Eres mi esposa…

Por *Juan Alberto Echeverry

Pro 5,18 ¡Bendita sea tu propia fuente!
¡Goza con la compañera de tu juventud,
19 delicada y amorosa cervatilla!
¡Que nunca te falten sus caricias!
¡Que siempre te envuelva con su amor!

Eres mi esposa, pero también quiero que seas mi amante, mi secretaria, mi confidente, mi socia, mi hermana, mi cómplice en las pequeñas diabluras, la madre de mis hijos, mi hija para cuidar y sobre todo, la luz para mis momentos de oscuridad, la mujer idónea para mí vida.

Pero por ningún motivo quiero que seas mi madre; y no es que ella sea mala, sino que siento que muchas veces eres quien quiere controlarlo todo, la que se vive quejando, la que cada vez quiere más y exige más; la que no reconoce mis esfuerzos, la que se olvida que también soy frágil y necesito abrigo y cariño. No quiero que seas el policía que me persigue, ni el dedo acusador que sólo señala mis errores. Quiero que seas mi verdadera esposa, mi ángel, mi amada, mi ternura.

Quiero amarte con toda mi transparencia, porque eres más que mi esposa, eres el alimento de mí vida, el abrigo para mis momentos de frío, eres la razón en este mundo para conquistar mis mejores metas, eres la alegría de mí corazón. Contigo deseo saciar mis más loables apetitos.

Ef 5,25 Esposos, amen a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella.

Col 3,19 Esposos, amen a sus esposas y no las traten con aspereza.

Cant 4,10 ¡Qué gratas son tus caricias,
hermanita, novia mía!
¡Son tus caricias más dulces que el vino,
y más deliciosos tus perfumes
que todas las especias aromáticas!

*Facilitador católico Director de la FUNDACION CATÓLICA IMMAH

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