JOAN MIRÓ, UN MOVIMIENTO QUE DEJÓ HUELLA

Joan Míró pintor catalán, que cómo Dalí y Magritte se siente atraído por esa forma nueva e interesante, de mostrar anhelos, esperanzas y fracasos.

André Bretón quien creó el famoso manifiesto del Surrealismo, dice que la imaginación y los sueños, son los que hacen que el mundo cambie, lo que nos puede llevar a descubrir el universo desconocido que todos llevamos dentro.” No se puede reducir la imaginación a la esclavitud.” Así concebía este movimiento, que tuvo muchísimo adeptos y varios de ellos famosos; en su momento fue un éxito, así como una gran revolución.

Los primero paisajes y pinturas que vemos de Miró, son alrededor de 1920, nos muestran a un pintor de primera, con una extraordinaria capacidad de captar la realidad. Una visión fresca y espontánea, que con el paso del tiempo se transformó en lo que ya todos conocemos, pero que sigue conservando esa frescura, y espontaneidad que lo caracterizan.

Este pintor según los críticos logra una obra pura y diferente de sus contemporáneos, que dicen estuvo influenciada por el surrealismo, pero que se aparta de esta corriente. Algunos lo califican como artista ingenuo, creador de un universo lleno de signos de alegría y podríamos decir de sencillez. Cuentos un poco grotescos, llenos de extrañas figuras, pintados en colores fuertes y alegres, lo que le hace extraordinario y audaz, en esa época. Esa es la magia y misterio que sentimos al contemplar sus obras.

Miró sin proponérselo quizá, se adentra en el abstraccionismo. Una abstracción fantástica en el sentido más literal de la palabra. El círculo su forma favorita, obtuvo un lugar predominante, tanto en forma pura, como irregular. Arte delo siglo XX. Fricke.

A diferencia de los pintores surrealistas la imaginería de Miró se nutre de formas fantásticas, que no son reconocibles; nos parecen dibujos de niños, dada la sencillez aparente de sus obras, pero no es fácil reconocer el mundo mágico al cual sólo él tiene acceso, además de valor, para mostrar una cara de la pintura totalmente desconocida en esos momentos.

Cómo ya comenté, esta forma tan libre de trabajar, contiene una fantasía y espontaneidad que nos transporta a un mundo de sueños, lleno e imágenes sin aparente sentido, pero llenas de poesía y libertad. Un mundo personal y diferente que nos ofrece otra forma de acercarnos al arte.

O sea, que no hay límites para la expresión. Cuando creemos que se ha dicho todo, que no hay caminos que explorar, aparecen artistas, músicos, escritores, etc., que nos enseñan que en la vida hay que soñar, hay que atreverse a recorrer ese camino, único personal, que es el nuestro y esta aventura puede redundar en beneficio de todos, al mostrarnos lo que el ser humano es capaz de hacer, cuando salta los atavismos que todos llevamos y a veces nos impiden, descubrir esos senderos únicos y mágicos que son los nuestros.

Hagamos ése viaje, que nos llevará sin duda a la libertad y encuentro con nosotros mismos.

Cuando se contemplan hoy los cuadros pintados por Miró en los años 1924-1930, se siente el color como captado en su mismo nacimiento, un color amplio y ligero, donde se inscriben decantados hasta la pureza primordial, los signos de una magia de encantamiento, acompañando y dando ritmo a la más inesperada de las fiestas espirituales. Salvat Historia del Arte

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