CPAC: Cuando una causa nace destruida

“Si la inteligencia se adhiere a ideas falsas, si la voluntad elige el mal y se vincula con él, ni la una ni la otra alcanzan su perfección, ambas pierden su dignidad innata y se corrompen”. SS León XIII

Este fin de semana se llevó a cabo en la Ciudad de México el evento llamado Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC México) donde se tiene la intención de contrarrestar la expansión del socialismo en Hispanoamérica. Entre los exponentes de mayor renombre estuvieron: Eduardo Verástegui, Abby Jhonson, Javier Milei, Ted Cruz, Pablo Muñoz, Hermann Terstsch, Eduardo Bolsonaro, Lesch Walesa, étc. La CPAC tiene su origen en los Estados Unidos, siendo creada en 1974 por la Unión Conservadora Estadounidense y Jóvenes Estadounidenses por la Libertad. Está diseñada para reunir a conservadores y a la élite de derecha de aquel país. Otras naciones llevan a cabo sus propias ediciones como Brasil y ahora México.

En el discurso inaugural, Eduardo Verástegui hizo el llamado a formar una «verdadera derecha». Y continúa: “No nos quedaremos con los brazos cruzados, no señores, no va a ser fácil. Por todo lo mencionado creo que este CPAC es una oportunidad idónea para que los conservadores mexicanos junto a los que nos visitan procedentes de diversos países podamos diagnosticar claramente las amenazas socialistas que enfrentamos y compartir ideas y estrategias de cómo combatirlas. Es también una oportunidad para forjar alianzas estratégicas en nuestra lucha por la democracia y la libertad. Que no quepa duda aquí en este encuentro se levanta un movimiento de gente valiente, gente dispuesta a dar la batalla por sus respectivas naciones. Por demasiado tiempo, familia, los conservadores en la región hemos estado desamparados”. Señaló además que “poco a poco esta surgiendo una generación de líderes coherentes que luchan por una sociedad libre en la que se atesore la libertad de expresión, sin censuras, ni cancelaciones; la libertad religiosa, el derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte”.

Otro de los exponentes, el polémico diputado argentino Javier Milei llamó al capitalismo «La superioridad del capitalismo en términos productivos no está en discusión, pero si no fuera justo, debería abandonarse, sin embargo es el único sistema que es justo. Por eso, si los viene a correr un zurdo por el lado moral no se lo dejen pasar, nosotros somos superiores en lo productivo y en lo moral”. Pero si Javier Milei hiciera caso a sus propias palabras, debería abandonar el capitalismo. Dichos discursos parecen razonables y justificados, ¿quién desea ver su patria consumida por el socialismo o comunismo? Porque lo cierto es que, tan malo es ser de derecha como de izquierda, tan destructivo es adoptar un sistema capitalista como un sistema comunista, ambos demuelen la sociedad en que se anidan. Muchos dirán que esta lucha desde CPAC es mejor que nada, y tal vez tengan razón en ese sentido, el ostracismo nunca logra nada, pero la lucha contaminada destroza.

Los errores en los discursos no se remiten solo al ámbito político, sino también en temas como la libertad de expresión, que baste decir no es un bien, no es un tesoro en ninguna sociedad. Erramos cuando pedimos libertad de expresión absoluto, pues al buscarlo para aquello que es bueno, implícitamente lo pedimos para todo aquello que es malo, lo pedimos para todas las ideas y opiniones falsas que llegan a las masas estultas, colocándolo al mismo nivel de aquello que es bueno. Pero la libertad de expresión solo puede darse a aquello que es correcto, a aquello que es bello, bueno y verdadero; ergo el mal, lo falso y podrido debe ser censurado pues permea en la sociedad dañándola. La verdadera libertad de expresión es virtuosa y esta circunscrita dentro de los límites de la moral. La libertad de expresión sin censura que proclama CPAC es tan solo la esclavitud del pensamiento y del actuar.

Por lo referente al tema de la libertad religiosa, se pone en pie de igualdad el error y la verdad. La Iglesia Católica es puesta al mismo nivel y condiciones que las sectas y otras religiones, hablamos de un mal per se. Monseur Guizot lo decía claramente en 1861: «Yo bien sé y lo declaro con sentimiento, que la libertad religiosa, este tesoro de la civilización moderna, no se ha granjeado ni fundado por creyentes cristianos». Entonces ¿a quién se debe ese «tesoro» del que ahora habla Eduardo Verástegui? Guizot nos lo dice: «Al espíritu humano», es decir la razón, el laicismo, concebido en la revolución francesa de 1789. Los católicos liberales de entonces reprochaban a los católicos ultramontanos el no admitir más que la libertad del bien, por tanto, los primeros sabían perfectamente que la libertad religiosa era la libertad del error, un error que conducía al indiferentismo religioso.

Algunas máximas expresadas en aquel discurso de inauguración en CPAC ya han sido dichas por católicos liberales del siglo decimonónico, como Charles Montalembert, Félicité Robert de Lamennais, Jean Baptiste Lacordaire, que encontrarían condena en la encíclica Mirari Vos de SS Gregorio XVI; les saldría al paso el célebre periodista católico francés Louis Veuillot, el teólogo francés Abad Jean-Joseph Gaume y SS Pío IX con el Syllabus, compendio de todos los errores modernos y el Concilio Vaticano I. En aquellos días el error fue combatido públicamente por todos los medios disponibles como la prensa, la educación, las encíclicas papales y el Concilio. Hoy, al grueso de católicos le parece insultante que se censure el error disfrazado de “libertad de expresión, libertad religiosa y democracia”. Sucede que más de dos siglos después, seguimos absorbiendo los ideales de la razón en lugar de los principios cristianos.

La lucha de CPAC nace con intenciones limitadamente buenas como la causa provida, pero por lo demás, destruida en sus cimientos…

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