Manuel Ocampo Ponce Universidad Panamericana, Guadalajara.
En el cristianismo, Dios tiene un plan de salvación para el hombre que ha manifestado en Cristo y que es dado a conocer a las naciones por medio de la predicación de la Iglesia. Es una verdad de la fe cristiana, que el hombre no puede acceder al plan de salvación de Dios si no es por la revelación. Por eso es fundamental para los cristianos, saber bien que el cristianismo es la religión revelada por Dios. El cristiano debe comprender que Cristo es Dios mismo en persona que se revela al hombre. Porque eso coloca al cristianismo en un lugar único en el contexto de las religiones. Es muy importante para los cristianos saber que la religión cristiana es la única religión cuya revelación se encarna en una Persona que se presenta como nuestro Salvador. (Hech 4, 12).
El cristiano ha de tener muy claro que Cristo no es un simple fundador de una religión más entre muchas, sino Dios mismo que se revela. El problema es que el hombre actual es un hombre que ha caído en la apostasía o negación de la fe, en el ateísmo, en la indiferencia, en la ignorancia y en la confusión. Es lo que se ha denominado el hombre pos-cristiano, que por eso ha caído en el vacío y en el sinsentido. El hombre pos-cristiano no quiere pensar para no enfrentarse a su vacío y se llena de cosas, de metas y de actividades para tapar su vacío. No tiene tiempo para saber de Dios ni para escucharlo.
Sin embargo, aunque el hombre no quiera verlo, es un hecho que sólo en Cristo, el hombre puede encontrar la plenitud y el sentido venciendo el mal y la muerte. Cristo es la única respuesta que puede sanar al hombre de su vacío existencial. Y es que, aunque todas las religiones surgen de la religiosidad intrínseca que forma parte del hombre, porque el ser humano naturalmente busca al Dios trascendente; el cristianismo no es una religión más, porque sólo el cristianismo es fruto de la intervención de Dios que sale al encuentro del hombre para salvarlo. Cristo libra al hombre del pecado y de la muerte y le otorga la filiación divina. Por eso sólo en Cristo el nombre puede encontrar la plenitud de su existencia.
De modo que, el cristiano debe saber que la revelación cristiana es histórica y progresiva y tiene su punto culminante en la encarnación del Verbo. Se trata de la historia de Dios que interviene para salvar y va expresando al hombre su designio de salvación. (Concilio Vaticano II DV 2). La revelación se hace a través de los testigos que son los profetas, Cristo y los apóstoles conectando íntimamente los hechos y las palabras que explican el sentido salvífico de los mismos hechos. (DV 2). Por eso se trata de una revelación progresiva, que comienza cuando Dios rompe el silencio con la elección de Abraham y culmina en Cristo (Hb 1,1). El cristiano debe tener muy claro que Cristo es la plenitud de la revelación de modo que la revelación es el misterio de Dios que se comunica al hombre en Cristo. De aquí que, dentro de la formación cristiana, el cristiano debe conocer dos cosas: el misterio de la salvación y la credibilidad de la intervención de Dios en la historia. O sea:
1. La revelación en sí misma, considerando su contendido, sus etapas y sus modalidades, es decir, la naturaleza de la comunicación de Dios al hombre, que consiste en la teología de la palabra de Dios que se encuentra en las fuentes de la revelación, que son: la Sangrada Escritura y la Tradición tal como la Iglesia la presenta.
2. La credibilidad de esa revelación que consiste en establecer y demostrar, antes que nada, que Cristo es el Hijo de Dios y fundador de la Iglesia que nos presenta el dogma y decreta los libros que son inspirados.
Como vemos estas dos cosas que el cristiano debe conocer, son una dogmática y otra apologética y, por lo tanto, requieren dos metodologías distintas. La primera que es la dogmática consiste en profundizar en la revelación, tal y como aparece en la Tradición y en la Sagrada Escritura interpretadas por la Iglesia (Esta presupone la fe en Cristo y en la Iglesia). Y la segunda, analiza la credibilidad de la revelación en Cristo y la fundación de la Iglesia desde una perspectiva histórico-crítica que prescinde de la fe y que funda la fe a partir de la razón histórica. O dicho de modo más sencillo, esta segunda, demuestra que Dios es el que ha revelado y por eso el cristiano cree en todo eso que ha revelado.
De modo que la fe es un don de Dios que se recibe por la gracia. Pero no se trata de una fe irracional, sino de una fe fundada en que la Iglesia demuestra que Dios es el Autor de la revelación. Y de ese modo, los cristianos creemos en todo lo que Dios ha revelado porque recibimos el don de la fe y porque sabemos que es el mismo Dios el que lo revela.
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