Cuando hay que llenar una solicitud o formulario en el que nos piden pongamos todos nuestros datos personales, edad, años de estudio académico, profesión y cuando llegamos al sexo, ahí siempre me detengo a pensar si dice “M” se refiere a masculino o a mujer, “F” a femenino y “H” a hombre o de plano te ponen “género” pero en las opciones no te ofrecen “humano”. Es decir, cuando ya se han hecho tantas bolas, dentro de algo tan lógico y tan evidente, ni los mismos que elaboran dicho cuestionarios, formularios o solicitudes saben a lo que se refieren. Entonces la gente común y corriente pues tampoco sabe que hay que responder.
Lo anterior surge a colación, de que por fin un buen samaritano me hizo llegar un documento en el que explica clarito lo que se debe de poner en alguno de estos instrumentos que recaban información personalizada. Un escrito que habla de la “Ideología de Género” que es la culpable de que no se sepa bien a bien lo que se debe de poner para contestar una pregunta tan simple como es: “¿Qué sexo tiene?”
Resulta que una de las cuestiones que más se propone a los niños y jóvenes en la actualidad, es el asunto de la sexualidad. Desde temprana edad el ambiente social, los colegios, la televisión, el Internet y los entretenimientos comienzan a sugerir y presionar al niño –en ocasiones por medio de bromas- para que se inicie en actividades sexuales. Hábito que no hace muchos años era contrario a las normas que regían a la juventud, dicha propagación es justificada por una corriente de pensamiento que no es muy conocida desde el punto de vista intelectual, pero vaya que se ha difundido, tanto que hasta yo misma en mi tesis de licenciatura abordé varias veces el término “género” queriendo decir “sexo”, pero me sonaba más rimbombante. La experiencia abre los ojos. En fin, entonces como les decía, esta ideología de género difundida por todas partes defiende que las diferencias entre el hombre y la mujer son construcciones culturales, es decir que el género y no el sexo, caracteriza al ser humano. Un género que uno puede escoger libremente y cada vez que lo prefiera.
Hecho que podemos constatar en varios escritos como el que cita lo siguiente: “Los estudios de género tienen su introducción en el campo de la investigación social que obedece a tres intereses fundamentales: romper con las representaciones tradicionales “esencialistas y biologistas” de las relaciones entre hombres y mujeres; ampliar nuestros conocimientos acerca de las relaciones de poder entre hombres y mujeres y, por último ajustar la teoría feminista a ciertos cánones de la legitimidad académica mediante la sustitución del término mujer por uno más neutro, género” (“La Trayectoria del concepto de género, revista FEM, marzo 1996, núm. 156, pág. 12).
Aquellos que apoyan dicha Ideología dicen que es “verdad y afirman que hay un sexo biológico, con sus diferencias genéticas, hormonales y somáticas, pero esto no es determinante en la vida ni en la personalidad. Es más dicen que lo importante es la psicología, las apetencias y el papel social que la persona libremente desee escoger. Cabe destacar, que más que difundir una teoría, lo que esta corriente propone es un modelo y una forma de vida; Un tipo humano nuevo.
En este sentido, como les mencioné al inicio del escrito, me llegó un documento reciente, salido del horno que rebate todo lo que la Ideología de género promueve y ha sido enviado a la ONU, principal promotora de dicha corriente. En este documento, redactado por Lauren Funk en Nueva York el 17 de junio (C-FAM) nos dice que “una nueva investigación ratifica que el género se fundamenta en la biología del hombre y de la mujer, con lo cual respalda la interpretación tradicional de género acordada por la comunidad internacional.
Actualmente, los delegados de la ONU están recibiendo copias de esta investigación en un momento en el que se caldean debates sobre la «identidad de género». Esta semana, los estados miembros están involucrados en una polémica votación respecto de este asunto en la sesión del Consejo de Derechos Humanos, y se preparan para una batalla sobre la “orientación sexual” y la identidad de género durante la reunión de la Asamblea General el próximo otoño boreal.
Lauren Funk redacta que «la psicopatología de la cirugía de reasignación de sexo», artículo evaluado y redactado por Richard Fiztgibbons, Phillip Sutton y Dale O’Leary, cuestiona las implicancias médicas y éticas de la práctica de cirugías de cambio de sexo. Los autores abordan este asunto desde la perspectiva médico-biológica según la cual el género humano es una cuestión de composición genética, y explican que «la identidad sexual está escrita en cada célula del cuerpo y puede determinarse mediante exámenes de ADN. No puede ser modificada». Contrario a lo que la Ideología de Género promueve como pudieron leer en los primeros párrafos.
El documento continúa diciendo que “los autores afirman que el sexo biológico no puede cambiarse y rechazan el concepto de «identidad de género» o la idea de que el género, como constructo social o percepción personal, sea distinto del sexo biológico de cada cual. Citando el trabajo del psicoanalista Charles Socarides, explican que «no hay evidencias de que la confusión de la identidad de género (identidad contraria a la estructura anatómica) sea congénita». Es decir que no hay un gen de la homosexualidad como muchos creen o quisieran que existiera para justificar dicha patología.
No obstante, el artículo reconoce que existen anomalías genéticas que pueden provocar discordancias entre el sexo genético, la receptividad hormonal y los órganos sexuales. Y añade que “quienes solicitan la cirugía de cambio de sexo son casi siempre hombres y mujeres genéticamente normales con órganos sexuales y reproductivos intactos y niveles hormonales adecuados para su sexo.
Finalmente, los autores aseguran que los individuos que afirman que tienen una «identidad de género» contraria a su estructura anatómica y biológica no pueden resolver sus problemas mediante la cirugía de reasignación de sexo. Las personas que encuentran dificultades para identificarse con su sexo biológico frecuentemente padecen de problemas psicológicos más serios, entre ellos depresión, ansiedad severa, masoquismo, autodesprecio, narcisismo, y consecuencias de abusos sexuales en la infancia y de situaciones familiares conflictivas. Estos individuos experimentan dificultades sociales y sexuales como resultado de estos trastornos y experiencias negativas, y no porque hayan nacido en el «cuerpo equivocado», sostiene el informe. Y asevera Funk que al proponer una solución quirúrgica para trastornos psicológicos profundos, la cirugía de cambio de sexo es categóricamente inadecuada – y, por lo tanto, médica y éticamente cuestionable, de acuerdo con los autores que ella cita en su artículo – y aquellos individuos que se someten a esta operación siguen teniendo «prácticamente los mismos problemas con las relaciones, el trabajo y las emociones que tenían antes» de ella.
Entonces ya saben, este informe desacredita la «identidad de género» como un constructo social y respalda el consenso internacional de que el género se define «tradicionalmente» como «hombre y mujer» en el contexto de la sociedad. Lo que yo respondo cuando me preguntan que a qué género pertenezco, es al humano y que sexo, al femenino, no hay más.
Nos leemos pronto para no quedarnos atrás y ver hacia delante.
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