Recientemente se publicó –a través del indicador del Producto Interno Bruto (PIB)– cómo va el crecimiento económico de nuestro país y las cifras son bastante malas, medido en términos trimestrales crecimos 0.4% y medido en términos anuales (últimos 12 meses) decrecimos -0.4%; esto es objetivo, matemático y absolutamente real, evaluado con una metodología muy precisa y además el encargado de ésta así como de publicarlo es una dependencia gubernamental que conocemos como el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), por lo tanto aquí no hay nadie buscando denostar o denigrar al Gobierno Federal o al Presidente porque como comenté, es información precisa y objetiva.
Dicha falta de crecimiento es 100% de manufactura nacional, nadie más tiene la culpa de esta triste realidad y lo quiero precisar porque recientemente algunos funcionarios de gobierno le han “echado la culpa” a la desaceleración económica que está viviendo EEUU; ojo, es sólo una desaceleración pero ellos siguen creciendo a muy buen ritmo, comparando las cifras contra las recién publicadas en México, ellos lograron un crecimiento trimestral de 1.9% y de 2.0% para los últimos doce meses, que para una economía desarrollada como la de ellos, son cifras positivas.
El resto del mundo también está desacelerando, somos muy pocos los países que con respecto al año anterior estamos en riesgo de no crecer e incluso de entrar en recesión. Es cierto que el primer año de las administraciones públicas federales, históricamente suelen ser de menor crecimiento con respecto al último año del sexenio, pero históricamente este decrecimiento oscila entre un 0.5% y en el peor de los casos 0.7%, lo cual quiere decir que si en el 2018 crecimos el 2% este año era de esperarse un crecimiento de entre 1.3% y 1.5%.
La falta de desarrollo es atribuible principalmente a la ausencia de gasto en inversión respectivamente del gobierno y de la iniciativa privada, en la parte de gobierno la ya de por sí baja inversión se calcula que ha descendido comparativamente al 2018 un 10%, y el sector privado también ha bajado significativamente sus niveles de inversión con respecto al año anterior; si a esto le agregamos una baja en el consumo de bienes duraderos (coches, y algunos activos que tienen una larga vida útil), tenemos como resultado este 0%.
Lo que más me preocupa es que estas cifras tan malas están marcadas por pésimas decisiones del pasado, encabezando mi lista la fallida decisión de cancelar el NAIM que más allá del costo del proyecto y de resarcir a los inversionistas, el daño mayor fue a la confianza y a la certidumbre de la inversión local y extranjera; si a esto le añadimos la fallida asignación de prioridades a necesidades muy específicas de PEMEX y proyectos de inversión de más profunda calidad que un tren Maya, una refinería o un aeropuerto parchado (Santa Lucía), tendríamos que agregar el deterioro que viene de hace mucho tiempo en las condiciones de inseguridad, la falta de estado de derecho y una corrupción que no vemos que disminuya.
Para mí de los peores errores de esta administración, además de lo ya mencionado, es como con la estrategia de sueldos bajos, ausencia de prestaciones y la obligación de impedirte trabajar en el área de tu experiencia y conocimiento por 10 años, están provocando que en todas las dependencias en todos los niveles se fugue el talento, se generen vacíos provocando la llegada de gente sin preparación, sin experiencia ni conocimiento de las funciones que ejercerán. Pero lo más preocupante de todo es: Ir mal, estar mal y no reconocerlo! Lo primero que se necesita para enderezar el rumbo, es el reconocimiento de la situación real, y ésta sin duda, es pésima.
@juansmusi Noviembre 6, 2019
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