El egoísmo explicado a los hijos

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El egoísmo es la condición personal de los que tienen un desmedido, inmoderado y excesivo amor a sí mismo y a sus propios intereses, descuidándose de los demás. No han descubierto que disfruta más el que da, que el que recibe.

Los egoístas siempre van a lo suyo, son incapaces de sentir las necesidades del prójimo. Prefieren encerrarse en su propia torre de marfil, sin querer darse cuenta, ni comprender nada, para no tener que aceptar su propio egoísmo. En el prójimo solamente ven peldaños para ir subiendo, u objetos para utilizarlos en su propio beneficio, sin darse cuenta que ser desprendido y ayudar a los demás, produce más satisfacciones, que todos los actos de egoísmo juntos.

El egoísta no es generoso, es soberbio, inseguro, auto consentido y mal educado. Le falta carácter y es incapaz de rectificar su camino, porque siempre soslaya el deber. No quiere aceptar que su pobre y relativa felicidad artificial, no será duradera, si no lucha contra su egoísmo personal.

El egoísmo está soportado en el vicio de la avaricia, incluso en la distribución de las herencias, en la participación en los gastos comunes familiares, en la ayuda a los padres ancianos u otros familiares necesitados,

etc. Desgraciadamente, estos casos de egoísmo extremos, suelen terminar en graves discusiones, enfados y riñas entre los familiares.

No es difícil reconocer a las personas egoístas y sus actitudes. Es cuestión de fijarse en su comportamiento ante los demás, o hablar un rato con ellos. No vale la disculpa, de que quieren cerrarse y concentrase en sus propios problemas. Pero para calificarlos como egoístas, debemos seguir el refrán: Ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. A cualquiera, no se le puede calificar de poco generoso, avaricioso, ambicioso, tacaño, etc. Hace falta darse cuenta y cerciorarse de su egoísmo.

A todos nos gustaría, que todo el mundo dejara a un lado su egoísmo y se comportara con altruismo, generosidad, caridad, filantropía, desinterés, abnegación, sacrificio, humildad, sencillez, solidaridad, etc. Pero cada uno debemos comenzar a practicar esas virtudes y valores humanos, para que así cunda el buen ejemplo y desaparezca el egoísmo.

Todos somos un poco egoístas con nosotros mismos, pero algunos incluso, nos esforzamos en demostrarlo continuamente ante los demás. Nos gustaría no ser egoístas, pero no nos esforzamos lo suficiente en ello, es muy duro pensar primero en el prójimo, antes que en uno mismo. Las alternativas entre dar y tener, muchas veces hoy las consideramos irreconciliables. De ahí viene la práctica del egoísmo.

Hay una raya muy sutil, entre lo que es egoísmo, lo que es supervivencia y lo que es mejor para todos. Algunos padres no pueden hacer todo lo que desearían hacer para todos, por lo que deciden hacer las cosas lo mejor posible, intentando que sean en beneficio de todos. Incluso pueden tener que beneficiarse ellos mismos a corto plazo, para que haya en el futuro, un mejor futuro para todos. Puede no ser egoísmo, dedicar mucho esfuerzo y horario al trabajo, si con ello se supone que está sembrando, para que todos disfruten de la cosecha.

Ser padres para enseñar las virtudes y valores humanos y practicarlos, dando así ejemplo, es mucho más complicado, que aplicar cuatro teorías psicopedagógicas y esperar el milagroso resultado. Ser padres supone formarse profesional y familiarmente, querer, proteger, mimar, poner límites, educar, acompañar, servir de sparring, aconsejar, ordenar, crear un ámbito cálido de convivencia, sugerir, castigar, orientar, animar, empujar, consolar, servir de modelo, cuestionar, asentir, disentir, comprender, perdonar, resistir, etc.

El egoísta siempre está aislado en su soledad, solamente se cuida de él mismo. Su egoísmo va creciendo continuamente, hasta quedarse solo y volverse un traidor para la familia, los amigos y la sociedad. El que se aísla en su egoísmo, acaba perdiéndose en su auto exclusión, directamente con su comportamiento, despide a los de su alrededor, incluso a los que le quieren.

El egoísmo de conciencia, impide tener un sentido comunitario, que debería llevar a la práctica de las relaciones con el prójimo, empezando por los más cercanos. El egoísta nunca da, siempre dice: “A cuanto toca, sin poner nada”. Siempre termina mal, los demás se dan cuenta y le aíslan.

