Mitos equivocados sobre la eutanasia.

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Los padres deben conocer, para explicar a sus hijos, que la eutanasia no siempre resulta una forma rápida, indolora y segura para morir, pues suelen surgir muchas e irreversibles complicaciones muy negativas para el enfermo.

Según la ética y la deontología médica, no es lo mismo la eutanasia activa, que el suicidio asistido y la sedación en la agonía. En la eutanasia se busca deliberadamente la muerte inmediata. En la sedación, dentro de los cuidados paliativos, se busca conseguir, con la dosis mínima necesaria de fármacos, un nivel de conciencia en el que el paciente no sufra, ni física, ni emocionalmente, al tener que enfrentarse con el dolor y la angustia, de las últimas fases del proceso de la muerte biológica, aunque de forma indirecta, pudiera acortar la vida.

No es importante discutir los diferentes conceptos de “eutanasia activa” “eutanasia pasiva”, “eutanasia directa” o “eutanasia indirecta” pues la terminología es secundaria, frente a lo que es matar, a pesar de que haya una supuesta aceptación manifiesta de la víctima.

En los países donde está autorizada la eutanasia y el suicidio asistido (Bélgica, Holanda y en USA, Oregón, Washington, Montana y Vermont), cada uno con sus leyes especiales, se dan unas circunstancias muy preocupantes, debido a la desinformación malintencionada que existe. Desgraciadamente hay una tendencia que tiene muy difícil marcha atrás, a no ser que la información que reciban los posibles usuarios, sea más veraz.

Con la legalización de la eutanasia, en esos países y Estados:

Han aumentado las solicitudes para ejecutar la eutanasia.
Han aumentado los casos aprobados.
Han aumentado los criterios que siguen los médicos para autorizar las eutanasias.

Las personas con mayor probabilidad de solicitar la eutanasia, en los países donde está legalizada, son los que su vida ya no se considera valiosa, como: Los enfermos graves, los pobres, los ancianos, los incapacitados, los que tiene poca educación, los fácilmente manipulables, los pacientes prolongadamente aislados y los moribundos que representen beneficios o una fuerte carga económica, para sus familiares o el estado.

La soledad, la tristeza, la depresión, el sufrimiento, la vejez, el cansancio de vivir sin tener ningún aliciente y la falta de Fe, fueron los principales argumentos que alegaron, los que solicitaron la eutanasia o la muerte asistida, incluso sabiendo que no tendría ningún impacto positivo, en la mejora del final de su vida.

20 Argumentos y mitos equivocados, sobre la eutanasia y el suicidio asistido.

No tengo a ningún familiar o amigo a mi alrededor, que se interesen por mí, me han olvidado.

Estoy deprimido, angustiado, desesperado y con mucho miedo a perder mi autonomía y control.

Conocí a otros que solicitaron y les concedieron la eutanasia, a más del 80% de los que la solicitan, se la conceden.

Me han dicho que la eutanasia es una “muerte digna” para los que como yo, no tenemos “calidad de vida” y que debido a nuestras minusvalías, vivimos con sufrimiento.

Estoy cansado de la vida y sé que si pido que me practiquen la eutanasia, me la van a conceder, pues los encargados de autorizarlas, son los principales entusiastas de realizarlas.

Pertenezco a lo que se llama grupos vulnerables, discriminados, de alto riesgo, bajo nivel educativo, pobreza, ancianidad, determinadas minorías, vivir en asilos, fragilidad mental, costosos tratamientos médicos, etc. Por lo que es muy probable que me la concedan.

Exijo a la sociedad, que elimine mis sufrimientos o que me aplique la eutanasia.

Todos los días me están presionando en el hospital para que la solicite, insistiendo en las ventajas de la eutanasia para mí y para mí familia.

Para mí es muy fácil argumentar, el concepto de “insoportable sufrimiento” y de que es imposible mejorarlo, aunque haya medicinas y tratamientos paliativos, que amortigüen casi totalmente el dolor.

Tengo miedo a poder llegar a tener dolores físicos insoportables.

Me creo que tengo el derecho a disponer de mi propia vida, como yo quiera.

No quiero llevar unas condiciones de vida humillante e indigna, delante de mis familiares y amigos.

No quiero aceptar que mis familiares y amigos sufran, participando o viendo mi mala calidad de vida.

No quiero que me prolonguen la vida, para ser un caso clínicamente interesante, y los médicos me puedan ir estudiando, mientras me voy muriendo.

