El Aspecto Integral de la Solidaridad

Suelo practicar la natación con frecuencia. Algunos días, un grupo de buzos se adentran en lo hondo de la alberca para realizar sus prácticas. Siempre me ha gustado el mundo  marino. Por asociación de ideas, me viene a la mente cómo muchas personas no conocen de la vida más allá de lo que presenta el limitado espacio de una piscina.

Desconocen, siguiendo con esta metáfora, que el mundo submarino tiene una riqueza inconmensurable: increíbles corales, infinidad de peces multicolores,  variadísimas  plantas, arena, rocas y, ese imponente silencio del mundo subacuático que, en realidad, tiene su propia música y belleza.

AL LLEGAR LA JUVENTUD

Hay muchos jóvenes que tienen grandes ideales en la vida y abrigan importantes ilusiones para su desarrollo profesional, para formar una familia,  tener estudios de posgrado, etc.

Pero hay otros que se centran en lo inmediatamente placentero. Se trata de “pasarla bien, aquí y ahora” y nada más. Con frecuencia, tienen bajos promedios escolares, se aficionan al alcohol, a las drogas, al desenfreno sexual y todo parece girar en torno a lo que les parece “divertido” o “entretenido” aunque muchas veces les conduzca a un callejón sin salida.

Lo dramático es que muchas veces en su propio entorno familiar o de amistades, en vez de ayudarles a enmendar su camino, a modo de excusa y para eludir responsabilidades, se comenta simplemente: “Ya lo conoces, así es él”; “Es un caso perdido, no tiene remedio”, o peor aún, la actitud del que dice: “A mí me vale lo que él haga. Cada quien su vida, ¿no?”.

Y una faceta muchas veces desconocida de la solidaridad es acercarnos a este tipo de jóvenes, y en plan cordial, positivo y amable, hacerles ver que ese estilo de vida les conduce a un despeñadero. Lógicamente corregir a alguien, de entrada, le puede costar y hasta pueden reaccionar mal.  Pero se trata de conducirlos gradualmente y del mejor modo a la verdad. Llevarles de la mano, fraternalmente, para se enfrenten consigo mismos, como en un espejo, a su propia realidad y se decidan cambiar.

En cierta ocasión me comentaba, entre lágrimas, un adolescente: -Si todo el mundo sabía que yo me estaba aficionando a las drogas, ¿por qué nadie se acercó a mí para ayudarme? ¿Por qué permanecieron pasivos mis familiares y conocidos y esperaron a que me sobreviniera esta adicción profunda y que terminara en esta clínica de rehabilitación sufriendo lo indecible física y moralmente? ¿Es que acaso yo a nadie le intereso?

EN EL PROCESO DE  MADURAR COMO CÓNYUGE

En otro orden de casos, observamos a algunos profesionistas jóvenes, casados y con hijos, que dan la impresión que vienen arrastrando actitudes de adolescentes inmaduros, y piensan que “el matrimonio es una especie de juego” y comienzan a tener un largo serial de aventurillas amorosas.

Cuando un buen amigo, conversa con ellos, en privado, y les hace ver que con su conducta puede poner en grave riesgo a su matrimonio; causarle un tremendo dolor a su cónyuge si se llegara a enterar de sus infidelidades o un serio trauma a sus hijos, si sobreviniera la separación o el divorcio, entonces es cuando habitualmente suelen recapacitar y se deciden a cambiar de actitud.

EL PRESTIGIO EN EL MUNDO PROFESIONAL

Lo mismo podríamos decir en el terreno laboral. ¿Cuántas veces no nos hemos encontrado con colegas que son inteligentes, brillantes, listos, pero en su trabajo no progresan ni se desarrollan porque son dispersos, desordenados, inconstantes, poco eficaces?

Me recuerda la célebre frase de San Agustín: “Corres bien, pero fuera del camino”. El orientarles y auxiliarles a estos profesionistas a que se pongan desafíos concretos para superarse en su desempeño profesional, a que busquen ser los mejores en su especialidad, a que crezcan en responsabilidad e iniciativa  y en saber cumplir con las metas laborales que se han trazado, sin duda,  resulta de gran ayuda.

CUANDO DIOS PREGUNTA POR NOSOTROS

No menos importante es el tema de Dios. Muchas mujeres y hombres parece que transcurren los días de su existencia como si tuviéramos una permanente morada en la tierra, como si el Más Allá no existiera, como si la muerte fuera una realidad tan lejana que “no vale la pena ni pensar en ella”.

Es fundamental ubicar a este tipo de personas en cuatro cuestionamientos vitales que se han hecho los hombres de todas las épocas: “¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es el verdadero sentido de la existencia humana?”

Es decir, animarles a que se tomen a Dios en serio. Que se afanen por buscarlo y sea la brújula que conduzca todas sus acciones de manera congruente y armónica.

LA AMISTAD COMO PUNTO DE PARTIDA

Todo lo anteriormente expuesto, parte de una amistad profunda y confiada. Sólo un amigo puede decirle a otro sus verdades tal y como son. Puede animarle a que reflexione y se conozca más a sí mismo para superarse como persona porque los verdaderos amigos buscan ofrecerse siempre el bien mutuamente.

En la Biblia, en el libro de Job, se escribe: “La vida del hombre sobre la tierra es lucha”. Todos los seres humanos de
bemos de esforzarnos por mejorar, por crecer en virtudes y arrancar defectos. Pero esto no se logra sin un empeño serio y continuado a lo largo de toda la existencia.

Tengo un amigo –bastante mayor que yo- que, a lo largo de muchos años, no ha dudado en señalarme los puntos en que debo de mejorar como persona. Pero me corrige con tal aprecio, estima e interés, que la verdad de las cosas invariablemente se lo he agradecido muchísimo. Ha sido un maestro de vida para mí.

Hace poco me comentaba el director de una clínica en Tlapa, en la Sierra Alta de Guerrero, que le escribió un profesionista y en síntesis le decía que el haber realizado su trabajo social en esa zona de pobreza extrema del país, le había dejado una honda huella.  Le confesaba: “Antes era el típico joven egoísta, inmaduro, que no pensaba más que en pasarla bien con mis amigos. Pero desde que pasé por esa clínica, mi sensibilidad por los problemas sociales aumentó notablemente y ahora procuro ayudar mucho a la gente. ¡Gracias por haberme invitado a colaborar en su maravillosa institución!”.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Es decir, que para vivir la solidaridad tenemos que considerar siempre el aspecto integral de la  persona y sus circunstancias. Porque un consejo dado a tiempo, puede reorientar la vida de un adolescente  o en sugerir  un acertado enfoque en los primeros años de trabajo profesional; en la fidelidad conyugal de un hombre casado y en su responsabilidad como padre y esposo; en su acercamiento a Dios y en cultivar su preocupación por ser más humanitario y brindar su mejor esfuerzo hacia los más necesitados.  En síntesis, la solidaridad firme, estable  y bien consolidada comienza desde el corazón de cada hombre.

 

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