Es por todos conocida la historia del Caballo de Troya que según la Eneída, era un gran caballo de madera que los griegos dejaron ante Troya, después de diez años de asedio. En él se habían escondido los guerreros griegos. Los troyanos engañados por la trampa, introdujeron el caballo en la ciudad, rompiendo para ello parte de la muralla. Durante la noche, los griegos salieron de su escondite y atacaron, destruyendo la ciudad.
En nuestros días vemos a infinidad de personas preocupadas por tal o cual tema, luchando contra las injusticias del mundo. Lo anterior es loable, sin embargo hemos de ser lo bastante precavidos para advertir cuando nuestra lucha o intención puede desviarse del camino. En el caso del movimiento provida y profamilia es un ejemplo sobre el desempeño tan importante del católico.
Un católico es provida, (entiéndase un católico que conoce su fe), pero un provida no es necesariamente católico. Es la razón por la que el movimiento provida y profamilia tiene fisuras en su lucha: hay en su interior católicos liberales o estultos, ateos, gnósticos, sectarios cristianos, luteranos, budistas, musulmanes, judíos, que creen firmemente que los métodos anticonceptivos son la solución al aborto y los promueven, que la fecundación in vitro y los vientres de alquiler están justificados por ser un medio “válido” para traer vidas a este mundo, aceptan la unión civil homosexual so pretexto de que cada quien tiene derecho a vivir su vida como le plazca; todo lo anterior es visto como parte de un respeto humano.
Se entiende este pensamiento en los demás, ya que su pensamiento está mal desde la raíz, pero en el caso de los católicos no debemos decir que respetamos una conducta errada, porque en tal caso, siendo errada ha de corregirse para vivir como es debido. Lo que está mal, está mal y no puede pasar por bueno, no importa cuán conciliadores queramos parecer. Se respeta a la persona pero no la acción.
Incluso uno escucha a católicos decir: “¡No debemos imponer nuestra moral a los demás porque nos pareceremos a los izquierdistas o a los pro ideología de género! ¡No! Hay que ser respetuosos de las vidas ajenas”. Y procuran poner mucho énfasis en ello, para que el mundo no les tome por fariseos o intolerantes, penoso. Y si quieren recurrir al argumento de la caridad para acallar la realidad, recordemos que la primer condición de la caridad es no traicionar jamás a la verdad.
Cierto es que un católico en la vida pública, un político o un activista por ejemplo, no esperamos que dé una plática sobre catequesis o un tratado sobre apologética en cada aparición pública (seamos serios en esto), pero tampoco debe difundir y defender los derechos humanos en forma contraria a la doctrina de la Iglesia Católica.
Que la gente hará lo que le plazca a puerta cerrada es un hecho, sin embargo esa no es excusa para decir por ejemplo que «los homosexuales tienen derecho a hacer lo que les plazca» (como no se diría de un adultero o de cualquier otro pecador). El homosexual, el promiscuo, el adultero y cualquier otra persona que no se encuentre en estado de gracia, esta llamado a la conversión. Eso es catequesis básica. Hablamos no solo de salud pública, del bienestar común de nuestra sociedad, sino particularmente de la salvación de las almas.
El católico vacilante, ambiguo o pragmático es absorbido por el pensamiento liberal del mundo convirtiéndose en el Caballo de Troya perfecto al interior del movimiento provida y profamilia, en el grupo de catequesis parroquial, en el clero o en su propia familia. Van a las marchas a favor de la familia pero en las elecciones presidenciales votaron por el partido más radical y abortista que se haya visto en el país, se les encuentra muy dispuestos a subestimar una campaña de oración, dispuestos a usar la defensa en el vientre materno como moneda de cambio a la primera oportunidad: un puesto político en el gabinete actual, la economía nacional, los migrantes, la infraestructura, las becas, la ayuda económica a ancianos, etc.
Ser provida no es prueba alguna de catolicismo, así que no nos preocupemos por ser muy providas o profamilia, preocupémonos por ser primero católicos coherentes conocedores de su fe y doctrina católica, lo demás vendrá por añadidura, porque a la postre, podemos llegar a ser garantía de una defensa sólida de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, hacer una promoción verdadera de la familia, combatiendo cada frente del monstruoso liberalismo que se ha esparcido como un cáncer dentro de muchos católicos. Seamos cautos respecto católicos liberales que son activistas pues tarde o temprano nos veremos siguiendo pasos errados. Debemos tener perfectamente claro que el liberalismo (que no pocos católicos promueve hoy en día), no es ni será jamás la solución a los males que aquejan a nuestra sociedad
Nadie es infalible ni perfecto, pero todos somos perfectibles dentro del plan de Dios. Recordemos siempre las palabras del Papa Pio IX:
«El liberalismo católico «es un pie en la Verdad y un pie en el error, un pie en la Iglesia y un pie en el siglo, un pie conmigo y un pie con mis enemigos».
¿En dónde estamos ahora?…
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