20 Situaciones donde más se practica el egoísmo:

1. Cuando en las familias, aunque sobren o falten las cosas, se ignora y desprecia las necesidades de los más próximos: Padres, hermanos y familiares.

2. Cuando hay injusticias en los repartos de herencias, beneficios familiares, trabajos, ayudas o gastos a realizar.

3. Cuando todos en la familia quieren tener la razón y se producen graves discusiones, enfados y riñas.

4. Cuando en los negocios se practica la política del “todo vale”, para obtener el máximo beneficio posible, caiga el que caiga.

5. Cuando se va contra el Décimo Mandamiento de Ley de Dios, encadenado a otros, como: La codicia, la usura, la ambición desmedida, la lujuria, la gula, la deslealtad, el soborno, la traición, la estafa, el robo, la violencia, el engaño, la simonía, la corrupción, la tacañería, el egoísmo, la mezquindad, la avidez, etc.

6. Cuando predomina el egoísmo y falta el amor humano y religioso entre la familia, los amigos y la sociedad.

7. Cuando los cónyuges desprovistos de amor, basan su vida en el egoísmo personal, sin adaptarse al cónyuge y esperando siempre obtener ganancias.

8. Cuando cada uno, creyéndose el centro del universo, quiere las cosas para sí mismo, anteponiendo sus caprichos, a las necesidades de su propia familia.

9. Cuando alguno de los cónyuges, goza de una buena posición económica y social, disfrutándola egoístamente, sin compartir los beneficios con la familia.

10. Cuando pudiendo ayudar con tiempo, dinero o conocimiento, a quienes menos tienen, no hacen absolutamente nada por su prójimo, Estando en una situación, en que debería hacerse.

11. Cuando solamente se piensa en acumular, para sentirse seguro o poderoso, quedándose con todo, sin darse cuenta de que ayudar o compartir, brinda un beneficio espiritual, social y económico mucho más profundo que lo imaginado.

12. Cuando en el matrimonio, no hay entrega ni adaptación completa del uno al otro, pensando solamente en el beneficio propio, sin dar nada a cambio.

13. Cuando en la familia, no hay solidaridad con todos los componentes y solamente, hay indiferencias hacia los demás.

14. Cuando las acciones están llenas de arrogancia, desentendiéndose de los problemas e inquietudes de los demás, mirando para otro lado, para no verlos.

15. Cuanto no se dan cuenta que dando más, a cambio, se recibe más.

16. Cuando los hijos se olvidan de todo lo que los padres les dieron y estos necesitan ayuda material, emocional o económica.

17. Cuando los hijos una vez conseguidos los bienes de los padres, que podrían dejarles en herencia, se deshacen de ellos y los mandan a un asilo o los abandonan solos en sus casas.

18. Cuando se es impuntual, por el hecho de ser egoísta con los propios gustos, tiempos, caprichos o conveniencias.

19. Cuando el egoísmo se utiliza, como músculo destructivo o limitante del matrimonio, hasta conseguir anular la vida del otro cónyuge.

20. Cuando los padres, para ganarse la incondicional sumisión de los hijos, les ofrecen injustificados o excesivos premios.

Los padres tiene que enseñar a sus hijos, primero con el ejemplo y después con instrucciones claras y concretas, sobre la relación que tiene el egoísmo, con el resto de los pecados capitales. El egoísta es posesivo, egocéntrico, narcisista, presumido, ególatra, inhibicioncita, tacaño, etc.

El egoísmo híbrido, lo manifiestan en el consumo y en otros aspectos de la vida, los que no escatiman nada y derrochan, cuando se trata de satisfacer sus caprichos o necesidades, pero contrarrestan ese egoísmo personal, cuando tienen que decidir sobre cosas sin importancia o baratas. Entonces quieren demostrar que son esplendidos. Suelen ser muy elocuentes cuando gastan para ellos y muy parcos, cuando lo hacen para otros. Compra las cosas buenas y caras para él, pero compra lo más barato y peor para su familia, siempre con interés emocional, personal o social.

Este ejemplo se refleja en los cónyuges, que retienen para sí la parte más importante de los ingresos familiares, y el resto lo entregan a la familia, para que se arreglen como puedan, sin importarles las necesidades

familiares.

Los egoístas no se sacrifican por los demás, Primero yo, después yo y siempre yo. Piensan que cuando les toque la hora de los sufrimientos, alguien les ayudará, pues para eso están los familiares, amigos o la sociedad. Se suelen olvidar de los sacrificios que otros hicieron por ellos, y que lógicamente, si no fueran tan egoístas, ahora tendrían ellos que corresponder. ¡Que me den y que me den! ¡A cuanto tocamos sin poner nada!

