Familia: el pilar principal de la humanidad

Fuente: MSIa

Poco después del Sínodo de los Obispos dedicado a la familia que tuvo lugar en Roma, con la participación de 270 sacerdotes de todo el mundo, realizado del 4 al 25 de octubre, el Papa Francisco dio un discurso en la Plaza de San Pedro, el día 4 de noviembre, en el que explicó que la Iglesia considera a la familia y al matrimonio como los principales pilares de la humanidad. Habló sobre la “belleza del Evangelio de la familia,” y destacó las dos virtudes cristianas: la misericordia y el perdón, las cuales constituyen principios morales centrales que deben guiar a las familias de la actualidad.

“La familia, dijo, es un gran campo de entrenamiento para la entrega y el perdón mutuo, sin los cuales ningún amor puede durar mucho tiempo; sin darse a alguien y sin perdonar al otro, ¡el amor no se mantiene, no prevalece ¡ (…) no podemos vivir sin perdonar al otro, o por lo menos no podemos vivir bien, especialmente en familia. A cada día nos equivocamos en relación al otro, y tenemos que poner a consideración esos errores, lo cual es difícil para nuestra fragilidad y nuestro egoísmo.”

Debemos sanar las heridas que infligimos unos a otros día a día en la familia, afirmó el Papa. Contó también a los asistentes el “secreto simple” para curar las heridas y acabar, así, con las acusaciones: “No deje pasar el día sin pedir perdón al otro, sin hacer las paces entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas,… ¡entre suegra y nuera! Si aprendemos a disculparnos inmediatamente y a perdonar al otro, las heridas son curadas, el matrimonio se fortalece y la familia se vuelve cada vez más sólida, más capaz de resistir los impactos de nuestros actos pequeños y rencorosos.”

Respecto al reciente Sínodo dedicado a la familia, el Pontífice recalcó que esa reunión mostró que “la capacidad de perdonar es parte de la vocación de las familias. La práctica del perdón no solo ante el peligro de la división, sino para fortalecer la capacidad de ayudar a la sociedad a ser menos cruel.”

La cualidad del discernimiento

Hubo un debate muy vivo, y en ocasiones controvertido, en las deliberaciones del Sínodo con relación a las entrevistas concedidas por sus participantes, en particular de obispos y de especialistas. Tal y como destacó un observador, el Papa no participó ni intervino en ninguno de los debates, y se puso al tanto de las deliberaciones escuchando con atención a los conferencistas y a las intervenciones hechas en las sesiones plenarias. El Sínodo concluyó con un documento de 94 puntos, mismo que fue aprobado por una mayoría de dos tercios. El Papa Francisco anunció que estudiaría el texto de los padres sinodales y que publicará su respuesta en forma de Exhortación Apostólica en un futuro cercano.

En la prensa se ha presentado una serie de campañas y de alegatos de que el Sínodo abrió las puertas al derecho de matrimonio entre personas del mismo sexo y al declarar legal el divorcio (de acuerdo con la Ley canónica). Sin embargo, es oportuno analizar el discurso que el Papa dio al final de Sínodo, así como observar las entrevistas posteriores al mismo, como la del Cardenal Guatiero Bassettio, cabeza de la Conferencia de obispos italianos, y la del secretario especial del Sínodo, el Arzobispo Bruno Forte.

El Papa dijo a los padres sinodales que, durante su pontificado, no habrá ningún cambio fundamental en la doctrina de la Iglesia. Lo que él desea es romper con las estructuras establecidas, revitalizar las enseñanzas católicas para adecuarlas a su visión de “un mundo más misericordioso, que pueda perdonar.”

El Pontífice destacó en su discurso que el Sínodo no se realizó para decir la última palabra sobre los asuntos relacionados con la familia, sino para tratarlos “a la luz del Evangelio” y de dos mil años de historia del catolicismo. Los participantes fueron invitados a debatir sin miedo los problemas que emergen en las familias de la actualidad. Al respecto del Sínodo y de su documento final, el Papa destacó que todos deben “¡apreciar la importancia de la institución de la familia y del matrimonio entre hombre y mujer, fundado en la unidad y en la indisolubilidad, valorándolo como el cimiento de la sociedad y de la vida humana!

