A partir de este domingo tres de julio en que se celebrarán las elecciones por el Estado de México, Nayarit y Coahuila y de aquí en adelante estaremos en año electoral hasta concluidas las elecciones presidenciales del 2012, los ciudadanos tendremos por obligación civil y moral, y responsabilidad como mexicanos estar observando a los candidatos y a las instituciones encargadas de salvaguardar la democracia de manera transparente.
Tendremos que observar que todo lo que nos propongan, todo lo que prometan y sobre todo a lo que se comprometan los candidatos sean propuestas factibles, que sirvan y no que sólo se queden en palabras que simplemente se llevará el viento o que sean en balde. Qué quiero decir con esto, pues que nos enfoquemos en lo verdaderamente relevante, en lo que en realidad cambiará el rumbo de nuestro país. Queremos que México prospere, pero para que lo logre debemos de atacar lo principal, debemos de ver por los más pobres. Debemos de acercarnos a los números y darnos cuenta que lo que hasta ahora se ha venido haciendo, sin mencionar partidos, políticos o ideologías, claramente no ha funcionado en décadas.
Somos el onceavo país más poblado de la tierra (con una población de 112 millones 322 mil habitantes) y aproximadamente un 47% de la gente tiene algún grado de pobreza. Debemos recordar que la pobreza se clasifica en tres tipos: Pobreza alimentaria, pobreza de capacidades y pobreza de patrimonio, este 47% del que estoy hablando, abarca los tres tipos. Según el CONEVAL (Consejo Nacional de la Política de Desarrollo Social), el Estado con mayor porcentaje de personas con pobreza alimentaria (que ni siquiera tienen para comer) es Chiapas, seguido de Guerrero, teniendo este último Estado el municipio más pobre de todo el país. Cochoapa el Grande, cuyos niveles de vida son similares a los de algunas de las regiones más pobres de África, junto a Coicóyan de las Flores, un municipio oaxaqueño vecino de Metlatónoc, son los municipios más pobres del país.
Los datos anteriores, son necesarios para sacudir nuevamente conciencias y darnos cuenta que lo que se ha venido haciendo no ha dado resultados positivos. No es suficiente con decir que «Oportunidades” se ha ido ampliando, puesto que dicho programa es para la gente que precisamente forma parte de estos tres rubros de pobreza, el decir que se ha ampliado quiere decir que la pobreza ha aumentado.
No podemos seguir regalando, subsidiando y olvidando que las personas necesitan explotar sus atributos ontológicos que son la inteligencia y voluntad dentro de la libertad que nos caracteriza para poder progresar por nosotros mismos. Al respecto, debo de decir que si no encontramos en las propuestas de los candidatos políticos aquellas que busquen promover la equidad, una redistribución del ingreso y una urgente alfabetización de las personas, no son actores que le convienen a nuestro país.
La gran relación que existe entre la pobreza y el analfabetismo en México es literalmente un factor imprescindible para incluir en las agendas de los candidatos. Se estima que el 8.3% de la gente no sabe leer ni escribir (un aproximado de 9 millones 300 mil personas). Otro de los factores importantes para mantener a las personas en situación de pobreza es la ausencia de derechohabiencia a servicios de salud. Este porcentaje es enorme, pues es del 49% de la población.
En México hay un claroscuro evidente, que insulta a cualquiera. Una situación grave, muy grave que debe de preocupar a todos. La falta de generosidad, la falta de compromiso por parte de los encargados de las políticas públicas, de los empresarios faltos de responsabilidad social, y demás actores imprescindibles en el buen funcionamiento del país es también uno de los factores más preocupantes que han dejado a nuestra sociedad hundirse en esta vergonzosa inequidad de clases sociales en pleno siglo 21.
Las propuestas deben de contener educación, claro está, capacitación, salud pero algo de lo que no se habla es de la propiedad de la que el economista peruano Hernando de Soto, presidente del prestigioso Instituto Libertad y Democracia de Lima, lanzó hace casi 20 años con su propuesta que sigue generando atención: que la opción para salir de la pobreza consistía en otorgar títulos de propiedad a los pobres. Si las personas tienen sentido de pertenencia, pueden administrar aquello de lo que son dueños. Los pobres son personas como todos, que no necesitan de caridad, sino requieren de legalidad. Los pobres necesitan de motivación, de que alguien les recuerde de lo que son capaces. Por ello los que más tenemos estamos obligados a enseñarles a pescar y no solo a regalarles el pescado.
Entonces yo los exhorto a observar con detenimiento a sus candidatos para que elijan aquellos que ofrecen respetar a la persona y proponer aquello que los dignificará más de lo que ya per se son merecedores los seres humanos. Y si no existe candidato alguno que proponga algo que trascienda y que haga un cambio verdadero, un cambio sustancial en lo que México requiere, que la sociedad se lo demande como mejor le parezca en las urnas, siempre y cuando los ciudadanos participemos activamente en hacer la diferencia diariamente para ayudar a que esta brecha social aberrante se acote y podamos ser una nación a la altura de sus ideales.
Nos leemos pronto para no quedarnos atrás y ver hacia delante.
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