El Renacimiento como su nombre indica, quiere decir, renacer, volver a una época donde el arte había hecho grandes conquistas y descubrimientos.
Grecia con el escorzo, revolucionó el mundo de la pintura y escultura. Por supuesto esto fue imitado por Roma que gozó de un extraordinario período de apogeo. Después cuando viene lo que en historia del arte llamamos la «Edad de las Tinieblas» se olvida parte del legado que se había recibido; pero no se podía borrar del todo el glorioso pasado, las formas arquitectónicas, esculturas y el arte que había derrochado el gran imperio romano.
El trecento italiano comienza en la opulenta Florencia. Esta hermosa ciudad es el puente donde se inicia este impresionante renacimiento. En este volver a nacer aparece, el pintor que marca un antes y un después. Giotto de Bondone. Con él empieza un nuevo capítulo en la historia del arte occidental.
Él personifica el interés por los sentimientos humanos. Era amigo de Dante, el autor de La Divina Comedia y lo trató cuando estaba desterrado en Padua. Dante elogia en sus extraordinarios versos la habilidad del pintor y éste le pintó un retrato en los frescos del Palacio del Gobernador de Florencia.
Las grandes pinturas de Giotto son sus frescos, llamados así porque se pintaban sobre la pared cuando el estuco estaba todavía húmedo. Con esta nueva técnica Giotto pinta una pequeña iglesia en Padua, al norte de Italia, con temas de la vida de la Virgen y Cristo.
Una de las famosas pinturas de esta iglesia, es “La Fe” que da la impresión de ser una escultura. Se pueden apreciar detalles que no se habían dado en más de mil años; también pinta los frescos de la Basílica de San Francisco de Asís.
El descubrir nuevamente lo que se había olvidado, lo que los griegos habían descubierto hacía cientos de años, fue un momento decisivo en el rumbo que tomaría el arte, y Giotto inteligente e innovador, cambia todo el concepto que hasta entonces se tenía de cómo pintar. Podía hacer que los temas pareciesen tan reales, que los fieles que acudían a la iglesia tenían la impresión, de que eso estaba acaeciendo ahí, en ese momento. O sea Giotto redescubre el arte de crear la ilusión de profundidad sobre una superficie plana, la vuelta al escorzo.
En el famoso entierro de Cristo en la iglesia de Padua, por poner un ejemplo, las figuras están en perfecta armonía, hay espacio, libertad, movimiento, todo perfectamente acomodado. Ahora nos puede parecer normal, pero esto fue una verdadera revolución, no había ocurrido nada parecido, en muchos siglos.
Su fama se extendió por toda Italia y Florencia, estaba realmente orgullosa de que uno de los grandes genios del trecento fuera su hijo.
Acérquense a Giotto, aprendan de este excelente maestro de los comienzos del renacimiento, estoy segura lo disfrutaran. Sin duda éste y otros de los grandes exponentes de este movimiento, que iremos poco a poco conociendo, nos darán otra perspectiva del arte y del ser humano, esto nos enriquecerá intelectual y espiritualmente.
Allí nació un niño de genio maravilloso, que sabía dibujar una oveja del natural.
Un día pasaba por el camino el pintor CIMABUE, que iba a Bolonia y al ver al niño dibujar una oveja sobre una piedra, lleno de estupor, le preguntó cómo se llamaba: Me llamo Giotto y mi padre que vive en esta casa se llama Bondone. CIMABUE pidió al padre le confiara a su hijo, que había de ser con el tiempo su discípulo predilecto.
“Historia del Arte” Salvat
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