Eutanasia y la experiencia alemana

Cuando los más débiles se ven vulnerados, los fuertes -sin darse cuenta- están a un paso de ser vulnerados. Para que esto suceda, sólo falta que involuntariamente den ese paso al lugar de los débiles impulsados por una enfermedad, estrés psicológico, alguna situación social o económica frágil, o por su edad.

En días recientes la Asociación Médica Alemana pidió disculpas por la violaciones a los derechos humanos cometidas por médicos Nazis, pero sobre todo pidió perdón a las víctimas y a sus familias por las atrocidades cometidas. Pocos días antes la Asociación también ya había solicitado la prohibición de todas las formas de eutanasia. Estos dos gestos son muy significativos viniendo de una asociación médica que se fundó apenas un par de años después del fin de la Segunda Guerra Mundial; una guerra donde uno de sus bandos buscaba la erradicación de todas las «formas humanas» que no coincidían con sus absurdos y relativistas parámetros de “pureza”. Tenían una noción del mundo donde los hombres más puros y aptos debían erradicar todas las otras «formas humanas» supuestamente inferiores, donde se incluían enfermos, discapacitados y débiles mentales por mencionar algunos.

A un precio muy alto y sin merecerlo, la sociedad alemana tuvo que pagar el costo de las decisiones funestas de sus dirigentes en ese período tan obscuro. La Asociación Médica Alemana bien sabe que el camino de la eutanasia es un camino falso y no esta dispuesta caminarlo. Mientras tanto, cada vez más, el mundo transita por este camino donde la posibilidad de terminar vidas arbitrariamente avanza con la complicidad de muchos estados. Hablando de democracia y del gobierno desde la sociedad, se impulsan e implementan legislaciones y sistemas que supuestamente dan libertad a las decisiones de todos, pero renuncian a proteger a los que no tienen todavía voz o la han perdido. De esta forma le dan de inmediato la espalda a la democracia que supuestamente defendían. La voz de todos no es escuchada más y la democracia es abandonada. Los ejemplos pocos nos son y uno de los más claros es el Protocolo de Groningen en Países Bajos, que permite la eutanasia de niños sin consecuencias legales para los médicos y los padres.

La vida de cualquier ser humano no da saltos cualitativos, o es vida o no lo es, no puede existir con razón la idea de diferentes tipos de vida humana, la historia y la ciencia de esto dan cuentas. ¿Realmente alguien cree que haya que terminar la vida de un niño enfermo con pocas horas de nacido? ¿La vida de un niño gravemente enfermo es inútil? ¿Hemos perdido la brújula? Quizá lo que indica la brújula no nos apetece. ¿La dignidad humana de los niños cambia con sus circunstancias de salud? Cualquier criterio para poner en tela de juicio el valor de continuar la vida de algún niño, no queda más que en una referencia que solo valora la vida en cuanto a sus circunstancias y no por el hecho de ser vida dándole su justo valor. Parecería que decimos; a veces la vida vale, a veces es un estorbo, pero este criterio es arbitrario e irracional. Precisamente cuando la referencia nace del propio yo y sus circunstancias, tomamos decisiones basadas en nuestros deseos y no en criterios universales que protejan la vida de todos. Con este pensamiento cualquiera de nosotros podría ser el siguiente.

En realidad el fuerte nunca ha sido fuerte, siempre ha sido y será vulnerable, solamente basta que sus facultades físicas o su salud decaigan. Puede incluso llegar el momento donde su deterioro de salud sea tal, que no le sea posible expresarse y defender su vida de la decisión de terminarla tomada por otros, algo así como la ley de la selva.

Quizá podríamos tomar lecciones del pasado escuchando a los que tienen la brutal experiencia, para no volver a tropezar, ahora la caída podría ser más fuerte.

No es difícil encontrar el origen de la dignidad humana y las razones para respetar la vida, en el fondo todos lo sabemos, sólo falta poner atención y querer encontrarlo. Una clave sería buscar en la historia y en nuestra vida distorsiones de nuestra propia imagen como seres humanos, donde con frecuencia calificamos de manera distinta el valor de la vida de cada persona. Eso bien lo sabe la Asociación Medica Alemana y lo quiere evitar en base a su experiencia.

 

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