Hace varios años, navegando en internet, daba con un vídeo muy corto titulado “Diálogo de Carmelitas”, el momento justo en que monjas Carmelitas van hacia el martirio, siendo guillotinadas en la plaza pública, durante la Revolución Francesa. El vídeo me pareció tan dramático que no pude evitar conmoverme.
La película francesa “Diálogo de Carmelitas” fue realizada en 1960 bajo la dirección de Raymond Leopold Bruckberger y Philippe Agostini. Relata el martirio de las monjas Carmelitas de Compiégne que se negaron a dejar la vida monástica durante la persecución desatada en la Revolución Francesa contra la Iglesia Católica. En dicha persecución se destruyeron centenares de conventos y dieron muerte a muchos religiosos, aunado al genocidio de La Vendée. León XIII las declaró venerables el 16 de diciembre de 1902 y Pio X las beatífico el 13 de mayo de 1905.
La película inicia con el ingreso de la joven Blanca de la Force al convento de la orden Carmelita como un medio para protegerse de la persecución contra católicos durante la Revolución Francesa. Adopta el nombre de Sor Blanca de la Agonía de Cristo. Con el tiempo confiesa su debilidad, un temor hacia la vida y muerte. Las monjas reciben repetidas visitas del comisario local: recoger el listado de los bienes del convento, el registro minucioso del convento para buscar a un fugitivo. Después una muchedumbre que enarbola la bandera de la Revolución ataca dicho convento. Se les ordena cambiar de ropas, se les prohíbe toda vida de comunidad, el contacto con sacerdotes refractarios, entre otras cosas. Ante ello, las monjas Carmelitas pronuncian sus votos de martirio antes de abandonar el convento. Una vez afuera a Sor Blanca de la Force se rehusa a estar con sus hermanas. En posterior “juicio” condenan a muerte a las monjas; son llevadas al cadalso. Sor Blanca las ve pasar; recogiendo unas flores del suelo, se acerca temerosa, enjuga sus lágrimas y acompaña a sus hermanas al martirio, venciendo todos sus temores.
Los diálogos son una verdadera joya, de una belleza que quizá pasa inadvertida la primera vez que se le ve, pero que a la siguiente, uno percibe el alto contenido evangelizador:
-“Al régimen que pretende suprimir la religión y dispersar las comunidades, creo que todas nosotras debemos responder pronunciando solemnemente el voto de martirio. Porque Francia siga siendo cristiana las hijas del Carmelo solo pueden ofrecer su sangre”. Con frecuencia conciliamos la verdad y el error que menospreciamos o ignoramos el sacrificio que no pocos mártires y Santos han hecho a lo largo de la historia por amor a Dios y a la salvación de las almas, manteniéndose fieles a la Verdad.
-“Es verdad que no creo poder vencer mi angustia, no, ya no lo espero. Pero esta casa es el único lugar en el mundo donde todavía puedo ofrecérsela a Nuestro Señor, como un enfermo sus llagas vergonzosas. Porque al fin y al cabo, Dios permite que sea cobarde, como permite que otras sean valientes o mediocres”. Dios nos ama con todas nuestras imperfecciones, debilidades y virtudes, Él espera pacientemente nuestra conversión. ¿Cuántas veces rehuimos su llamado a lo largo de nuestra vida?
-“En los asuntos del mundo, cuando toda esperanza de conciliación se ha perdido, la fuerza es el supremo recurso. En los asuntos de Dios el supremo recurso está en el sacrificio de las almas consagradas”. Muchos no comprenden que si el mundo actual sigue sosteniéndose es por la oración, particularmente de los consagrados.
A lo largo de la película podemos escuchar cantos como Vexilla Regis, una joya que habla sobre la realeza de Cristo. Si bien las monjas Carmelitas antes de morir cantaron el Miseres, la Salve Regina, el Te Deum y el Veni Creator, en la película solo se aprecia éste último himno mientras las monjas caminan hacia el cadalso donde se halla la guillotina. Dicho himno fue compuesto en el siglo IX, invoca al Espíritu Santo, se canta en la elección de Papas, en el Breviario Romano se asigna este himno a las Vísperas y a la Tercia de Pentecostés, en la celebración de sínodos, en la ordenación de sacerdotes y cuando un aspirante recibe su distintivo en la Adoración Nocturna. No es un secreto que actualmente haya católicos que menosprecian el latín so pretexto de que no le entienden o que es anquilosado, lo que en la mayoría de las veces no es más que pereza o ignorancia, ambas vencibles con un poco de esfuerzo y dedicación para aprender las oraciones más básicas en la lengua oficial de la Iglesia. Una vez que se le conoce, se le ama.
Según testimonios de lo sucedido el 17 de julio de 1794, me doy cuenta de lo que me había sacudido fuertemente en su momento: cantando el Veni Creator, las monjas Carmelitas se habían dirigido al cadalso llenas de gozo ante el asombro de la muchedumbre, en fidelidad total a Dios.
Si bien existen muchas películas sobre santos y mártires, en lo personal considero “Diálogo de Carmelitas” como la segunda mejor película evangelizadora (solo superada por “La Pasión” de Mel Gibson). Una maravillosa producción cinematográfica que me recuerda las dramáticas palabras del fallecido Cardenal Francis George:
“Soy el último obispo de Chicago que morirá en la cama. Mi sucesor morirá en prisión y su sucesor será martirizado en la plaza pública. Y su sucesor recogerá los pedazos de una sociedad en ruinas y lentamente ayudará a reconstruir la civilización, como ha hecho la Iglesia tan a menudo en la historia”…
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