La cura del SIDA ¿Está en un fármaco?

Cuando yo tenía aproximadamente ocho años, murió un hombre a quien yo quería mucho. Murió de SIDA, la pandemia del siglo, la enfermedad incurable que se decía acabaría con todos los promiscuos. La enfermedad de transmisión sexual que era mortal, que una vez contraída no había nada que hacer. El SIDA que principalmente se decía la padecían aquellos hombres que tenían prácticas homosexuales.

Esta persona tan cercana a mí, se esfumó, se desapareció y a mi edad era difícil de comprender la razón por la que había muerto. De hecho se me dijo que había sido por un cáncer fulminante combinado con neumonía. Era una época que padecer SIDA era vergonzoso, era temeroso y peor aún, ser cercano a alguien que la sufriera ni se mencionaba. Con los años comprendí, y me enteré que efectivamente había sido homosexual y que había muerto de SIDA porque lo había contraído en la vida disipada e irresponsable que llevaba.

¿Saben? No me sentí triste por la enfermedad que terminó con él, ni tampoco sentí vergüenza, sino más bien me puse a analizar los acontecimientos, a recordar y a leer la historia de esas décadas. A investigar más sobre la enfermedad, sobre su relación con el condón, su relación con la sexualidad, con la homosexualidad. Y más que ver al SIDA como una amenaza de la humanidad, lo comencé a ver como una tragedia que la misma especie humana era capaz de reducirla y hasta erradicarla, pero no con medicamento ni con ciencia, sino con conciencia e inteligencia.

En África Subsahariana, podemos notar según datos que arroja the Global Programme on AIDS (GPA) y Demographic Health Surveys (DHS) que a medida que más se ha consumido el condón más se ha incrementado la población infectada del VIH. Botswana siendo el país con una prevalencia del 35 al 40% de hombres infectados con el VIH tiene una correlación directa positiva con el uso del condón, es decir, el hombre promedio en Botswana consume alrededor de 8 a 10 condones en un año, en una población de entre 15 a 49 años de edad. Dirán que son muy pocos los condones usados, pero la cifra se revierte cuando miramos a Ghana o Senegal por ejemplo, en donde el consumo masculino de condones anual en el mismo periodo de edad es entre dos a cuatro y la prevalencia de enfermos de SIDA/VIH es de uno a un cinco porciento. La gráfica es muy ilustrativa, es una tendencia que demuestra que si se promueve que el ser humano aprenda a entender su humanidad y a someter sus impulsos, logrará dominar la pandemia del siglo o ya del nuevo milenio.

Sin embargo, la ciencia sigue buscando la forma de erradicar esta enfermedad de la faz de la tierra, invirtiendo millones y millones de dólares en investigaciones para encontrar por fin la cura a tan terrible padecimiento. En este sentido, esta semana se acaba de dar a conocer un fármaco que la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos aprobó, con el nombre Truvada, del laboratorio Gilead Sciences, como primera píldora para ayudar a prevenir el VIH causante del sida en algunos grupos de riesgo.

No obstante, el doctor Fernando Gotuzzo, director del Instituto de Medicina Tropical Alexander Von Humbolt de la Universidad Cayetano Heredia, a pesar de mostrarse optimista por la aprobación del uso de la píldora en Estados Unidos, dijo que aunque «es un avance» no puede afirmar que sea la cura definitiva.

Por otro lado, según los expertos de la FDA, la píldora «es para utilizar en profilaxis previa a la exposición en combinación con prácticas de sexo seguro para prevenir las infecciones de VIH adquiridas por vía sexual en adultos de alto riesgo».

Truvada ha estado en el mercado estadounidense desde 2004 como tratamiento para personas infectadas con VIH, indicado en combinación con otros fármacos antirretrovirales. En mayo, un panel asesor de la FDA instó a aprobar el Truvada como prevención para personas no infectadas, después de que ensayos clínicos mostraron que este medicamento puede reducir el riesgo de VIH en hombres homosexuales de 44 a 73%. Cabe mencionar, que la píldora es considerada por muchos expertos como una nueva y potente herramienta contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), pero algunos proveedores de servicios de salud temen que fomente comportamientos sexuales de riesgo.

Noticias que alientan, que encienden una luz en el camino y que a su vez hacen pensar si en realidad es algo que la humanidad ahora necesita. No quiero sonar fatalista, ni mucho menos irrisoria, pero me remonto a los años 80 cuando esta persona tan querida mía murió de SIDA, si hubiera existido Truvada, si hubiera habido campañas masivas de condones ¿Habría sobrevivido? ¿Habría cambiado su vida disipada? Pienso que su vacío, su soledad, que claramente vivía e intentaba llenar con fiestas y parejas homosexuales nunca habría cesado y la “seguridad” que Truvada le habría dado, muy posiblemente propiciaría que muriera de la misma forma en que murió.

Y para no quedarnos atrás y ver hacia delante

Hablando de codones, como saben, las semana pasada, 663 instituciones firmamos un desplegado en el periódico Reforma en donde exigimos a la Secretaría de Salud encabezada por Salomón Chertorivsky cambie la campaña “Un condón es más confiable que el destino” porque desinforma al decir que el condón es 99 por ciento seguro. Bueno pues como que no oyen y no hacen nada, por el contrario los trolecitos en twitter no se hicieron esperar y me atacaron, lo que me dio gusto ya que les ha calado la verdad.

Nos leemos la semana que entra para no quedarnos atrás y ver hacia delante.

 

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