Mátelo, pero con compasión #Aborto #Utah

Recientemente, en Utah se ha aprobado una ley que obliga a anestesiar al feto antes de abortarlo. Se pretende así tener un acto humanitario respecto del no nacido, pues a fin de cuentas, lo importante es que éste no sufra. Da lo mismo lo que se haga con él, con tal, como se ha dicho, que no experimente dolor ni angustia.

Sin embargo, con semejante actitud, parece difícil poder negar que estamos frente a un ser humano como usted o como yo, por muchos argumentos compasivos que se esgriman para justificar esta medida.

Ante realidades como esta, uno no puede menos que quedar perplejo, y esto demuestra una vez más que el mercado del aborto da para todos los gustos: lo importante es, obviamente, satisfacer al cliente, aquellos que quieren deshacerse del niño a toda costa (que no siempre es la mujer, dicho sea de paso).

En efecto, los “pro choice” tienen una notable habilidad para ignorar todos los contraargumentos lógicos, científicos, filosóficos, éticos y religiosos que se les interpongan, pues en último término, lo importante es lograr el objetivo –el aborto libre– y aquí el fin justifica los medios. De esta manera, en la creciente oferta del negocio del aborto existe variedad para todos los gustos: para unos el producto de la concepción es sólo un cúmulo de proteínas o a lo sumo, mero ADN; para otros existe el pre-embrión (pese a ser un término que ha caído en desuso, precisamente por lo absurdo del mismo); hay quienes exigen que el no nato desarrolle determinados órganos o habilidades (sistema nervioso, forma humana, que sienta dolor, aunque esto último ahora no importa con esta ley); para algunos debe ser viable, saludable, deseado o incluso haber nacido, y hasta no faltan quienes hoy abogan lisa y llanamente por el infanticidio temprano.

De hecho, solo una mentalidad así puede explicar que se justifique el llamado “aborto por nacimiento parcial”. En él, se hace nacer al niño al revés, esto es, por los pies, luego se detiene el proceso dejando su cabecita dentro del útero, ésta es perforada con una cánula para aspirar su cerebro y finalmente, ya muerto se finaliza su expulsión, completando este “nacimiento parcial”. Tan macabro procedimiento tiene al menos dos objetivos: impedir que el niño viva luego de nacido (pues podría hacerlo dado su desarrollo), y que los autores sean condenados por infanticidio.

Lo fundamental es, pues, lograr el aborto a toda costa, aunque en un principio se lo plantee de forma más o menos acotada. Pero debe hacerse como corresponde, según los sentimientos imperantes, que en este caso, permiten matar al niño tranquilamente, pero con la compasión que se espera de seres civilizados.

Max Silva Abbott
Doctor en Derecho
Profesor de Filosofía del Derecho
Universidad San Sebastián

Deja una respuesta