La divertida prosa de Pedro Antonio de Alarcón

De pocos autores se puede decir que derrochan tanta alegría y buen humor como la prosa de Pedro Antonio de Alarcón.

Fue autor de numerosas novelas, como: “El Sombrero de Tres Picos”, “El Capitán Veneno”, “El Niño de la Bola”, “El Escándalo” y muchas otras.

Algunos autores lo consideran como iniciador de la corriente literaria, denominada “El Realismo”. Otros escritores lo ubican dentro de la Escuela Romántica, como: Lord Byron, Víctor Hugo o José de Espronceda.

En su obra cumbre “El Sombrero de Tres Picos” recoge una leyenda popular en su natal Andalucía acerca de un Corregidor que llevaba un extraño sombrero de tres picos. Este personaje visitaba con frecuencia a su amigo el tío Lucas, un molinero y a su mujer, Seña Frasquita quién estaba muy enamorada de su esposo. Ésta era muy hermosa, derrochaba gracia y simpatía y, además de ser sumamente atractiva. Todos en el pueblo admiraban su belleza.

Con tantas visitas del Corregidor a su amigo el molinero y a Seña Frasquita se acabó enamorando de esta dama. Un día, sintiéndose solo le declaró su amor, no obstante que era casado y con varios hijos.

La quiso tomar del brazo y la Seña Frasquita, como inmediata reacción, lo echó por tierra desde la silla donde estaba sentado. Ella lo expulsó de su casa, acusándolo de cínico y desvergonzado. Éste juró vengarse ante tal afrenta. Y así se desenvuelve la trama de esta genial novela.

Esta obra es de corte Realista por la exactitud en la descripción de los personajes con la finalidad de que el lector se hiciera una idea clara de los perfiles de los distintos personajes.

Pedro Antonio se esmeraba para que la trama fuera ágil, amena, con suspenso y bastante divertida. Por momentos es jocosa y hace  caricaturas de cada personaje. El lenguaje es sencillo, llano y expresado con naturalidad.

Este autor representa el tránsito del costumbrismo al esplendor de la prosa realista en la España del siglo XIX.

En su juventud, Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891) fue liberal y con ideas revolucionarias. Con el paso de los años evolucionó hacia posiciones más tradicionalistas. Este tránsito se refleja en sus obras.

El siglo XIX español fue un siglo enfrentamientos entre el gobierno y los activistas liberales o revolucionarios.

La acción se desarrolla en Madrid, durante el reinado de Isabel II, y el gobierno del General Narváez, que coincide con las Revoluciones Europeas de 1848.

En uno de tantos choques entre las tropas del gobierno y los republicanos cayó herido el “Capitán Veneno” -llamado así por su carácter huraño y belicoso- en plena calle y frente a la casa de Doña Teresa y su hija Angustias, una chica casadera. Ambas coinciden en recogerlo hasta que recuperara el sentido y fuera atendido por un médico.

Al volver en sí este Capitán, dijo llamarse Jorge de Córdoba. Cuando llega el médico le hace saber que ha sufrido una grave fractura y, por lo tanto, no puede ser trasladado a otro lugar, como era el deseo del Capitán. Le molesta esta indicación del Doctor de pasar su convalecencia entre dos mujeres, por su carácter misógino e independiente.

Pasados los días se establece una corriente de simpatía entre Doña Teresa y él. No así con la joven Angustias. Pero, al poco tiempo, fallece Doña Teresa de un infarto y Jorge paga todos los gastos del entierro.

Sigue transcurriendo el tiempo y Don Jorge va mejorando de su lesión. Entonces la joven Angustias le pide que abandone la casa para que quede asegurada su honra.

Después de muchas discusiones y rodeos entre los dos personajes, Don Jorge le declara su apasionado amor a la joven Angustias y se casan. La escena final es que Don Jorge aparece jugando con dos de sus hijos pequeños. El desarrollo de la trama es ameno e interesante. A este hombre malhumorado lo van dulcificando estas dos mujeres y cambia notablemente y muestra su valía y noble corazón.

 

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