Hace 55 años, el Papa Pablo VI realizó un viaje a Tierra Santa, que cambió el paradigma del Pontificado romano. Aunque han pasado los años, ¿por qué sigue presente este gesto que marcó el rumbo de la Iglesia contemporánea?
El Pontífice de ese momento era Pablo VI quien tuvo la intuición de que con un viaje a Tierra Santa podía dar varios mensajes fundamentales sobre la paz, el ecumenismo y la relación de la Iglesia con los judíos, en un contexto que por sí mismo fuera un gran signo para reforzar sus discursos.
Sería Juan Pablo II quien nos acostumbraría a que viajar por todo el mundo es lo “normal” para un Papa. Por eso, podemos decir que este viaje de Pablo VI fue decisivo para la Iglesia, porque estableció un nuevo modo de cercanía entre un Pontífice y los fieles católicos del mundo entero.
Fue el 5 de enero cuando, en el Monte de los Olivos, Pablo VI se reunió con Atenágoras, el Patriarca de Constantinopla, líder de las Iglesias ortodoxas, proveniente de Grecia. Un gran abrazo y la oración del Padrenuestro en la lengua oficial de cada Iglesia, latín y griego, fueron el inicio de muchos encuentros futuros.
Juan Pablo II se reuniría después con casi todos los Patriarcas de las Iglesias ortodoxas, y 51 años más adelante, en febrero de 2016, el Papa Francisco tendría un histórico encuentro con un Patriarca ruso, Cirilo, en Cuba, pues era la primera vez que se encontraban un Obispo de Roma y un Patriarca de Moscú.
Él mismo comprendió que este viaje a Tierra Santa marcaba una nueva época y así lo manifestó a su regreso a Roma, aquel 6 de enero. En su mensaje afirmó que esa visita apostólica no fue “solamente un hecho singular y espiritual”, sino que “se ha transformado en un acontecimiento que puede tener gran importancia histórica”.
Y luego explicó cuál era esa importancia histórica. Se trataba quizá de “un comienzo de nuevos eventos que pueden ser grandes y benéficos para la Iglesia y para la humanidad”. Y así fue. Primero Juan Pablo II, luego Benedicto XVI y ahora Francisco han sido protagonistas de la paz, del ecumenismo y de la justicia social, precisamente a través de sus viajes apostólicos.
Epílogo. San Pablo VI es un personaje que las nuevas generaciones debemos redescubrir. Su profunda visión del mundo desde la fe hizo posible el gran diálogo actual entre la Iglesia y la sociedad contemporánea.
Sus viajes y sus escritos fueron una gran base para la evangelización, el ecumenismo, la paz y la justicia de las que han seguido predicando sus sucesores. Y todo esto se puso en marcha hace 55 años, en aquel viaje del Papa Pablo a Jerusalén.
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