*Dr. Carlos Leite Poletti
El concepto de derechos humanos, nació en un contexto cristiano, un ejemplo claro es el de Santo Tomás Moro que, al precio de su propia vida demostró cómo los cristianos no dudan en rechazar, en nombre de la libertad de conciencia cualquier atropello o estratagema de atropello futuro. El concepto cristiano de DDHH y de la libertad responsable es original y profundo, tiene raíces en las enseñanzas de Jesús y más tarde en San Pablo, quien fue, abierta y completamente uno de sus promotores más enérgicos. La libertad es propia en su raíz al cristianismo, ya que, como marca San Pablo, «Cristo nos ha liberado para que fuéramos libres».
Hoy, a 1.700 años del Edicto de Milán, que otorgó la libertad religiosa y de culto a los cristianos que vivían en el Imperio Romano, vemos como este Edicto marcó el comienzo de un nuevo camino, de un icono que signo para siempre la historia de Europa y que ha llevado a lo largo de los siglos a la definición y conceptualización de los derechos humanos.
En este tema es fundamental aclarar un malentendido en el que no es difícil caer, ya que la palabra ‘libertad’ se puede interpretar de muchas formas y darle diversos significados según conveniencias contemporáneas del intérprete. No puede reducirse al mero libre albedrío, ya que buen ejercicio de la libertad religiosa no puede separarse de la interacción mutua entre fe y razonamiento. Esto, ni más ni menos, es, y constituye, al mismo tiempo, la barrera contra el relativismo y contra formas de fundamentalismo religioso que consideran, igual que el relativismo, la libertad religiosa conceptualmente como una amenaza para su afirmación ideológica.
El hecho es claro y contundente, además debemos sostener que bajo el Papado de Juan XXIII, el Concilio Vaticano II, afirmó totalmente que el principio de la libertad religiosa es insoslayable, y no propuso una nueva doctrina. Al contrario, reiteró una experiencia humana común, debido claramente a que todos como personas, dotadas de razón y de libre voluntad y por lo tanto capaces de asumir la responsabilidad personal, se ven por su propia naturaleza obligados a buscar la verdad (palabras de Juan XXIII). Y es en la verdad esta esencia, un objeto posible de conocimiento racional y relacional también, donde encontramos la posibilidad de un sano ejercicio de la libertad. En ese nexo de unión se halla la verdadera dignidad de la persona humana.
*Dr. en Derecho Uruguayo y católico
Asesor en Bioética de la Universidad de Montevideo
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