La prudencia gubernativa es una virtud que se define como la recta razón del hacer político. Es una virtud muy interesante porque nos permite conocer la naturaleza de los actos políticos, para poder alcanzar nuestro fin que es la realización perfecta de todos y cada uno de los que formamos parte de un grupo social y que se llama bien común. La virtud de la prudencia nos permite conocer los medios para lograr el bien común y también garantiza que, mediante el conocimiento de las leyes que hay en la naturaleza, ordenemos efectivamente esos medios para alcanzar el fin. El bien común no es el bien de algunos o de las mayorías, sino del verdadero bien de todos y de cada uno.
La prudencia nos ayuda a valorar las circunstancias y a discernir las acciones más apropiadas en cada caso. La prudencia consiste en el conocimiento de las causas y los medios necesarios que se llama previsión; en la elaboración de un juicio maduro y ponderado que se encamine a la verdad y al bien, que es la parte medular de la prudencia; y en la selección de entre los medios, aquellos que contribuyan mejor al logro del bien común. El terreno de la prudencia es siempre el de la acción adecuada para lograr el bien común. De aquí se sigue que la prudencia se inscriba en el proyecto de felicidad de la persona humana.
Cuando por medio de la prudencia descubrimos el orden o ley que se requiere para alcanzar el bien común y realmente lo queremos y buscamos, se produce la virtud de la justicia social que consiste en la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde según su naturaleza. Estas dos virtudes, la prudencia y la justicia, hacen posible la convivencia social y dan plenitud a la libertad.
El hecho de que en una sociedad existan gobernantes y ciudadanos virtuosos que se vayan acercando al bien común, se pone de manifiesto en la paz social que resulta de la integración del gobierno prudente y justo y de la convivencia tranquila. De aquí que la paz se defina como la tranquilidad del orden justo. Cuando los derechos de todos que surgen del orden o de las leyes justas, son respetados, se facilita el cumplimiento de los deberes de los ciudadanos. Pero si el gobierno y/o las “leyes” atentan contra la justicia y el bien común, ese gobierno y esas “leyes” ya no son orden sino desorden y se produce el caos. Por eso, en una situación así, nadie está obligado a respetar ese gobierno y esas “leyes” que son destructivas y que acaban por producir lo contrario a la paz que es la injusticia, la intranquilidad, el desorden y la guerra.
Manuel Ocampo Ponce
Universidad Panamericana
Guadalajara Jalisco, México
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