Los libros y las personas…

“Toda su vida ella había amado los libros. Amaba su apariencia, su olor, su dulce peso en sus brazos. Sobre todo le encantaba la sensación que tenía cada vez que tomaba uno: la sensación de tener el mundo entero en sus manos”. Jennifer Donnelly

Una característica de los contenidos electrónicos, sean libros, correos o mensajes como medio de comunicación es que pueden ser desechados al instante al igual que las cuentas de usuarios de cualquier red social. Basta un click para eliminar toda esa información. Siempre he pensado que lo que tiene vida es aquello que nosotros damos o recibimos, aquello que podemos tocar, como una postal, una flor, una carta o un libro físico. Porque una vez que los hemos tocado, les damos vida, tienen ya nuestro sello particular. Y éstos no son fáciles de eliminar como un mensaje electrónico, porque tendríamos que deshojarlos o quemarlos, no sin que en ello se vaya una pequeña parte de nosotros.

No desprecio los medios electrónicos porque a través de ellos podemos conocer personas maravillosas, hallamos autores inteligentes y libros preciosos. En el caso de estos últimos, cuando hallo alguno en formato electrónico, prefiero conseguirlo en su presentación física porque me gusta hojearlo, subrayarlo, hacer alguna anotación. Es verdad que al libro electrónico también podemos subrayarlo, pero el punto es que son sólo caracteres en una pantalla, no podemos tocarlo, no podremos percibir jamás el aroma propio de un libro nuevo o antiguo.

Bien, los libros, las flores y las cartas son como las personas, hay que conocerles en vivo, conversar con ellos, tratarles para hablar de una amistad completa. Esto no quiere decir que -por situaciones de distancia insalvable- las amistades llevadas exclusivamente por las redes no valgan o no importen, claro que importan muchísimo y pueden marcar la diferencia en algún punto de la vida. Sin embargo, conocer, conversar y abrazar a las personas es lo que nos permite vivir plenamente una amistad, nada en este mundo lo podría suplir.

Siempre que ello sea posible hemos de buscar los medios convencionales para conocer a una persona o un libro. Como en todo, a través del tiempo se aprende -no sin cierto dolor o decepción- que no es la cantidad, sino la calidad de los libros y las personas lo que hemos de procurar tener en nuestra vida. Suele decirse que no importa qué, hemos de leer cualquier libro con tal de practicar el hábito de la lectura, nada más errado y el Páter Jaime Balmes nos daba una razón sencilla: nunca deben leerse libros que extravíen el entendimiento o corrompan el corazón; bien el mismo cuidado ha de tenerse con las personas.

La lectura de un buen libro así como el trato con una persona inteligente significa la plenitud que no puede ser hallada en las cosas materiales del mundo porque se trata de la plenitud del intelecto y del alma. Y pocas cosas pueden estrechar tanto el trato entre semejantes como una postal, una carta, una flor o un libro. Así que deseo que cada uno de ustedes pueda tener en su vida buenos libros y buenos amigos que los inspiren a ser mejores cada día, a los que valoren y sean correspondidos, aquellos que llegan a nuestra vida y pueden ser conservados para siempre…

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