Cuántas personas están pidiendo a gritos, aunque muchas veces silenciosamente, que alguien les quiera, que alguien les diga una palabra amable, que alguien se sienta satisfecho por ellos. Pero el egoísmo impide ver lo que sucede alrededor, pues solamente quieren escapar emocionalmente, para satisfacer su egoísmo. Buscan ser felices, sin saber muy bien ni dónde, ni cómo, ni con quién. En esa desesperada huida, para satisfacer su egoísmo, se van a lo aparentemente más fácil, buscando compensaciones, huidas y placeres.

Se lucha contra el egoísmo impulsando, arrastrando o volcándose con el prójimo que nos necesita. Ya que tirando de los demás, consciente o inconscientemente, se mejora uno mismo y se produce y consolida la amistad y el amor a los demás, aunque la compensación no sea inmediata, pero sí real y eficaz. Cuando se busca el bien del prójimo, con cariño y naturalidad y servirle sin contraprestaciones, los hijos lo ven y aprenden a tener, menos problemas personales o a solucionárselos. Dándose a los demás, no necesitan de falsas evasiones y escapismos, para sentirse satisfechos.

Yo, y primero yo, es el principal fruto del egoísmo, que suele producir la búsqueda peligrosa y desordenada de placer y la necesidad imperiosa, de evasión física y mental. Algunos tratan de conseguirla, dañándose cada vez más, ignorando inconscientemente su debilidad o anemia emocional y, las formas de salir de ella.

La familia tiene un papel fundamental, en la lucha contra el egoísmo. El amor al prójimo, enseñado en la familia, es la mejor medicina preventiva, el ámbito natural, en el que los hijos deben aprender a amar. El mayor regalo que pueden hacer los padres, es dando su propio testimonio de amar bien al prójimo, empezando por los hermanos, familiares y amigos. Los padres tienen que ser un modelo auténtico de amor, y enseñar a los hijos desde pequeños, que el horizonte o punto de mira, no son ellos mismos, sino los otros.

El egoísta es la antítesis del filantrópico, pues este da todo lo que puede, basado siempre en las 3 T’s (Tiempo. Talento y Tesoro). Con generosidad, pone su experiencia, conocimiento y pasión, al servicio de los demás. El egoísmo también se refleja en las personas, empresas o asociaciones. Los padres tienen que enseñar a sus hijos, a dar generosamente, no solamente cuando es fruto de un impulso, emoción o simpatía.

Tienen que aprender a adquirir el conocimiento, para hacerlo dentro de una estrategia de su plan de vida. La idea de dar, debe ir más allá de un regalo o donativo, pues debe hacerse, intentando que las personas y el mundo sean mejores.

Los que quieran eliminar o disminuir su egoísmo, deben saber que, uniéndose a otras personas o grupos altruistas, encontrarán muchas razones, para poder mejorar su forma de convivencia con la sociedad. La

unión hace la fuerza, incluso para cambian los defectos propios. Consúltelo como hacerlo con un experto sacerdote, pastor, rabino o imán, según la religión que practique y él le ayudará. Pasar de egoísta a dadivoso no es tan difícil.

El egoísmo en algunas personas no tiene límites, lo quieren todo para sí y nada para los demás, la avaricia les puede. No se quieren da cuenta, de las necesidades que hay delante de sus ojos y siguen queriendo más cosas para ellos, aunque ya lo tengan casi todo, incluyendo lo que no necesitan y lo que les estorba. No se enteran, de que son unos privilegiados y siguen queriendo más y más, incluso aunque no hayan hecho ningún mérito, ni esfuerzo, para conseguir las cosas que tienen.

Hay una emergencia educativa, contra el egoísmo en las sociedades plagadas de consumismo, sin límites, y del culto al Yo y la práctica del Ego. Se necesita que los padres, primeros y principales educadores, con sus derechos y obligaciones, se den cuenta del problema de su difícil y hermosa responsabilidad, de educar a los hijos. También deben aunar sus esfuerzos, compartir experiencias y coordinar los objetivos y acciones, entre los diversos ámbitos: familia, escuela y sociedad. En orden a la transmisión de las virtudes y valores humanos, que son los únicos conceptos, que pueden contrarrestar la plaga del egoísmo actual.

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