Con frecuencia escuchamos decir “¡Ya no hay caballeros!”, pero ¿es cierto? Aquellas mujeres que lo creen no se dan cuenta de que tal afirmación va directamente relacionada en cómo la mujer se ha perdido el respeto a sí misma.
“¡Ahora resulta! ¡Las mujeres somos las culpables de todo! ¡Otra mujer que es cómplice del heteropatriarcado opresor!”. No, en absoluto, pero en honor a la verdad se ha de reconocer que la mujer tiene gran parte de responsabilidad en la falta de caballeros.
¿Cuántas veces se desprecia la caballerosidad de algunos hombres para prendarse de los modales cavernarios de otros, solo porque se ven “rudos, guapos, rebeldes o andróginos”? La mujer se convierte en su propia enemiga, se sabotea al conformarse con lo que pueda recibir de esta clase de hombres. Empeñándose en buscar en los lugares equivocados, se rodeará primero, de malas amistades, más tarde tendrá novios muy ajenos no a su ideal, sino a lo que debiera ser un hombre.
En otras cuestiones, hay mujeres que ya ni siquiera se visten como mujeres. Las madres deberían darse cuenta del mal que hacen a sus hijas al consentir el modo poco modesto con que visten; “¡ellas son libres!” –dirán estas madres-, en efecto, son libres, más no un producto a la venta. Recuerdo una imagen cuya autoría ignoro, decía lo siguiente: “Queridas jovencitas, vestirse de manera provocativa es como revolcarse en el estiércol, claro que recibirás atención, pero mayormente de los cerdos”. Aunque muchas estén en desacuerdo, es un hecho que un hombre se portara tan respetuoso y caballero como la mujer misma lo exija y ello implica el modo de vestir, los modales, el tipo de conversación que permita, los lugares que frecuenten, etc.
Si bien, la vanidad es muy propia de la mujer, es penoso ver infinidad de chicas en poses denigrantes en sus recamaras, en los baños de su casa, ¿es que sus padres no revisan sus redes sociales? Bueno, ni que decir de las mamás que le dan like a tales fotos y luego se admiran de que no tengan privacidad o de que no les respeten.
-Practica la castidad. Amate y respétate.
-Deja de confundir sexo con amor. La mujer sabe en el fondo de su corazón cuándo está siendo usada o cuando es ella quien usa al varón.
-Aléjate de las amistades que te contaminan; en tu búsqueda de superación, ayuda el ser selectivos, no por ego sino porque tales amistades no te llevan a ningún lado bueno. Dicho sea de paso, las conversaciones inmorales entre mujeres son de lo más denigrante que hay, evítalas.
-Deja de contratar hombres para las despedidas de soltera. Si realmente eres amiga de tus amigas, respetaras a su futuro esposo y su futuro matrimonio. Dicho sea de paso obligas al hombre stripper en cuestión a buscar un verdadero trabajo.
-Deja de pensar que sigues soltera cuando ya estás casada.
-Deja de ocultarle a tu esposo las cosas que debería saber.
-Deja de usar la ley para obtener ventaja en la custodia y manutención de tus hijos.
-Deja de dilapidar el salario de tu esposo y tuyo, es para tu familia, no para tu uso personal.
-Deja de ver programas que te restan coeficiente intelectual, como algunos dirigidos por mujeres supuestamente “cultas” que no son más que la vulgaridad intelectual andando. Deja de ver pornografía, no consientas en verla con tus “amigos”, novio u esposo. Te denigras y denigras a otras mujeres.
-Deja de aplaudir las «conquistas» de tu hijo cuando lo que hace es despedazar el corazón y la confianza de otras mujeres. Enséñale a amarse a sí mismo, a amar a la mujer, a vivir la castidad.
-Deja de apoyar el asesinato en el vientre materno. Deja de pagar el aborto de tu nieto. Deja de aconsejar la eutanasia de tus padres. Respeta la vida humana con todo lo que tú eres y con todo lo que tienes.
Cuando la mujer se corrompe en uno u otro sentido, arrastra a los hijos y algo doloroso de ver. Los ejemplos son interminables, cada mujer ha de ser sincera consigo misma; es cierto que todos cometemos errores, algunos más graves que otros, pero siempre existe la oportunidad de levantarse, de empezar de nuevo, de recuperar aquella dignidad que perdimos en pos de una mal entendida igualdad con el varón.
El mundo ha entendido que corrompiendo a la mujer se consigue despedazar a toda la sociedad. Mujeres: volvamos a ser mujeres, respetándonos, vistiendo con modestia, elevando nuestros estándares en valores morales, música, cultura, arte, literatura, etc. Restauremos la sociedad.
“El nivel de cualquier civilización se puede medir en el nivel de sus mujeres.» (Mons. Fulton Sheen)
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