«El peor tipo de hereje es el que mientras enseña la verdadera doctrina católica añade una palabra de herejía, como una gota de veneno en una taza de agua». SS León XIII
En diferente tiempo se ha hecho apología de conductas desordenadas que, a la luz de la fe católica son pecado. Tal situación no tendría mayor trascendencia de no ser porque ahora los apologetas resultamos ser los mismos católicos, particularmente en las redes sociales. Se defiende lo que no tiene defensa posible o se defiende terriblemente mal lo que la madre Iglesia manda. Tal es el caso de la práctica homosexual, tema en el que laicos y sacerdotes han salido al paso para defenderla o excusarla. Algunos tendrán buena intención, pero al ser ignorantes caen en graves errores; otros, sabiendo que es pecado grave, actúan con dolo contaminando a muchos diciendo que Dios nos ama tal cual fuimos hechos
Pero basta diferenciar lo que ha sido creado por Dios, de aquello que es el pecado introducido en la naturaleza humana a través del pecado original. Dios nos creo a Su imagen y semejanza, pero no creo el pecado de la homosexualidad, lo mismo que no creo el pecado del adulterio. El Catecismo de la Iglesia Católica es muy claro al indicar que la inclinación homosexual es objetivamente desordenada y las prácticas homosexuales son pecados gravemente contrarios a la castidad. Ciertamente Dios nos ama pero aborrece el pecado por cuanto nos aleja de Él. Por tanto, el discurso falaz de no pocos sacerdotes en las redes sociales al salir en defensa de las personas homosexuales con el pecado de sodomía incluido es contrario a la doctrina católica.
Y esta practica como todo pecado de comisión, puede ser mediante hechos, pensamientos o palabra, por tanto, es contraria a la castidad que guarda precisamente la pureza del cuerpo, la del pensamiento y corazón. La madre Iglesia invita a los homosexuales a ordenarse, están llamados, como los otros cristianos a vivir la castidad. Aunado a ello un error deliberado difundido por varios sacerdotes en las redes sociales, es que el orgullo LGBT tiene que ver con la «dignidad» de los homosexuales, cuando realmente tiene que ver con el orgullo de la práctica homosexual que es un pecado que clama al cielo. La sodomía es el Non serviam contra el Fiat voluntas tua.
Una persona con atracción hacia el mismo sexo hará bien en alejarse de aquellos que aplauden su práctica so pretexto de que le aman. Esto le será muy duro ciertamente, viviendo en la era de llamar amor a lo que sea y de llamar amigo a cualquiera. Deberá discernir que quienes le aplauden, no le quieren, porque ¿Quién que le ame puede ocultarle que dicho pecado clama al Cielo? Ocultarle que puede ordenarse y convertirse a Dios es verdaderamente un crimen. Si busca sinceramente a Dios es preciso que procure a aquellos que sabiendo su inclinación desordenada, le acogen y le invitan a la conversión para salvación de su alma.
La misión de todo católico es precisamente llevar el mensaje de salvación, no de hacer del pecado un modo de vida. Tan solo recordar: “Cuando yo le diga al malvado: “¡Vas a morir!”, si tú no le adviertes que cambie su mala conducta, el malvado morirá por su pecado, pero a ti te pediré cuentas de su sangre. Si por el contrario adviertes al malvado y él no se aparta de su maldad y de su mala conducta, morirá él por su culpa, pero tu habrás salvado tu vida” (Ezequiel 3:18-19). Sendas cuentas habremos de dar a Dios por el alma de los demás, no nos quepa la menor duda. La pregunta es ¿qué le vamos a decir al Señor cuando nos llame ante su presencia?:
¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?
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