En el amor: aprender a comprender, ceder y perdonar

Asistí al Congreso Internacional de las Familias a principios del mes pasado que se llevó a cabo en la Expo Santa Fe, Ciudad de México.

Vinieron brillantes conferencistas de Estados Unidos, México y Europa. Recuerdo las exposiciones del conocido Psiquiatra español, Dr. Enrique Rojas y del Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, Don Tomás Melendo, ambos autores de numerosos ensayos y libros.
Un consejo que dieron para los cónyuges y, en el que todos los conferencistas coincidieron, es que en el matrimonio hay que aprender a comprender, perdonar y disculpar siempre. Por la sencilla razón que todos los caracteres son diferentes, y de modo particular, si se trata de la relación entre un hombre y una mujer.

Los casados suelen tener diferentes percepciones de una misma realidad. Por ello es clave el tratar de ser muy comprensivos el uno con el otro. A veces el varón suele ser más bien parco en sus manifestaciones de afecto, poco expresivo y un tanto seco o indiferente.

En cambio, en la mujer predomina habitualmente su delicada sensibilidad. Es detallista y suele echar de menos si el marido olvida fechas importantes como el aniversario de bodas, el día en que se pusieron de novios, los cumpleaños y santos, así como otras manifestaciones de cariño.

Una cuñada me decía: “Recuerdo cuando estaba de novia con tu hermano, una vez a la semana me invitaba a cenar y luego íbamos al cine. Ese trato íntimo lo disfrutaba mucho porque podíamos conversar ‘soñando despiertos’ sobre cuándo y cómo quería que fuera nuestra boda; le platicaba sobre los hijos que anhelaba tener; o bien, le transmitía alguna preocupación o quizá un resentimiento que tenía. En la cena hacíamos las paces, luego intercambiábamos cosas amenas y divertidas. Otras veces me regalaba un ramo de flores o unos chocolates que me gustaban. Pero desde que nos casamos, nunca más me ha invitado a cenar ni me trae esos regalos ni siquiera me plantea ir a tomar un café de vez en cuando porque dice que tiene mucho trabajo y llega muy cansado”.

Yo le recomendaba:

– ¡Pues díselo abiertamente, porque los hombres solemos olvidar esos detalles que son fundamentales! No dejes de comentarle que te gustaría mucho volver a salir juntos como cuando eran novios.

Muchas veces ocurre ante esos pequeños asuntos, que falta bastante comunicación entre los esposos.

Otro aspecto que no hay que olvidar es saber ceder para hacer más amable la vida en familia. Me refiero a que, muchas veces, hay que sacrificar las preferencias personales para darse generosamente a la esposa y a los hijos.

Por ejemplo, el fin de semana puede ser que la esposa y los hijos tengan la ilusión de realizar un determinado plan, como ir de compras a una plaza comercial y comer algún antojo que tengan y quizá el marido esté deseando ver por televisión un partido de futbol. En ese entonces, lo más recomendable es que el padre de familia olvide su partido, acompañe a toda la familia y ponga su mejor esfuerzo para que los demás pasen un día contentos.

También, un aspecto prioritario es la fidelidad conyugal, aún en los detalles aparentemente mínimos. Un amigo Doctor en Pedagogía, que se dedica a la Orientación Familiar, me recomendaba la lectura de varios libros sobre el matrimonio, entre ellos el libro “Pequeñeces”, cuyo autor es Luis Coloma. En ese texto el escritor expone que muchas veces llevados por la superficialidad y frivolidad en el trato con otras mujeres se generan verdaderas tragedias que terminan en rupturas conyugales.

Porque ello es prudente guardar cierta distancia con personas del otro sexo. En especial con esas jóvenes guapas que suelen ir detrás de los casados y profesionistas con dinero. En muchas ocasiones, resulta sorprendente la ingenuidad de algunos hombres que con aquella mexicanísima frase: “¿Qué tiene de malo si la invito a cenar o a tomar una copa?” Y en ese sentido, ellas son mucho más hábiles para que el varón “caiga en sus redes”.

Se requiere entonces ser delicados y finos para ser fieles a la esposa y no caer en las tentaciones que el mundo presenta. Es común escuchar frases de arrepentimiento, como: “¡Si hubiera cortado a tiempo en el trato con esa joven, no hubiera abandonado a mi familia!”

Por el bien de la unidad familiar es importante tener puesto el corazón dentro del propio hogar para perseverar en al amor a la esposa y a los hijos.

Porque el amor verdadero hay que cuidarlo como se cuida un tesoro. Incluso apreciarlo y valorarlo cada día más. El amor entre los esposos debe de ser una donación total, completa y profunda. No hay que perder de vista que el matrimonio es una vocación y un camino de plenitud en la existencia humana.

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