La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha aprobado la Norma Oficial Mexicana (NOM) 046-SSA2-2005 que ordena a todos los hospitales públicos practicar abortos cuando el embarazo sea resultado de violación, sin necesidad de que la víctima haya denunciado el delito ante las autoridades. Tan solo bastará que la víctima presente una solicitud bajo protesta de decir verdad de haber sufrido violación. En cuanto al personal médico, no está obligado a corroborar si lo que dice la mujer es verdad. En el caso de menores de 12 años, la solicitud será presentada por los padres o el tutor.
Como era de esperarse la norma ha sido el beneplácito de muchos. Si bien la violación de una mujer es un acto terrible, se le impone otro más: matar al hijo en las entrañas. Aunque parece justificable dado que el padre es un violador, en definitiva no es la solución: se somete a la mujer a un trauma mayor diciéndole que puede abortar a su hijo; una adolescente o mujer adulta puede mentir sobre la causa del embarazo y tener acceso al aborto solo porque su palabra basta, que la víctima no denuncie jamás la violación y el violador esté libre. El aborto es el sueño dorado de los violadores y tratantes de blancas al no quedar evidencia de su abuso. El aborto es también la solución del hombre que es incapaz de hacerse responsable por el hijo que engendró en una relación.
Las consecuencias de haber aprobado la modificación de la norma son por tan graves que esto nos pone a escasos pasos del aborto libre. Hay quienes piensan que actúan acertadamente al defender la vida con excepciones, refiriéndose al aborto por violación, pero apoyarlo bajo esta causa es afirmar que una vida vale menos que la de otros. La ley que debería usarse para castigar al culpable es ahora usada para castigar al bebé en el vientre materno, ni siquiera nos detenemos en buscar soluciones de vida. Por supuesto, no olvide que el aborto es un negocio muy lucrativo.
La defensa del aborto ha permeado a un nivel tan alarmante que sin más encontramos mujeres apoyándolo (desde las pláticas más casuales hasta un activismo deleznable) recomendando, exigiendo o financiándolo, particularmente si es por violación. Esto último es lo que cautiva a muchos estultos: la “protección” de una víctima. El caso de los varones no es para menos, puede verse infinidad de jóvenes que creyendo ser provida, apoyan el aborto solo en casos de violación; peor aún, afirman no ser abortistas, dando como argumento la consabida cantaleta del feminismo radical. Pero nada tan grande sucede de pronto.
¿Cómo es que el cáncer que implica la defensa del aborto por violación avanzo tanto en tan poco tiempo? Observe detenidamente. Infinidad de mujeres se quejan de la clase de hombres que hay en la actualidad, pero ¿acaso no saben que el aborto quita toda responsabilidad al hombre? ¿qué esperaban de los varones que fueron acostumbrados por las mismas mujeres a una mentalidad anticonceptiva? Una vez que vieron que podían usarlas y salir bien librados, prepararon el camino para que otras fueran tratadas de la misma manera. Se quejan de que ellos sólo ven su cuerpo, pero muchas mujeres sólo presentaron eso. Se dicen a sí mismas que buscan el placer al que tienen «derecho», cuando lo único que propician es que sean usadas. Se han reído en su cara los hombres patanes, sus “amigos” que les aconsejan vivir su sexualidad como les plazca, las farmacéuticas que venden los anticonceptivos, sus padres incapaces de guiarlas y corregir sus ideas abortistas (o peor aún, fomentándolas) y hoy también los violadores, los tratantes de blancas, y la flamante Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Y ninguno de ellos protegió los derechos de la mujer jamás, menos aún su dignidad.
Deleznable ¿no le parece?
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