miseria mostrar la grandeza de su obra.

 

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