Vivimos en una era digital, donde la vida de las personas ya no sólo transcurre en el mundo real, sino también uno se hace una historia en el Internet. Desde cuentas de correo electrónico, hasta suscripciones a boletines, participar en comunidades de interés, y claro, en nuestra actualidad, las redes sociales como facebook, twitter, google +, entre otras.
Muchas voces se han alzado en contra de estas fuentes de interacción digital argumentando que son un peligro para la juventud, que los hace adictos y permea en su rendimiento, sea ya académico, como personal. También se ha afirmado de las desinhibiciones que la red ofrece, por lo que cualquier persona puede aprovechar y, en el anonimato, dedicarse a actividades ilícitas. ¿Pero es esto cierto?
Es real que jóvenes se ven envueltos en un mundo donde pueden transformar y manipular su realidad, incluso, muchos de ellos pueden utilizarlo para abstraerse de una realidad dolorosa, y obtener, aunque puede que sea ficticia, una validación de su ser, de su existencia. Incluso, es cierto, que muchas personas, no sólo jóvenes, se dedican a buscar la manera de obtener la mayor atención por medio de estas redes, y para ellos, su valía como personas radicaría en el número de «me gusta» o de reteews conseguidos, y para lograrlo, utilizarán cualquier medio. Y no hay que pasar por alto la búsqueda de interacciones con personas desconocidas, pero que les proveen de las atenciones que no reciben cotidianamente, y que terminan siendo personas peligrosas.
Por estas razones, y muchas más, la tecnología, en concreto, el Internet, pareciera ser un enorme peligro para cualquier persona, especialmente, los jóvenes. Pero, ¿no sucedería como con la dinamita? La dinamita fue creada por Alfred Nobel. Originalmente él la creó para ayudar a los trabajadores, es decir, fue creada como un instrumento de apoyo para el trabajo. Sin embargo, con el paso del tiempo, ese invento fue utilizado para fines bélicos, y al darse cuenta Nobel de ello se horrorizó y por ello ahora existen los Premios Nobel de diferentes rubros. Es así como las redes sociales nacen con ciertos fines, pero es el ser humano quien lo empieza a desvirtuar y lo enfoca para otros. El Internet es una herramienta útil para cualquier persona, ya te permite enterarte de las acontecimientos mundiales, y en cuanto a las redes sociales, interactuar con personas que, aunque lejos, comparten similitudes de creencias. Son un medio, no el fin.
Al final de cuentas, los peligros que se reflejan en lo digital, son reflejo de lo que vendría a suceder en la realidad. Si los padres de familia se involucran en el cuidado de los hijos, también sabrán que es necesario cuidarlos en los medios electrónicos. Si los hijos reciben amor por parte de la familia, no debería existir el peligro de que busquen ese afecto, por el medio que sea, en el Internet. El compromiso de los padres de familia tiene que ser completo, y en esta era digital, incluye ambas realidades. Si la pereza y la argumentación de que «eso es cosa de jóvenes» es suficiente para desatender esa realidad, es un reflejo de la falta de compromiso con la educación de las futuras generaciones.
Por desgracia, el darles más (cosas materiales) a los hijos, incluye darles los medios para perderlos. La familia no necesita más cosas, sino aquello que los hace felices: amor. Sin embargo, para comodidad de muchos padres, es más fácil entregarle al hijo una serie de insumos electrónicos – juegos de vídeo, computadora, televisión – para que no «molesten» y pueda seguir con lo que «necesito» hacer. ¡También la educación es una necesidad! Y si el mundo actual ahora agoniza, no es más que un reflejo de lo que se hace o deja de hacer en la familia.
Así que, para esta era digital, también se necesitan padres digitales. Padres y madres comprometidos con la educación de los hijos.
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