Hombres: No solo les hace falta ver más box…

«El hombre culto tiene la obligación de ser intolerante.»

(Nicolás Gómez Dávila)

Hace tiempo, un hombre con alto grado de estudios me decía que el reggaetón es música y cultura y debíamos escucharlo como tal. En otra ocasión escuchaba yo una hermosa pieza de un compositor polaco de bandas sonoras, Abel Korzeniowski; la cual fue tachada por alguien más, como “música fea”; acto seguido, le invite a recomendarme algo mejor, así que supuse que saldría el nombre de Palestrina, Brahms, Mozart, Chopin, Haendel, Schubert, compositores evidentemente superiores; sin embargo, su ejemplo de buena música fue nada más y nada menos que Alex Lora; no, no es broma, ¡el hombre hablaba en serio! es decir, para él, aquella hermosa composición de Korzeniowski, era muy inferior al ruido ensordecedor de una batería y gritos de un cantante anciano. Por allá, otro hombre, padre de familia al que no le importa si su hija canta una canción de reggaetón en una fiesta infantil, “¿Qué tiene? ¡Los niños quieren cantar la canción del momento!”. Vaya, lo que hay que ver.

Mi asombro no solo es que consientan el escuchar con ahínco tal “música”, sino el hecho de que no sepan diferenciar la calidad y la dificultad intelectual que conlleva una composición. Es muy posible que usted y yo tengamos un concepto diferente de lo que es la buena música, es entendible hasta cierto punto; pero estoy casi segura de que el sentido común nos impele a reconocer una realidad: el reggaetón y la música de banda son el mejor ejemplo de lo podrida que puede estar la inteligencia humana, sumida en la más abyecta inmundicia.

¿Por qué importa lo que escuchamos o lo que leemos? Porque afecta la inteligencia y el discernimiento. Que el reggaetón ya no sea gusto exclusivo de hombres limitados en su educación, sino ahora también  de hombres con alto grado académico, es alarmante. Incluso hoy, en un diario alguien escribió que “no importa que oigas a Mozart, Maluma o Lady Gaga, escuchar música no vuelve más inteligente a nadie”; difiero: toda la música que escuchamos conlleva cierta dificultad intelectual, cuando nuestro estándar es muy bajo, nuestra inteligencia se ve afectada; podemos estar consumiendo basura y no darnos cuenta; baste con ver los modales de aquellos que escuchan este ruido: modales precarios, sin respeto alguno por sus vecinos, suponen que a todos nos gusta su nefasto ruido; partidarios del  escándalo en todas partes, sin tema serio por el cual conversar y cuando éste se da, son totalmente ajenos al desastre en que vivimos y en el cual se está arrastrando a la familia.

En cuanto a literatura, (si acaso leen), optan por lo comercial y lo que exige poco esfuerzo mental: creen conocer a la Iglesia Católica por leer a Dan Brown; de espiritualidad por leer a Paulo Coelho; de cultura por leer a Elena Poniatowska y a Carlos Monsiváis; de historia por leer a Eduardo Galeano; de libertad de expresión por leer a Eduardo del Río “Rius”, etc.

En resumidas cuentas: muchos hombres no se alimentan de nada sólido; créanlo, no sirve de mucho vestir impecablemente, tener un doctorado, verse varoniles o tener un buen auto, si no hay nada en el cerebro. Se pierde coeficiente intelectual con la mala música, las malas lecturas, las malas conversaciones y la mala compañía.

Hombres: No solo les hace falta ver más box, les hace falta elevar sus estándares en cuanto a música, literatura, cinematografía, arte, historia; en resumidas cuentas: aspiren a superarse cada día; ni siquiera el haber nacido en cuna humilde es pretexto para no autoformarse. Y cuando se decidan a hacerlo, evítense caer en el lodo del gnosticismo, el ateísmo, el liberalismo, el comunismo, la masonería, o la ideología de género, (porque ya veo corriendo a miles, tratando ahora de ser muy intelectuales u “open mind”), créanme, ya hay suficientes animales y estultos en el mundo como para que ustedes pasen a engrosar sus filas, respétense.

 “El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla de algo valioso”  (Gilbert Keith Chesterton)

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