“El cuidado y la crianza de los hijos…”

No concibo los intereses del hombre y la mujer como antagónicos. Concibo a ambos mirando hacia una misma dirección: el bienestar de las familias, el bienestar de nuestras comunidades, la prosperidad de nuestras regiones, el mejoramiento de nuestra patria, el engrandecimiento de México.

 

 

Luis Donaldo Colosio 

 

Posiblemente el mayor acontecimiento social en la historia del siglo XX, fue la irrupción de la mujer en la refundación de la vida privada y pública en un contexto prácticamente universal. La necesidad de que el sexo femenino ingresara al mercado laboral le abrió los ojos a la humanidad entera, concientizándola de la importancia que representa el hecho de que la fuerza laboral femenina tome parte en las actividades políticas, sociales y económicas de los países. En efecto, al final del milenio pasado, dimos cuenta de grandes revoluciones y reformas que han transformado a las sociedades y a su cultura, pero si de algo podemos sentirnos orgullosas las generaciones de mujeres que hemos transitado el siglo XX, es de haber protagonizado una lucha permanente, legítima y pacífica que está empezando a rendir sus frutos.

Hemos revolucionado nuestra condición femenina para asumir una identidad propia a partir de nuestro acceso a la educación, al mercado de trabajo y por supuesto a la posibilidad de planificar nuestros destinos sin movilizar ejércitos, no olvidando los movimientos feministas que a su vez revindicaron nuestros derechos y prerrogativas sociales.

Hoy me he querido enfocar en mi tema favorito, el tema de género; de la igualdad de oportunidades para ambos sexos, del efecto que los hijos tiene en el ingreso de las mujeres y de la inequidad que aún existe en cuanto a este tema. Por eso, basándome en la tesis titulada “La crianza y el cuidado de los hijos: limitantes a la participación económica femenina”, comparto con ustedes un pedacito de este fascinante tema.

Es bien sabido que la situación de la mujer ha cambiado, aunque no en todos los lugares y circunstancias. Las mujeres representamos más de la mitad de la población del mundo, realizamos casi dos terceras partes de su trabajo, recibimos sólo la décima parte de los ingresos y poseemos menos de la centésima parte de los bienes mundiales.[1] En contraste, es curioso recordar que las mujeres somos las encargadas de educar a las sociedades, somos las destinadas a transmitir los valores y las comisionadas en muchas ocasiones a mantener económicamente a la familia (con el paso de los años la tasa de jefas de familia ha ido en aumento).

Asimismo cabe señalar, que no basta con que las mujeres sean jefas de familia, lo que implica que tienen que destinar mayor parte de su tiempo en un trabajo remunerado monetariamente, sino que también están los hijos. Quienes ocasionan que la participación económica femenina se vea perjudicada en mayor proporción. Ejemplo de ello es la inminente diferencia que origina tener o no hijos en cada jefa de familia: una jefa de familia, según datos de la Encuesta Nacional Ingreso Gasto de los Hogares (ENIGH) para 1996, que no tiene hijos gana en promedio al mes $4056.63 y una que sí tiene hijos gana $3852.21, lo que nos da una idea de la influencia de los hijos en las madres encargadas de la manutención de su hogar.

Aquí se da un dilema, que se ha estudiado de manera exhaustiva y aun sigue con incógnitas y sin soluciones, pero eso no quiere decir que no haya avanzado, el cual nos dice que la mujer se ve obligada a trabajar doblemente. La muy comentada doble jornada; trabaja en una oficina y cuando llega a casa ahí no ha terminado su chamba, sigue trabajando en el cuidado de sus hijos (ayudarlos con la tarea, bañarlos, cuidar a algún enfermo, etc.) trabajo que a muchos se les hace sin importancia, sin embargo, como ya lo mencioné la mujer es la encargada por excelencia de la educación de las futuras generaciones. Si éstas se ven en la necesidad de trabajar para poderse mantener, pues no tienen alternativa y si a parte tienen que cuidar de sus hijos pues menos.

Desgraciadamente en países en desarrollo como el nuestro, no existe infraestructura eficiente que apoye a que estas mujeres puedan combinar sus dos trabajos. No hay suficientes guarderías y las que hay son muy deficientes, sin mencionar las que son privadas que son muy caras. En este sentido y a su vez, las empresas privadas ven al sexo femenino como una amenaza al éste solicitar un empleo, es decir, temen por que se embaracen y les represente un costo. Lo cual es válido, pero pienso que los gobiernos pueden intervenir en este tema, haciendo que los periodos de incapacidad los absorba el estado como un incentivo a que las mujeres puedan ingresar a empleos a la altura de sus habilidades y necesidades, y más importante todavía, que puedan mantenerse a ellas y a su familia.

Es un tema tan extenso que nunca acabaría de redactar, pero en resumidas cuentas es una realidad que los hijos son una limitante a la participación económica femenina, y que las mujeres son por lo general las más afectadas en cuanto a educación, ingreso y horas de trabajo. Ellas son las que deben de repartir su tiempo dado por día en varias actividades, pero si se considera que además son jefas de familia, es en donde el problema se hace mayor. Sin embargo y a pesar de lo que opino en cuanto a que la mujer debe de trabajar y superarse como persona; estudiar, tener mejores empleos y mejor remunerados, es de nosotras la obligación de propagar los valores y formar familias que unidas construyan países fuertes con sociedades dignas de trascender. No podemos limitarnos a dejar de procrear para simplemente trabajar, no debemos olvidar que por fortuna somos las que damos vida, las que formamos los cimientos de las f
uturas generaciones.

Es importante continuar con el arduo trabajo que han realizado nuestras antepasadas a fin de lograr que a la mujer se le respete y se le dé igualdad de oportunidades, pero es tarea de nosotras, quienes aún transitamos por este siglo, hacer que se nos valore también como madres y se nos apoye para poder ejercer nuestro papel de educadoras.

Nos leemos la semana que entra para no quedarnos atrás y ver hacia delante.

 

 


[1]  Fundación: Presencia Ciudadana. Programa “Por un Consejo Nacional de las Mujeres” – Martha Delgado Peralta – Febrero de 1998.

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