El extraordinario momento que significó el descubrimiento de las formas naturales, tuvo lugar como ya comentamos en esa hermosa zona bañada por 3 mares el Mediterráneo, el Jónico y el Egeo.
Este ha sido el período más profundo y rico en la historia del arte occidental. En estos años en que la democracia ateniense alcanza su más alto nivel, el arte como consecuencia natural, llega a una perfección y belleza que, ahora más de 2000 años después, no se ha vuelto a repetir.
¿Que hizo que estallara esta revolución en el pensamiento y sentimiento de aquellos seres? Una época en donde empiezan a interrogarse, sobre la naturaleza de las cosas, sus leyendas y tradiciones. Donde la ciencia y la filosofía, así como el teatro se empieza a desarrollar, a asombrar y enriquecer a sus ciudadanos.
Después del rechazo de Atenas a los persas, bajo la dirección de Pericles se comienza la reconstrucción de los edificios saqueados, pero ahora llegarán a un grado esplendoroso. Esos mismos templos serán de nuevo levantados pero los harán en mármol, logrando un brillo y nobleza hasta entonces desconocido. El hombre al que le encargaron su reconstrucción, fue al gran Fídias, que como ya mencioné, ha sido considerado el más grande escultor de todos los tiempos.
A pesar de que su fama trascendió a través de los siglos, no tenemos obras que nos muestren la grandeza de su creador. Sabemos que hacía esculturas como la de Palas Atenea de más de 9 metros de altura.
No podemos imaginar como destacaría esta colosal figura broncínea en el majestuoso santuario. Fue la mayor estatua que jamás se fundiera en Atenas. No fue su única Palas Atenea, hizo otra por encargo de los atenienses que se creía era la más bellas entre todas sus obras. La última fue en la Acrópolis, la gran Atenea de marfil, que debía substituir al ídolo de madera del Partenón. Otra de las imponentes esculturas de este artista, fue el famosísimo Zeus, de marfil y oro, para el templo de Olimpia, pero no tenemos muchos datos, ya que al no haber ninguna copia, nos basamos en las referencias que de ella hacían los grandes escritores de la época. Con estas figuras de gran tamaño y belleza Fídias ofrece al pueblo otra forma de concebir y adorar a sus Dioses.
Pericles y Fídias transformaron a una ciudad sin importancia como Atenas, en la más hermosa de Grecia.
He nombrado a Fídias, pero la lista de escultores es inmensa.
Podríamos llenar libros, mencionando sólo unos cuantos, de los que han dejado un amplio e importante legado, para que hoy nosotros, cuando tengamos la suerte de ver algunas de las manifestaciones de este extraordinario período, demos gracias porque hace más de 2500 años, en un viraje profundo, una cultura nos dejó una herencia, que ha sido de asombro, deleite, y confianza para futuras generaciones.
Este arte que al terminar el siglo III a. C., parece en plena decadencia, tiene aún dos siglos de una sorprendente evolución. Es durante este período donde se manifiestan las excepcionales condiciones de esta raza. A esta última evolución del arte griego se le llamó helenístico.
La historia nos enseña que todo, absolutamente todo se puede lograr, cuando existe ese anhelo de perfección, de conocimiento y desde luego de amor al ser humano, que se traduce, en lo que ya hablamos, en evidencias, todavía vivas e imponentes, de lo que el espíritu puede alcanzar cuando tiene la capacidad de ver el alma individual. Ellos quebraron los viejos tabúes del arte primitivo y emprendieron un viaje interior, que les permitió ver el exterior con el idealismo y belleza que lo hicieron.
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