#LoveWins (el amor gana), fue la tendencia mundial de la semana pasada en redes sociales… acompañada de una bandera con los colores del arco iris. Este movimiento global se dio como consecuencia del fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos de América en favor del matrimonio entre personas del mismo sexo como derecho constitucional, acontecido el pasado 26 de junio.
Por supuesto como hubo propuestas a favor, también las hubo en contra. El dilema moral se centró en el ojo de este movimiento. ¿Es un avance? ¿es un retroceso? ¿es igualdad? ¿es ideología?
Yo sólo puedo decir que la unión entre un hombre y una mujer es el fundamento del matrimonio y la base de una familia. Esto no quiere decir que sea homofóbico, retrógrada o fanático religioso. Cualquiera de estos adjetivos serían tan reduccionistas como la promoción del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Cabe aclarar que la promoción y la defensa (en estos tiempos) del matrimonio entre una mujer y un hombre no es una postura que esté en contra de personas homosexuales, sino que se fundamenta en entender y proteger una institución: el matrimonio.
El debate no está (o no debería) centrado en la persona sino en la institución (el matrimonio). Y la institución del matrimonio nace y se fundamenta en la unión de un hombre y una mujer con el fin de la procreación. Es cierto, no todos los matrimonios llegan a procrear, sin embargo las casos específicos no podrán definir el fundamento.
¿Por qué la procreación es el fundamento de un matrimonio? Me permitiré responder yendo al otro extremo. ¿Qué pasaría si no lo fuera? Entonces podríamos justificar que el fundamento del matrimonio sería darle una figura y un soporte jurídico a las relaciones afectivas. En ese sentido ¿qué impediría que el matrimonio fuera unión entre dos o más personas (poligamia)? ¿qué impediría que el matrimonio fuera entre un hombre y una infante (pedofilia)?¿qué impediría que el matrimonio fuera entre una persona y un animal (zoofilia)?
Es por es que el debate no debe centrarse en la supuesta discriminación a personas homosexuales (lo cual es claramente condenable), el asunto trasciende este aspecto. Llámenme exagerado, pero cuando se le cambia el fundamento a una institución para abrirla irracional o emocionalmente a otras personas que no tienen acceso a ella, en ese momento la institución deja de ser lo que es.
Todos tenemos la misma dignidad y los mismos derechos, lo comprendo, lo acepto, lo anhelo y procuro trabajar todos los días por este fin. Lo que no podemos hacer es modificar instituciones para otorgar derechos que en sí mismos y por la naturaleza de la persona y del matrimonio, que no son concordantes.
Repito, no es homofobia ni intolerancia. Debo decir que tengo familiares y amigos con atracción hacia el mismo sexo, los acepto y sobre todo los estimo y los amo por quiénes son y no por su atracción sexual, porque precisamente es el amor el que debe ganar.
¿El amor ganó el pasado 26 de junio? Yo pienso que ampliar los derechos a personas homosexuales es reduccionismo peligroso. En primer lugar por la distorsión del matrimonio (el cual ya desarrollé), pero sobre todo por reducir la tolerancia, el respeto y el amor a una sola característica humana.
El amor debe ganar y ganará el día en que nos aceptemos y nos amemos tal cual somos, a pesar de nuestra forma de pensar, a pesar de las diferencias raciales, a pesar de nuestra religión, a pesar de nuestra raza, a pesar de las carencias humanas que todos tenemos. Ese día el amor ganará.
Juan Antonio López Baljarg @Juanlbaljarg
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