Había una vez una tiendita en la escuela …

Nacemos en un mundo que está hecho de maravillas. Lleno de cosas y bondades que nos brindan felicidad, sin embargo y a pesar de toda esta magnificencia, es un hecho que cuando salimos del vientre de nuestra madre, ya sea por conducto natural o por cesárea, nos damos cuenta de que el mundo que nos recibe en realidad es de constante frustración.

Ya lo dice René Spitz en su obra “El primer año de vida del niño”, cuando nos encontrábamos en la etapa de gestación, estamos como reyes, todo se nos da a la hora que lo solicitamos, siempre tenemos una temperatura agradable y alimento al por mayor. Dormíamos cuando queríamos, y despertábamos cuando se nos antojaba, succionábamos el dedo o lo que se nos ocurriera en el momento que nos placiera. Al alumbrarnos, nos percatamos de que esa comodidad, ya no será la misma, puesto que ahora sí la temperatura será cambiante, no podremos valernos por nosotros mismos, y daremos cuenta de que habrán reglas que con el tiempo habremos de descubrir. Lo anterior es la frustración a la que Spitz sabiamente se refiere, frustración que pareciera hoy en día los seres humanos querer evitar a como dé lugar. La realidad es esa, no podemos saciar nuestras necesidades ilimitadas en un mundo en donde todo lo que nos rodea es limitado, no obstante, a raíz de esta relación inevitable, los hombres nos hemos dado a la tarea de crear necesidades que en realidad el ser humano no requiere, es decir, hemos creado necesidades superfluas que irónicamente han causado mayor frustración en la humanidad.

El consumismo es el claro ejemplo de lo que estoy queriendo explicar con las palabras antes mencionadas. Una enfermedad, ahora aceptada como normal, de siempre querer tener más de lo mismo, creyendo que cuando se adquiere tal o cual artículo la necesidad se saciará, pero en realidad no sucede eso, sino todo lo contrario. Cada vez que quiero calmar mi frustración con algún objeto que puedo comprar, mi necesidad aumenta, me frustro más.

En los niños, aprender a convivir con la frustración es algo que asimilarán con la ayuda de sus padres, y si éstos últimos no hacen un buen trabajo, serán personas adultas infelices que no sabrán nunca saciar sus necesidades.

Desde que nacen los bebés se les enseña a que deben de esperar, pero en corrientes como las que apoyan la lactancia a libre demanda (ojo a libre demanda) ocasionan que estos pequeñitos desde que aterrizan en este mundo maravilloso piensen que la vida seguirá siendo como ellos la pidan. ¡Comerán cuando griten, aunque no tengan hambre! Porque las madres lo primero que hacemos cuando los oímos llorar, es darles su mamila, el pecho o un chupón. ¡Claro, es la etapa oral! Así es mi querido Freud, pero no es necesario darles de comer a todas horas, con esa actitud lo que lograremos es que relacionen sus frustraciones con la comida y demostramos que nosotras mismas no sabemos afrontar la frustración Cuando sean adolescentes siempre que tengan alguna angustia buscarán saciarla con comida, bebida o con tabaco, algo que sustituya eso que mamá les daba sin control y sin explicación alguna. Cada vez que lloraban mamila, cada vez que daban lata una galletita, una paletita, más lechita.

Hoy por hoy, vivimos una era en la que todo lo tenemos que tener a la mano, de manera inmediata, una era en que no debemos sufrir y menos aún, no debemos frustrarnos, es entonces que estamos viendo las repercusiones en la sociedad que recientemente han calificado como la más obesa del mundo.

Somos obesos porque comemos con cualquier pretexto. Entonces ahora en las escuelas, donde toda la vida siempre hemos tenido una tiendita que nos da una botanita a media mañana para pasar el recreo, se ha determinado por la Secretaría de Educación Pública, que como los padres no sabemos educar a nuestros hijos, ellos serán los que se harán cargo de tal tarea exclusiva de los progenitores/tutores de los alumnos, de la niñez mexicana, y las desaparecerán de las escuelas públicas y privadas. Tal parece que el gobierno está queriendo tomar la responsabilidad que nos corresponde a los padres por antonomasia.

Somos nosotros los que debemos de educar a nuestros hijos a enfrentar los sufrimientos, a saber manejar la frustración y a hacerlos generosos. Pero dirán que como no supimos hacerlo, entonces por eso la SEP ha tenido que tomar cartas en el asunto, bueno pues este escrito es un llamado a los padres de familia para que despierten y se den cuenta de que estamos actuando irresponsablemente. Hemos olvidado la gran tarea que se nos encomienda al tener hijos.

Somos pedagógicamente atómicos, lo que quiere decir que ante cualquier problema que pensamos tienen nuestros hijos, nos sentimos totalmente incapaces de afrontar y delegamos su educación a distintas instituciones. Tenemos que ser responsables y educarlos nosotros mismos, enseñarles a esperar, a encontrarle un sentido al sufrimiento y a saber distinguir entre las necesidades reales de las necesidades superfluas. No podemos dejar que coman lo que quieran y debemos enseñarles virtudes para que sean virtuosos, sólo así podremos lograr que sean personas que sepan enfrentar las tentaciones y contenerse ante lo que les hace daño y demás males. No es posible tapar el sol con un dedo y querer quitar la comida chatarra de las escuelas, creyendo que así no consumirán los niños este tipo de alimento.

Señores es preciso recordarles a los padres de familia que es la familia la responsable de educar a los hijos y la escuela la responsable de enseñar a los alumnos. Somos nosotros los que tenemos primero que nada darnos cuenta de lo que comemos, de cómo afrontamos la frustración y de qué ejemplo le estamos dando a nuestros niños, porque no es culpa de la tiendita de la escuela, en realidad es culpa de nosotros que los hemos mal educado a comer cuando quieran, e irónicamente es cuando menos hambre tienen, sino que es cuando más insatisfechos de amor, de éxito, de materialismo, cuando mas infelices son y creen que comiendo se logrará revertir dicha desventura.

Queridos padres de familia, los exhorto a buscar en ustedes mismos qué es lo que en realidad los sacia, que encuentren la verdadera responsabilidad que adquirieron al ser bendecidos por los hijos y trabajar en lograr encontrarle un sentido a la frustración que inevitablemente tenemos que aprender a afrontar. Porque solo así seremos verdaderamente libres, puesto que sabremos someter nuestros impulsos e instintos y nos sabremos autocontrolar, autodominar y autogobernar sirviendo como ejemplo para aquellos niños que comienzan a transitar por esta vida y así nadie les contará que alguna vez hubo tienditas en las escuelas en donde se vendían golosinas deliciosas para disfrutar.

Nos leemos pronto para no quedarnos atrás y ver hacia delante.

 

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