El dilema

Las consecuencias ya medibles, de la pandemia son desastrosas. La tragedia humana, las muertes, los infectados conocidos y los que seguirán, serán sin duda la consecuencia más dolorosa. Mientras no se encuentre un tratamiento, todo es incierto y todas las proyecciones seguirán siendo difíciles de medir. La incertidumbre continúa.

Hoy la desesperación económica parece estar a la par o por encima de la sanitaria. La pérdida de empleos, el cierre de los negocios y el cierre económico es una realidad que tarde o temprano te alcanza. Los países más ricos pueden soportar más el cierre y aguantar el encierro. Los países pobres, que viven al día, si no los ayudan, no pueden soportar.

¿Cuál sería la receta ideal para terminar con la pandemia sin tener un tratamiento disponible? El encierro total. ¿Por qué no lo hacemos? Porque tenemos que comer y sobrevivir. ¿Quiénes pueden cumplir mejor con el encierro? Los más ricos. Si ya sabemos esto lo ideal sería encerrarnos todos y a los que no tienen y viven al día necesariamente los tendría que apoyar el gobierno y en nuestro caso, la sociedad, los que más tienen.

El dilema al que nos enfrentamos hoy es a ver un comportamiento global, y seguro local, en forma de “W” en donde presentándose fuertes altibajos hay una caída, luego una fuerte recuperación y muy probablemente una nueva caída abrupta. La desesperación y necesidad económica nos esta llevando a relajar las medidas restrictivas y sanitarias y poco a poco países y gobiernos empiecen a abrir parcialmente las actividades.

Cuando esto empiece a relajarse en mayo, en Estados Unidos, Italia, España, Francia, etc. el riesgo de que los contagios puedan volver a incrementar es muy alto. Este posible error que va a cometer gran parte del mundo parece una salida forzada en muchos países por razones políticas, específicamente el caso de Trump, que quiere reelegirse este año y al seguir el deterioro económico sus posibilidades se verán reducidas. Hay que ver como en España o Italia lo que propone el gobierno, lo critica la oposición.

Al final hasta esta decisión se ha politizado. Yo no soy partidario de la teoría de reactivar a la economía y atenernos a las consecuencias, como por ahí proponen algunos empresarios incluso muy beneficiados por el actual sistema. También entiendo que si aquí no hay apoyos, voluntad, creatividad y la misma cantidad de recursos que tienen los países que mencioné, los riesgos además de sanitarios pueden empezar a ser sociales y de inseguridad.

Necesitamos tener un programa formal de apoyo que defienda a los empleos y a la gente que menos tiene, también a la gente que vive al día. Si cancelamos los tres proyectos no prioritarios y utilizamos esos recursos, más partidas extraordinarias, que ya quedan muy pocas, así como contratar algo de deuda para no bajar en productividad y competitividad, podríamos sobrellevar mejor el encierro y no ver este comportamiento en forma de “W”. La deuda no se contrata para regalar dinero, esa es una receta socialista que fracasa siempre. La deuda es para apoyar a que quienes producen y generan plantas de empleo no fallezcan. Es endeudarse para producir más, tal y como lo hace una empresa. La deuda cuando se contrata para producir no solo no es mala, es el mejor aliado para crecer.

El dilema en el que se encuentra México y el mundo por diferentes razones es si abrir prematuramente no traerá luego consecuencias muy dolorosas y que alarguen la crisis. El riesgo de haber actuado tarde y luego abrir prematuramente, es alto.

29 de abril de 2020 ​​​​​@juansmusi

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