Calificó los debates del Sínodo de vivos y francos. “Con la intención de interpretar las realidades actuales por medio de los ojos de Dios, para encender la llama de la fe e iluminar el corazón de las personas en tiempos marcados por el desánimo, por la crisis social y moral y por el creciente pesimismo.” El Pontífice destacó que los “corazones de los que están abiertos, mismos que con frecuencia se esconden detrás de las enseñanzas de la Iglesia o de las buenas intenciones, muchas veces juzgan con superioridad y con superficialidad los casos de familias en dificultad o que son frágiles.”

Según el Papa, el sínodo fue mucho más que debatir la cuestión de la familia; sirvió para reconfirmar “la Iglesia de los pobres en espíritu y de los pecadores en busca de perdón.” De ahí que la discusión trató de abrir “horizontes más amplios, para proyectarse por encima de las teorías conspiratorias y de puntos de vista ciegos, además de defender la libertad de los hijos de Dios y de trasmitir la belleza de la Novedad Cristiana, muchas veces envuelta en un lenguaje arcaico o sencillamente incomprensible.”

El Pontífice destacó que la Iglesia universal es una sola, donde “las culturas son, efectivamente, muy diversas, y es necesario introducir en la cultura cada principio general. (…) Esta Introducción de principios en la cultura no debilita los verdaderos principios, sino que demuestra la fuerza y la autenticidad de la verdad. Es por esto por lo que se adaptan sin cambiar: lo cierto es que estas, silenciosa y gradualmente, transforman las diferentes culturas.”

El hombre no fue hecho para las leyes ni para los mandamientos

Francisco recordó a los padres sinodales que el primer deber de la Iglesia no es imponer condenas o anatemas, sino proclamar la misericordia de Dios. Lo que cuenta realmente no son los que respetan las leyes y los mandamientos, sino aquellos que no siguen la doctrina por medio de letras, sino por medio de la generosidad del amor de Dios.

Durante la conferencia de prensa, luego del fin de los trabajos, el padre Federico Lombardi destacó que la “relación” final reafirmó “la doctrina de la indisolubilidad del casamiento sacramental, que no es un juego, sino un presente de Dios, una verdad que tiene sus cimientos en Cristo y en su relación con la Iglesia.” De acuerdo a Lombardi, el documento final del Sínodo destaca que “esa verdad y misericordia convergen en Cristo,” lo que nos lleva a acoger a las familias fragilizadas. “El discernimiento –según el texto final- se debe aplicar de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, con confianza en la misericordia de Dios, que no se niega a nadie.”

Lombardi señaló también los múltiples problemas que enfrentan las familias hoy en día en todo el mundo, entre los cuales está la “presencia del fanatismo político y religioso hostil al cristianismo, el crecimiento del individualismo, la ideología de género, conflictos, persecuciones, pobreza, empleo precario, corrupción, dificultades económicas, además de otros factores que pueden excluir a las familias de la cultura y de la dedicación.”

Destacó también la “globalización de la indiferencia, donde el lugar central de la sociedad, que debería ser la humanidad, fue usurpado por el dinero, por la pornografía y por los ritmos negativos de natalidad.” El portavoz del Vaticano afirmó que es deber de las instituciones representativas de la sociedad “promover el apoyo a las normas a favor de la familia.” Para él, los católicos deben comprometerse en la política y exigir la protección de la familia y de la vida, y recordó que una sociedad que olvida esto cierra su puente para el futuro.

En el semanario alemán Die Zeit (29/10/2015), se publicó una entrevista con el arzobispo Bruno Forte, quien fue uno de los principales autores del documento final del Sínodo de la Familia. En ella destacó que dicha reunión fue mucho más profunda que cualquier otra que haya presenciado, pues hubo una total libertad de expresión. El Sínodo, tal como dijo, pidió a los padres que oren no sólo con “frases bellas, sino por medio de la búsqueda de la verdad.” Cuestionado sobre lo que significa el término “discernimiento,” que se utiliza con frecuencia en referencia a las discusiones y que fue mencionado en el documento final, respondió que ese término caracteriza la “capacidad de juzgar adecuadamente.” Esto es por lo que es importante filtrar cuáles son las verdaderas cuestiones que presentan los creyentes y, al mismo tiempo, no tener “respuestas fáciles.” El “discernimiento significa diferenciar entre el espíritu bueno y el mal.

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