Franz Joseph Haydn

Padre de la sinfonía

Con Haydn empieza otro momento en el mundo musical, termina el período barroco y comienza el clásico.

Este gran músico nace 50 años después que Bach y Handel y 25 antes que el genial Mozart, del cual hablaremos en otro capítulo.

Este singular creador era de origen croata y sumamente pobre, sin embargo a pesar de las dificultades de vida, tuvo un espíritu sencillo y alegre. Poseía una bonita voz y a los cuatro años fue enviado con un pariente lejano, para que aprendiera a cantar. Ahí fue descubierto por el maestro de capilla de San Esteban en Viena y se lo llevó a la iglesia a formar parte del coro. Desgraciadamente con el tiempo su bonita voz de soprano desapareció. Se encontró en la calle sin un céntimo y tocando el violín, en calles y cervecerías, para poder subsistir.

Increíble pero a pesar de todos estos avatares, Haydn salió adelante. Con sus mínimos ingresos, compró música solamente para aumentar sus conocimientos. Vivía en una buhardilla en la misma casa donde vivía el famoso Metastasio, un célebre poeta que escribió libretos para casi todos los músicos del siglo XVIII, y fue el que echó una mano al joven músico y le enseñó el italiano.

La vida de Haydn transcurre difícil y con momentos de éxito ya que algunas de las nobles casas se interesan, por él para que dirija sus orquestas, lo cual hace y le permite vivir una vida sencilla, con desahogo. Haydn se casa con la hija de su peluquero que según hemos leído, era una mujer celosa, vulgar, colérica y estúpida. No entendía nada de música, pero a pesar de esto, su marido la soportó; pués él tenía gracias a la música, su propia vida.

Este excepcional compositor vivía tan dedicado a su arte, que no tenía idea de su fama en el extranjero. En 1764 se publicaron sus obras en París, al año siguiente en Amsterdam; en 1769 en Viena. Grandes músicos en ese momento cómo eran Boccherini o Gluck alababan y tocaban sus célebres cuartetos. O sea que este singular músico se convierte en uno de los más admirados y comentados en toda Europa. En esa época eso fue una verdadera revolución.

Haydn no era precisamente guapo, pero tenía una mirada tranquila y serena. Hombre profundamente religioso, benévolo y afectuoso, jamás supo lo que era la envidia y por esa bondad se ganó el cariñoso apodo de “papá Haydn.

La obra de este maestro es inmensa, algunas desaparecidas en incendios y muchas que no hemos conocido, pero a pesar de esto tenemos cien sinfonías, 20 conciertos para piano; 83 cuartetos de cuerda, 40 tríos; 175 piezas para viola-barítono, etc., en fin podríamos seguir y seguir, ya que es inmensa la creatividad de Haydn.

A los setenta y siete años, compuso el famoso oratorio La Creación y dos años más tarde Las Estaciones que son las últimas manifestaciones de su grandiosidad.

En 1802 el público vienes le quiso hacer un homenaje y en el palacio del príncipe Lobkowitz; ante mil quinientas personas se interpretó La Creación. Salieri la dirigió y Haydn asistió emocionado en una silla, de la cual no se pudo casi levantar para recibir la ovación del público.

Cuando murió sus restos mortales fueron llevados al cementerio de Gumpendorff y se le cantó el Requiem de Mozart en la iglesia de los escoceses.

Franz Schubert en el año 1825, en Salzburgo inclinándose reverentemente ante el monumento levantado a Haydn en el claustro de San Pedro, pronunció estas bellas y emotivas palabras:

“Que tu espíritu tranquilo y claro aletee sobre mí, ¡oh buen Haydn!; y si bien mi alma no puede llegar a ser tan tranquila y serena como la tuya, nadie en la tierra siente hacia ti una veneración tan profunda como la mía” Gigantes de la Música. José Repolles. Bruguera Mexicana de Editores,S.A.

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