El llamado séptimo arte es sin duda uno de los medios de difusión de mayor impacto. Se encuentra infinidad de películas para cualquier gusto: drama, romance, bélicas, suspenso, terror, étc. Por lo regular los focos rojos se prenden si la película es erótica o pornográfica, sin embargo justo debajo de nuestra vigilancia se filtran decenas de películas aparentemente inofensivas como las pertenecientes al género de drama-romance.
Varias de éstas un presupuesto alto, la fotografía es espléndida, actores famosos o medianamente conocidos, la banda sonora excelente y muchos aciertos propios de la industria del cine. Algunas versan sobre la diferencia de clases sociales entre los protagonistas, donde el chispazo surge y se enamoran, un amor imposible claro, a ello le sigue la inminente prueba de amor, por supuesto desprovista de todo compromiso. No podía faltar en otras el amante ocasional de uno o ambos, antes, durante o después de conocer al ser amado, pero descuiden porque esto es necesario para encontrar a su “verdadero amor”.
Hace un tiempo leía como una madre estaba orgullosa de que su pequeña hija se declaraba fan de una de éstas películas, ¿de verdad? Sobra decir que no hace falta que una película sea erótica o pornográfica para saber cuando su contenido es malo o dañino. Si desde la infancia acostumbramos a los niños a este tipo de historias, ¿qué concepto de amor tendrán una vez llegada la edad adolescente y adulta? Sí, yo sé que muchos padres enseñan valores a sus hijos, pero si después de ello les permiten ver este tipo de historias o peor aún ellos mismos los llevan a verlas, ¿acaso no hay una incongruencia?
Si se supone que una historia vale la pena, si los actores han hecho una buena interpretación, ¿qué necesidad hay de incorporar escenas sexuales? Las respuestas pueden ser muchas y el objetivo solo uno: la deformación y destrucción de lo que es el verdadero amor, que implica por supuesto castidad y fidelidad. Enseñar a discernir a los hijos temas capitales como el amor los protegerá del gran lodazal que la cinematografía de hoy les ofrece, esto no es en absoluto presunción sino mero sentido común, es formación, es amar a los hijos.
Perdemos de vista que los niños y jóvenes son bombardeados diariamente con mensajes carentes de toda moral provenientes de comerciales, publicaciones en redes sociales, programas de radio, películas, conversaciones, amistades, maestros. Y tan solo hay que leer las críticas para saber de lo que el grueso de la gente se alimenta ahora, lo que le “llena” el gusto. Lo que abunda en estas producciones es lo edulcorado, el sentimentalismo, lo permisivo, el retrato de personas incapaces de vivir los valores morales. Se ha preguntado usted ¿cuántas de sus películas favoritas o que considera “pasables” están dentro de este esquema tan mediocre? Apuesto que justo ahora podría citar varias ¿no es así? “Tres metros sobre el cielo”, “Diario de una pasión”, “Top Gun”, “Titanic”, “Leyendas de pasión”, “Los puentes de Madison”, “Amarte duele”, “La esposa del viajero”, “El diario de Bridget Jones”, “Notting Hill”, “Una cuestión de tiempo”, “Bajo la misma estrella”, “La primera vez”, y un largo étc que solo usted sabe… casi puedo escuchar las exclamaciones de indignación, directo al gulag.
Habrá quien diga que es cuestión de gustos, nada más errado, es discernimiento para elegir lo que es bello, bueno y verdadero, no lo tomen a la ligera, se piensa que es temporal mientras se es joven, pero luego se encuentra a adultos recomendando cada barbaridad, en fin. Si se piensa que el cine solo retrata la realidad, entonces ¿dónde están las millonarias producciones que muestran a jóvenes que viven la castidad? Porque existen, créalo. ¡Que exageración! ¿Entonces que verán nuestros hijos? Buena pregunta, discierna y sea franco con usted mismo, luego comience a filtrar y a desechar de su videoteca lo que no vale la pena, nunca es tarde, nadie es perfecto pero todos somos perfectibles dentro del plan de Dios. Las recomendaciones sobre las producciones que valen la pena (independientemente del gusto) las dejaré para otra publicación.
Y recuerde aquella frase de Nicolás Gómez Dávila: “El estiércol sirve, lo importante es no usarlo de alimento”…
Alexa Tovar alexatovar2017@yahoo.com
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