Ana siempre…

“…Jamaica va a entregar primero, sale el último relevo y ahí va a salir Ana Gabriela Guevara, México va a salir en este momento en la 5ª posición pero atención porque Ana Gabriela Guevara está ya en la pista del Estadio João Havelange. México va en el 5º lugar, duelo cerradísimo, vean el cierre que trae la jamaiquina Davita Pendergast, Estados Unidos también corriendo con Nicole Leach, Leach contra Pendergast. Ana Gabriela Guevara, lo mejor de la mexicana va a venir a partir de esta curva, en los últimos 150 metros. El record mexicano es 3:27.88 y allá va a Guevara, ¡Guevara puede darle el bronce a México! Adelante Estados Unidos, después Jamaica, Cuba, Brasil se está quedando. Ana Gabriela Guevara tiene que ir por el bronce, ¡bronce!, ¡México puede ir por el bronce! ¡Guevara cierra! ¡Cierra Guevara! México puede ir por la plata, ¡Plata para México! ¡Plata para México! Relevo 4×400 en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, ¡Relevo descomunal de Ana Gabriela Guevara!, ¡Qué manera de cerrar! ¡México se cuelga la plata!” (Antonio Rosique, Río de Janeiro 2007)

No, no es mentira, el país que vivía y respiraba fútbol de repente se paralizaba durante poco menos de un minuto para ver correr a la naciente estrella deportiva del presente siglo. Una pista de tartán era ahora tan importante como la cancha de césped; por fin el país podía celebrar no una victoria aislada, sino una racha ganadora en las justas más importantes del deporte internacional, la bandera de México se enarbolaba en todo lo alto. De conocer solo derrotas y logros nimios en el fútbol, el país tenía por fin a alguien que borraba los destrozados anhelos de triunfo para darle a manos llenas las victorias que había soñado siempre. Lo conocíamos de la mano de una sola deportista en una disciplina que jamás hubiéramos imaginado, y la victoria tenía nombre: Ana Gabriela Guevara Espinoza.

Los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999 sería su primer logro importante que la ubicaba en el escenario internacional. Llegarían las Olimpiadas en Sidney 2000 obteniendo el 5º lugar; bronce lugar en el Campeonato Mundial de Atletismo 2001; en el en 2002 ganaría las siete competencias de la Liga Dorada de la IAAF; 1er lugar en la Copa del Mundo de Atletismo en Madrid 2002; 1er lugar en el Campeonato Mundial de Atletismo 2003, medalla de plata en las Olimpiadas de Atenas 2004, 1er lugar en la Gala en Mónaco 2004; bicampeona en los Juegos Centroamericanos y del Caribe y tricampeona en los Juegos Panamericanos (1999,2003,2007).

Ana no ganaba sus competencias, Ana dominaba su disciplina y su dominio fue absoluto. Los deportistas de élite y los de mediana capacidad compitieron por igual a su lado, porque Ana participó lo mismo en la Liga Dorada de atletismo, en Campeonatos Mundiales que en Juegos Centroamericanos y del Caribe, no había competencia insignificante. La mejor velocista en 400 m aportaba estatus a cada justa deportiva en la que participaba y esto fue muy visible particularmente en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003, cuando al lado del dominicano Félix Sánchez causaron euforia total: atletas de talla internacional, campeones del mundo, presentes en una justa continental.

Mientras los reflectores se dirigen comúnmente a las competencias individuales de Ana, maravillosas victorias desde luego; yo tengo presente en la memoria dos competencias dignas de describir por las circunstancias tan distintas en las que ocurrieron:

*En la Copa del Mundo Madrid 2002, Ana era la No. 1 del ranking mundial; participó en los relevos 4×400 por el equipo de América al lado de Sandie Richards, Daimí Pernía, Christine Amertil. Estados Unidos sabiéndose sobrado en conjunto para obtener el oro no quiso integrarse al equipo de América. Sin embargo este equipo haría historia pues vencerían por vez primera al equipo de las barras y las estrellas. Un periódico deportivo hacia análisis respecto a la victoria: la clave había sido justo la entrega de la última estafeta y por supuesto tener a Ana como ancla cristalizo una victoria contundente.

*En los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007, Ana se hallaba en el último año de su carrera. Un día antes se había convertido en la primer mujer en ganar el título continental en tres ediciones: Winnipeg 1999, Santo Domingo 2003 y Río de Janeiro 2007. Aquella noche lluviosa en la pista de tartán azul, mostraba su poderío en el relevo 4×400 como en los mejores momentos de su carrera al correr su tramo en un tiempo de 49.50 segundos. Participaría al lado de María Teresa Rugeiro, Gabriela Medina, Zudikey Rodríguez. El pronóstico más reservado indicaba que se podía ganar el bronce de manera muy cerrada. Lo que sucedió fue digno de una proeza: con amplia desventaja Ana remontaba del 5° al 2° lugar. Vimos como zancada tras zancada rebasaba a sus rivales. En el ocaso de su carrera se alzaba como los grandes y una vez más nos entregaba una victoria memorable, una hazaña de esas que solo las leyendas son capaces de dar: una plata con sabor a oro.

Muchos opinan que Enrique Garay hizo la mejor narración de una competencia de Ana refiriéndose a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. No lamento decirles que tendrían que escuchar la narración de Antonio Rosique de aquella noche lluviosa en Río de Janeiro en el relevo 4×400. Una carrera memorable solo podía tener una narración memorable y ¿quién que la haya escuchado no siente en verdad emoción y deseos de llorar? En medio de la lluvia y de la ovación del público Ana nos mostraba que aun teniendo altibajos es posible soñar si lo entregamos todo. Podía decir al fin como en la canción “A mi manera” de Frank Sinatra que tanto la inspiraba: …“Planeé cada ruta, cada cuidadoso paso a lo largo del camino. Y más, mucho más que esto, lo hice a mi manera”…

Ana, la mejor atleta que ha dado nuestro país en toda su historia, Ana siempre…

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