No quiero que me asesinen mis familiares, para cobrar la posible herencia.

No quiero suicidarme, pues es muy difícil tener “éxito” al suicidarse. En USA hay anualmente unos 30,000 casos de suicidio, que terminan con “éxito”. Pero hay más de 100,000 intentos de suicidio, que no terminan con “éxito”, dejando en los que lo intentan, unas gravísimas secuelas de incapacidades y enfermedades, la mayoría de las veces irreversibles.

No tengo dinero para pagar los costos de seguir enfermo, y no quiero pedirlo ni a mi familia, ni a la sociedad.

Si me curan y me pongo bien, no tengo fuerzas para empezar una nueva vida.

He perdido mi independencia y dependo de otros para todas mis funciones, incluso las más elementales.

Soy libre y soberano, para decidir sobre lo que quiera hacer con mi vida. El médico no me ha dicho que estoy en una situación de desequilibrio, incapacidad mental o depresión, como para que no pueda tomar la decisión, supuestamente bien informada, que yo crea que a mí más me conviene.

La cultura del descarte, no contempla resolver los problemas que lo originan, ni crear programas para devolver la alegría de vivir, ni eliminar el concepto de soledad, a los que solicitan la eutanasia, la cual no es una forma digna de morirse, sino una perversión.

¿Serán las Iglesias, los gobiernos, los médicos, los hospitales, la familia o la sociedad civil, la responsable de solucionar este grave problema?

¿Será la sociedad en general la que quiere que se practique la eutanasia, para liberarse de los costos que suponen los ancianos, los enfermos en situación difícil o terminal, los niños con síndrome de Down o similar, etc.?

16 Argumentos para rechazar la eutanasia:

Cuando se está consciente, de que la eutanasia favorece una “pendiente peligrosa”, en contra del derecho a la vida.

Cuando consta que la eutanasia, se aplica también a los niños nacidos o no nacidos, que presenten minusvalías importantes.

Cuando se sabe que la eutanasia origina, que se niegue sistemáticamente tratamientos médicos costosos a determinados grupos sociales, practicando la eliminación de los “inútiles”.

Cuando la eutanasia presiona a los médicos, a poner fin a la vida de los pacientes graves, para no incurrir en más gastos y a los familiares de los enfermos, para cobrar las herencias.

Cuando todavía se tiene la confianza, en que la clase médica pueden y tienen la obligación de mejorar o aliviar la enfermedad.

Cuando haya pruebas que la eutanasia pervierte la ética y desincentiva la inversión, en cuidados paliativos y tratamientos para el dolor, prefiriendo matar al enfermo, antes que invertir en cuidados paliativos.

Cuando los medios de comunicación se han encargado de convencer a los enfermos, que los médicos están para curar o mitigar el dolor, y que cuando no lo pueden hacer o es muy caro hacerlo, la eutanasia es la única solución.

Cuando se sienten que ya no son libres, al aparecer los primeros síntomas de ansiedad, depresión mental o trastornos emocionales.

Cuando se es consciente de que la eutanasia, no es un derecho humano, ni está recogido en el Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Cuando se dé cuenta que la eutanasia, puede ser una moda contagiosa, fomentada por los medios de comunicación, los familiares o las amistades, que la presentan con mucha insistencia, como una salida fácil para el enfermo.

Cuando se dé cuenta que está en un estado de ansiedad, depresión y terror hacia la muerte y que nadie le da ánimos, para seguir viviendo.

Cuando se da cuenta, de la fuerte dependencia e indefensión que tiene de sus médicos, cuidadores y medicinas.

Cuando se da cuenta de la pérdida de su dignidad como persona, y de los desagradables efectos secundarios, de los tratamientos médicos o medicinas.

Si empieza a pensar que los médicos y no la enfermedad, son los responsables de su muerte. Porque ellos deciden cuándo y cómo van a aplicarle la eutanasia.

Cuando empiezan a comprobar que los médicos, nunca le hablan de la eutanasia, pero la aplican a otros enfermos, sin dar ninguna información, pública o privada.

Cuando ya no es consciente de que no tiene la capacidad de decidir, si está consintiendo su propio asesinato.

Los que tanto aplaudieron, propagaron y presionaron, para que el crimen del aborto voluntario, fuera legal, ahora van a sufrir las consecuencias, en su propia vida, de la aplicación obligatoria de la eutanasia y el suicidio asistido legalizado. Aquellos polvos, trajeron estos lodos.

francisco@micumbre.com

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